
Tensión
Francia y Argelia se enzarzan en su mayor crisis diplomática desde la independencia
La expulsión de doce diplomáticos de cada país coloca la relación entre París y Argel en su peor momento desde 1962

Una relación al borde del abismo sacudida por una grave crisis diplomática es lo que están viviendo estos días Francia y Argelia, llegando a un pico de tensión sin precedentes desde 1962, cuando Argelia alcanzó la independencia. La expulsión recíproca de un total de 24 diplomáticos, doce de cada lado en los últimos tres días, ha dejado las relaciones entre París y Argel casi en ruptura o reducidas a su mínima expresión. Francia ha llamado a su embajador a consultas, Stéphane Romanet, y ha señalado en un comunicado su "consternación" por la decisión de Argel que procedió a la expulsión del personal diplomático francés tras la detención el pasado viernes de tres ciudadanos argelinos, uno de ellos funcionario en el consulado en Francia. París los acusa de haber participado en el secuestro el pasado mes de abril del influencer Amir Boukhors, crítico con el régimen. Una espiral de represalias que han tensado al máximo las ya de por sí siempre complicadas relaciones entre ambos países desde hace seis décadas. "Una situación en la que el diálogo se degrada brutalmente" ha dicho elocuente el ministro de Exteriores francés, Jean Noël Barrot.
La secuencia de expulsiones diplomáticas es la parte más visible de una crisis a la que han contribuido desde hace tiempo numerosos factores pero que tiene su punto de partida en el cambio de postura oficial de Francia respecto al Sáhara Occidental durante el verano pasado. El alineamiento de Macron con Rabat –y con España tras el viraje precedente de Sánchez- al considerar que el futuro del Sáhara Occidental “se inscribe en el campo de la soberanía marroquí” y que el plan de autonomía de Rabat constituye “la única base para una solución política justa” escoció en Argel que no ahorró críticas al presidente francés.
La tensión se incrementó aún más con el episodio de la detención del escritor francoargelino Boualem Sansal, a quien se había concedido la nacionalidad gala hace un año. Se trata de uno de los autores más leídos en lengua francesa. Su voz crítica contra el Gobierno de Argelia, del que fue alto funcionario en el pasado, en unas declaraciones a un medio francés, condujo a su detención hace cinco meses y a la apertura de un proceso marcado por el secretismo y la incomunicación con sus abogados. Las dos hijas del escritor pidieron a Macron obtener su liberación lo más rápido posible, en un artículo publicado el martes por la noche en el sitio del diario Figaro, y califican esta petición de "último impulso de esperanza".
Macron se entrevistó hace dos semanas con el presidente argelino, Abdelmajid Tebún, para suavizar las tensiones. Ambos mandatarios coincidieron en la necesidad de recuperar lazos y resaltaron todo lo que une a Francia con su excolonia. Pero la tregua ha durado poco y de todos los factores, ha sido la migración el gran foco de disputa. El ministro del Interior francés, Bruno Retailleau, lleva meses reprochando que Argelia rechace a los inmigrantes que París envía de vuelta a ese país al pesar sobre ellos una orden de expulsión del territorio francés. El Gobierno anunció que revisará los acuerdos de 1968, que facilitaban la llegada y permanencia de argelinos en Francia, tras la independencia del país. La figura de Retailleau está en el punto de mira de Argel. Medios afines al régimen lo hacen responsable de la crisis entre los dos países argumentando su perfil de mano dura con el que el titular de Interior francés está intentando labrarse un futuro político de cara a las presidenciales de 2027 compitiendo en materia migratoria con las tesis de Le Pen.
Esta tarde, los ataques de Argelia incluso se recrudecieron. El secretario de Estado del Ministerio argelino de Exteriores, Sofiane Chaib, consideró que la actual crisis es resultado de un complot de la “extrema derecha francesa”. Preguntado en la radio argelina sobre si el Elíseo había cedido a las presiones de la extrema derecha francesa, Chaib declaró que “la crisis y la tensión actuales son el resultado de este complot”. Lo que parece claro es que esta escalada de sanciones diplomáticas ha tensado la relación hasta tal punto que reconstruir los puentes entre París y Argel será una tarea ardua que chocará previsiblemente con las próximas citas electorales en Francia: municipales en 2026 y presidenciales en 2027.
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