Dron israelí

Las fuerzas de paz de la ONU derriban un dron israelí: las tensiones siguen a flor de pie

La frágil tregua en el Líbano pende de un hilo tras una escalada de una gravedad inusitada. Los cascos azules derriban un dron israelí y Tel Aviv responde disparando un tanque contra la misión de la ONU

Un dron volando en misión de ataque
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La misión de los cascos azules de Naciones Unidas es, por definición, mantener la paz, no iniciar hostilidades. Por eso, la decisión de la Fuerza Provisional de la ONU en el Líbano (UNIFIL) de derribar un dron israelí que sobrevolaba el sur del país ha encendido todas las alarmas en la región. Se trata de una acción de enorme gravedad, justificada por la misión internacional al considerar que el aparato volaba de una manera «agresiva», un argumento que choca frontalmente con la versión de Israel, que defiende que se trataba de una «actividad rutinaria de inteligencia».

De hecho, la respuesta israelí a la neutralización de su aeronave no se hizo esperar, desencadenando una rápida sucesión de actos hostiles que elevaron la tensión a un nivel crítico. En un primer momento, otro dron lanzó una granada cerca de una patrulla de la UNIFIL que se encontraba en la zona. Poco después, la escalada fue un paso más allá cuando un tanque israelí disparó un proyectil en dirección a las tropas internacionales. Afortunadamente, ninguna de las dos agresiones provocó heridos ni daños materiales de consideración. Estos movimientos se enmarcan en una estrategia militar más amplia que también prioriza el desarrollo de tecnología defensiva, como demuestra el revolucionario sistema antimisiles que Israel podría estrenar próximamente.

Asimismo, la intervención armada de los soldados de la ONU constituye un suceso excepcional que pone de manifiesto el progresivo deterioro de la situación en esta frágil frontera. Para encontrar un precedente similar hay que remontarse a octubre de 2024, la última vez que la UNIFIL tomó la decisión de abatir una aeronave israelí, un dato que, según informa el medio Bbc, subraya la excepcionalidad del momento actual y el fracaso de la tregua vigente desde el pasado noviembre. Este clima de creciente inestabilidad pone a prueba no solo los pactos internacionales, sino también la capacidad interna de las fuerzas armadas, ya que el ejército israelí afronta el reto de la movilización de sus reservistas en caso de una guerra abierta.

Las raíces de una tregua siempre a punto de romperse

En el fondo de esta escalada subyace un conflicto enquistado. Tanto el Gobierno libanés como las propias Naciones Unidas denuncian que los constantes sobrevuelos de aparatos israelíes representan una clara violación de la soberanía del Líbano y de los acuerdos de paz. Esta es una de las fricciones permanentes en una frontera marcada por el incumplimiento de los pactos por ambas partes.

Por otro lado, el acuerdo que sostiene el precario alto el fuego no solo exige la retirada completa de las tropas de Israel, sino también el repliegue de las milicias de Hezbolá al norte del río Litani. Ambas partes se acusan mutuamente de no respetar su parte del trato, alimentando una desconfianza que ahora ha obligado a activar todos los canales diplomáticos para reconducir la crisis y, sobre todo, para evitar una confrontación abierta de consecuencias imprevisibles para la estabilidad de Oriente Próximo.