Cargando...

Videos

Hollande pide en La Habana el fin de las sanciones contra el régimen

El líder francés, recibido por Fidel Castro, allana el camino a las empresas francesas

El presidente de Francia, Francois Hollande,(i), y el presidente de Cuba, Raul Castro, se saludan en el palacio de la revoluvión en La Habana larazon

El presidente de Francia, François Hollande, llegó este domingo a La Habana para cursar una histórica visita oficial a Cuba, la primera de un jefe de Estado galo a la isla, que se produce en pleno proceso de deshielo entre este país y Estados Unidos.

François Hollande se felicitó ayer por ser el primer presidente de Francia que visita Cuba y el primer jefe de Estado occidental que se desplaza a La Habana tras el deshielo de las relaciones entre Cuba y EE UU. «Me doy cuenta del alcance de la visita que realizo hoy», comentó el presidente galo en su primer discurso en un encuentro con estudiantes en la Universidad de La Habana: «Tiene lugar en un momento en el que es posible que Cuba pueda, por fin, disponer de todas las condiciones para intercambiar con el resto del mundo». Y ahí está la clave de esta visita, porque el objetivo del viaje es triple: político, diplomático y comercial. Hollande está en Cuba para defender los intereses de su país y cuenta con firmar varios contratos que permitan a Francia acceder a los mercados latinoamericanos.

Para Raúl Castro es la oportunidad de seguir oxigenándose tras el apretón de manos con Barack Obama, que ha abierto la vía a la normalización de las relaciones con EE UU. Una normalización que podría concretarse con el levantamiento del embargo. El domingo, Castro viajó a Roma para agradecer al Papa Francisco su ayuda «preciosa» en la evolución de los acontecimientos. Precisamente, la Conferencia de Obispos Católicos Cubanos anunció ayer que el Pontífiice visitará la isla entre el 19 y el 22 de septiembre.

Un día después, abre las puertas de su palacio para ofrecer a Hollande una cena en su honor. La rapidez de esta visita es la ocasión para París de hacer sitio a las empresas galas antes de que desembarquen las americanas y se coman el mercado. Entre las ochenta personas que formaban el séquito de Hollande, figuraban una treintena de empresarios, entre ellos, responsables del productor de bebidas alcohólicas Pernod Ricard, del grupo hotelero Accor y Air France. Los principales campos de desarrollo serán el transporte, la construcción de infraestructuras y el turismo, aunque el presidente galo ya dijo la víspera que lo importante en esta visita «no es tanto la cantidad lo que va a contar, sino el acceso a los mercados latinoamericanos». Hollande también se entrevistó unos cuarenta minutos por Fidel Castro durante la histórica visita.

En derechos humanos, el lider galo tenía que jugar con el difícil equilibrio de agradar a su anfitrión y defender los valores que Francia representa. Por eso comenzó su visita con un encuentro con el cardenal Jaime Ortega para imponerle la Legión de honor en reconocimiento a su labor de intermediario en la liberación de los disidentes. «Soy de una generación que ha podido ver en Cuba un mito, la revolución de un país pequeño frente al gigante americano», afirmó Hollande antes de pisar suelo cubano, añadiendo que «ha podido haber derivas en materia de libertades». En 2003, se había mostrado mucho más enérgico afirmando en una tribuna que «la bella revolución de 1959» se había transformado «en una pesadilla política». Hollande se limitó a entregar a Raúl una pluma como símbolo de los límites que sufre la libertad de expresión en la isla. Con la posibilidad de que «Castro no comprenda el símbolo», como señaló ayer Zoe Valdés. La escritora cubana pidió al presidente galo que antes que pedir el «levantamiento del embargo» pida «levantar el embargo de la dictadura castrista».