Protestas

Fuertes protestas en Kenia contra la subida abusiva de impuestos

Los jóvenes kenianos exigen medidas más relajadas, mientras el FMI presiona para que se aplique el nuevo proyecto de ley

Demonstrators run from police during a protest over proposed tax hikes in a finance bill that is due to be tabled in parliament in Nairobi, Kenya, Thursday, June 20, 2024. AP Photo/ Andrew Kasuku)
Manifestantes en NairobiASSOCIATED PRESSAgencia AP

Uno de los principales problemas a la hora de desarrollar las economías africanas reside en la inexistencia de un sistema fiscal firme en muchos de los países del continente. O eso dicen algunos expertos. Por eso parecía una buena idea cuando William Ruto, presidente de Kenia desde 2022, promovió un nuevo tipo impositivo que afectaría a la práctica totalidad de la sociedad keniana. Un nuevo proyecto de ley destinado, entre otras cosas, a reducir en 2.400 millones de dólares la deuda del país, que actualmente roza los 80.000 millones de dólares (un 74% de su PIB). Como dato a considerar, el mayor acreedor de Kenia es China.

William Ruto sabe lo que tiene que hacer, pagar la deuda, pero es difícil cumplir con su objetivo cuando la renta per cápita de su nación ronda los 2.000 dólares anuales. El nuevo proyecto de ley, antes de que comenzaran este martes las primeras protestas, preveía subir el tipo impositivo del pan, la sanidad, el aceite, la gasolina, los pagos móviles, el azúcar, las transacciones de divisas… e incluso se ha preparado una subida del IBI. Esta avalancha de impuestos quizás haya sido demasiado radical. Ha sido demasiado radical. Desde el martes, decenas de miles de kenianos han salido a las calles de las principales ciudades del país, desde Nairobi hasta Nakuru, pasando por Eldoret y Kisumu, reunidos bajo los hashtags #OccupyParlament (#OcuparParlamento) y #RejectFinanceBill2024. En estos hashtags se reúne la identidad principal de los manifestantes, jóvenes en su mayoría y que no parecen dispuestos a aceptar un nuevo obstáculo para las economías domésticas.

El mismo voto en el parlamento keniano fue ajustado: 200 parlamentarios votaron a favor de la medida y 115 lo hicieron en contra. Y las protestas se han saldado por el momento con 35 heridos y 200 detenidos.

Los cánticos que piden la dimisión de Ruto y tomar el parlamento se han mezclado en los últimos días con las cargas policiales, los arrestos y las granadas de gas que dejan a uno más lloroso que un pimiento de padrón de los que pican. Pero los jóvenes kenianos aguantan el embiste, negándose aún a pagar esta avalancha impositiva cuando su país se encuentra en el puesto número 126 según el índice de percepción de la corrupción. Porque no debe ser fácil convencer a los ciudadanos para que se agujereen los bolsillos mientras sus gobernantes, quienes solicitan este esfuerzo, se enriquecen un poco más a cada año que sostienen su cargo. El patrimonio neto del propio presidente es de 450 millones de dólares. Y si el lector desea conocer más profundamente la corrupción keniana y su impacto social, en estas fechas nunca está de más leer El diablo en la cruz, del autor keniano Ngũgĩ wa Thiong'o.

Las protestas de esta semana han surtido un primer efecto cuando Ruto anunció que finalmente no impondría las nuevas medidas en su totalidad. El impuesto al pan, por ejemplo, que suponía un aumento de un 16%, no se aplicará, igual que los impuestos derivados de los vehículos motorizados y los aranceles a los neumáticos. Pero sigue sin dar en la tecla. Los jóvenes (que se saben dueños de la calle y que llevan días enfrentándose a la policía) no consideran que esta decisión sea suficiente, mientras que el Tesoro Nacional advirtió que podría crearse un agujero financiero de 1.600 millones de dólares si no se aplica la totalidad de las medidas. Kenia tuvo que ser rescatada en 2021 por el Fondo Monetario Internacional y la deuda pública se disparó durante el gobierno previo de Uhuru Kenyatta: aunque sería sencillo acusar a Ruto de abusivo, la realidad es extremadamente compleja para el mandatario, y la reciente negativa de China a conceder un nuevo crédito al país africano es prueba de ello.

Y las protestas continuaron este jueves pese al nuevo ajuste anunciado por el Gobierno. Más gas, más cánticos, más cargas policiales, más indignación que se acumula, más frustración, menos popularidad para el presidente. A la par que las protestas, el FMI continúa su presión sobre el gobierno keniano para implementar medidas dolorosas, puede, pero a su parecer necesarias para reflotar la economía del país. William Ruto está contra la espada (el FMI y China) y la pared (sus ciudadanos).

Uno de los detalles más interesantes de las protestas en curso es el uso masivo de las redes sociales para su organización, de una manera nunca vista hasta la fecha en el país africano. Los dos hashtags citados previamente sólo son la punta del iceberg. Conviene recordar que Kenia es el país del mundo donde más se utiliza TikTok, y parece que este dato se ha alineado con la indignación que ha provocado el proyecto de ley entre los más jóvenes. Las redes sociales se ubican aquí como una herramienta de resistencia social contra los órganos de poder, un dato importante en un país donde la penetración del internet ha aumentado del 29% al 40% en apenas cuatro años. Tan relevante se considera el uso de las redes sociales en las protestas en curso, que el medio alemán DW indicó directamente que “la generación Z ha tomado la calle” en Kenia.