Norteamérica
La inesperada derrota electoral en un distrito clave de Toronto resiente (aún más) el liderazgo de Trudeau
«Si puede perder en St. Paul, entonces puede perder en cualquier sitio». Los conservadores arrebatan al Partido Liberal del primer ministro uno de sus bastiones
Justin Trudeau atraviesa una de sus horas más bajas como primer ministro de Canadá. El Partido Liberal que lidera ha sufrido un duro varapalo en las elecciones parciales del distrito de Toronto-St. Paul’s. En los comicios, convocados tras la salida de Carolyn Bennett, la exministra y ya exdiputada liberal que ganó nueve veces el escaño antes de dimitir para ser la próxima embajadora canadiense en Dinamarca, participó el 44% del electorado, un porcentaje nada desdeñable teniendo en cuenta el contexto. «Era un lunes laborable en una zona que es una pesadilla para el tráfico en Toronto», escribió el director general de Ipsos Public Affairs, Darrell Bricker, en su cuenta de X. «Esto muestra un fuerte deseo entre los votantes de enviar una señal de cambio». El candidato conservador, Don Stewart, ganó por una diferencia de casi 600 votos, un 42,1% por el 40,5% de la aspirante liberal, Leslie Church, antigua jefa de gabinete de la ministra de Economía, Chrystia Freeland, e integrante del reducido equipo de trabajo de Trudeau, aunque relativamente desconocida en la circunscripción.
Lo ajustado de la derrota no maquilla el revés que supone para el liderazgo del primer ministro. Y eso que los liberales, conscientes de lo que estaba en juego, se volcaron en la campaña. Pusieron toda la carne en el asador, quizá más de la que hacía falta. «Traer a los ministros y movilizar al personal de las oficinas de Ottawa fue señal de desesperación», trasladó el historiador canadiense Robert Bothwell a la agencia Associated Press. En la última semana, los liberales enviaron a la circunscripción un flujo constante de ministros del Gobierno federal, diputados y personal de la Cámara de los Comunes. Hasta el propio Trudeau se arremangó para hacer campaña por Church desde St. Paul’s. Pero de nada sirvió para amortiguar el golpe.
La magnitud de la derrota tiene escasos precedentes. «No hay lenguaje demasiado hiperbólico para describir la importancia de este fracaso», apunta el comentarista político Scott Reid. «Si puede perder en St. Paul, entonces el Partido Liberal puede perder en cualquier sitio, y eso significa que puede perderlo todo». En las últimas elecciones federales de 2021, el Partido Liberal arrolló a los conservadores en esta circunscripción del centro de Toronto por un margen de 24 puntos porcentuales. Los de Trudeau ocupaban esta plaza de forma ininterrumpida desde 1993, e incluso la mantuvieron –con ocho puntos de diferencia– tras obtener su peor resultado en las urnas en las elecciones de 2011.
Toronto-St. Paul’s es uno de los 338 escaños de la Cámara de los Comunes, pero no es un distrito cualquiera: representa la zona centro de la ciudad más grande del país, un histórico bastión liberal conocido como «la fortaleza de Toronto». Tanto es así que el resultado pilló a contrapié hasta a los propios conservadores, que daban por perdido el escaño. En palabras del líder de la formación, Pierre Poilievre, que vio reforzado su estilo combativo con el Gobierno, los electores votaron «a favor de eliminar los impuestos, construir viviendas, arreglar el presupuesto y acabar con la delincuencia».
La gran incógnita que sobrevuela ahora la política canadiense, y que cala especialmente en el campo liberal, es saber si el primer ministro aguantará hasta las próximas elecciones generales, y si será de nuevo candidato. Trudeau, que llegó al poder en noviembre de 2015 tras casi una década de gobiernos conservadores, ha dejado claro que su intención es mantener el liderazgo del partido hasta las elecciones, que deben celebrarse antes de octubre de 2025.
Lo de Trudeau viene de familia. Su padre, Pierre Trudeau, llegó al poder en 1968 a bordo de un fenómeno conocido como la «Trudeaumanía» y gobernó Canadá durante más de 15 años. Su hijo no se quiere distanciar demasiado de esa senda y aspira a conquistar un cuarto mandato. Pero su liderazgo está profundamente erosionado. Según una encuesta reciente de Ipsos para Global News, el 68% de los canadienses quiere su dimisión. Reid sostiene que «el mensaje para los liberales –y para el primer ministro en particular– es inequívoco: cambiar o irse. Porque el statu quo corre el riesgo de llevar al partido a una humillación histórica». «La única comparación política que pasará ahora por la mente de los Liberales es la de 1993 para los Conservadores Progresistas, y eso es la devastación a un nivel cercano a la extinción», añade el analista.
Si no es Trudeau, ¿entonces quién? Los líderes de los partidos políticos en Canadá resultan elegidos en convenciones especiales, por lo que es prácticamente imposible deshacerse de un líder que no quiere dejar de serlo. Además, un sondeo del Angus Reid Institute publicado a principios de esta semana concluyó que ninguna de las posibles alternativas a Trudeau podría «inclinar al electorado hacia los liberales» a corto plazo. Quedan 16 meses para los comicios, sin embargo. Y entre los sustitutos más probables del primer ministro figuran el exgobernador del Banco de Canadá, Mark Carney, y el ministro de Seguridad Pública, Dominic LeBlanc, uno de sus íntimos amigos.
Pero los canadienses, más que por el relevo de Trudeau, están preocupados por la falta de avances de su Gobierno en cuestiones clave, como el alto coste de la vida y la vivienda. «Hablé de esto con otros líderes en el G7 y en Suiza, en la conferencia de paz para Ucrania», respondió la pasada semana el primer ministro al ser preguntado en el programa Power and Politics de la CBC sobre si estaba de acuerdo o no con que se había convertido en un lastre para el Partido Liberal. «En todas partes, la gente está luchando contra la alta inflación, el coste de la vida, los tipos de interés, los problemas de vivienda, el cuidado de los niños... todas estas cosas». Vino a decir que no, que él no es el principal responsable.
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