EE UU

Inquietud empresarial por la errática política comercial de Trump

Javier Taboada, empresario español dedicado a importar productos tecnológicos, compara el clima de incertidumbre con la pandemia de coronavirus

Donald Trump ha pausado 90 días los aranceles a todos los países menos China
Donald Trump ha pausado 90 días los aranceles a todos los países menos ChinaZUMA vía Europa PressZUMA vía Europa Press

Estados Unidos arrancaba esta semana con la palabra «recesión» sobrevolando cada rincón del país y con la amenaza de una guerra comercial mundial iniciada por su presidente, Donald Trump, que amenazaba con cambiar el orden económico global que desde hace décadas hace girar el mundo. En la primera parte de la semana parecía que nada podría frenar la sed de lucha arancelaria del líder norteamericano, hasta que Wall Street empezó a dar bandazos.

Los grandes inversores, que habían apoyado incondicionalmente al republicano, se echaban las manos a la cabeza ante lo que las medidas de Donald Trump estaban a punto de provocar en sus carteras. Sufría incluso el multimillonario y ahora asesor presidencial, Elon Musk, que trataba de mostrarle a su jefe el error que estaba cometiendo, compartiendo en las redes sociales un vídeo que explicaba todos los países que participan en la producción de un simple lápiz de madera.

El miércoles, a primera hora de la mañana, el CEO de JPMorgan Chase, James Dimon, daba el grito de alarma públicamente. «Es muy probable que entremos en recesión», decía en una entrevista con Fox News. Unas palabras que debieron calar hondo en el mandatario estadounidense porque pocas horas después, y con aparente pereza por tener que ceder al «miedo infundado de la gente», Trump anunciaba que rebajaba el tono, que pausaba durante 90 días los aranceles a aquellos países que no hubieran tomado represalias contra EE UU, o sea, fuera quedaba China. En pocos segundos, los principales indicadores se disparaban a cifras históricas, el Nasdaq tecnológico llegaba a subir hasta el 10%, una cifra que no se veía desde hace 17 años, y la tregua del presidente se recogía en todo el mundo como una bocanada de aire fresco después de cinco jornadas consecutivas de malas noticias bursátiles. Tras esta bocanada de aire fresco, todo el mundo respiraba mejor, pero no bien del todo, así se lo han contado a LA RAZÓN varios empresarios.

Los propietarios de negocios que podrían verse afectados por los aranceles están expectantes, «porque no sabemos cómo se levantará mañana Donald Trump y si volverá a cambiar de opinión», explica a este diario Javier Taboada, empresario español dedicado a la importación de productos tecnológicos en EE UU. Taboada es vasco y vive en Puerto Rico, trabaja directamente con China, donde compra material para luego venderlo a compañías norteamericanas y ahora mismo tiene varios contenedores flotando en el agua camino de territorio estadounidense. La pausa de 90 días no le da tranquilidad, porque «con Trump nada está escrito sobre piedra», y además esto no ha impedido que algunos clientes paren los pedidos ante la incertidumbre. «La gente está aguantando porque no quiere aventurarse a hacer compras internacionales sin saber realmente cuál será el coste cuando llegue la mercancía».

Taboada confiesa que se respira «contención», porque sus clientes «necesitan los productos, necesitan ese material, pero hasta que esto no se aclare, pues me espero, eso es lo que estoy viendo», y al final el negocio se resiente. Compara la actual situación con la vivida durante la pandemia de la covid 19: «Es lo mismo, todo el mundo parado y aguantando a ver qué pasa». Con la diferencia de que en este caso no es un virus lo que amenaza a la humanidad, sino el enfrentamiento comercial provocado por un solo hombre que llegó hace poco más de un mes al poder. «Esto es como un bumerán de ida y vuelta entre Estados Unidos y Asia, y en el medio estamos los actores, los comerciantes, distribuidores, aduanas, etc., esperando a ver qué pasa, porque al final lo está haciendo todo a golpe de decretazo, sin pasarlo por la Cámara o el Senado».

Misma situación está viviendo Ramón Delmonte, el director de mercados de Vinao Import, una empresa norteamericana que importa vinos extranjeros. «Estamos a la expectativa de ver qué pasa realmente con esos 90 días, pero tenemos vinos en el agua [camino de EE UU] que, si entran ahora, antes del día 15, se libran de cualquier arancel seguro y con eso tenemos para tirar hasta septiembre», explica Delmonte a LA RAZÓN. Confiesa que varios distribuidores de vino se han puesto en contacto con ellos para empezar a organizarse en caso de que finalmente se impongan los aranceles. «Nos han dicho que no nos preocupemos, que van a intentar negociar con las bodegas para que si es un 10% de impuestos pues ellos asuman 5% y nosotros otros 5%, de manera que todo nos bajamos un poco el beneficio». En definitiva, que el negocio se resienta para poder hacer frente a las tasas arancelarias.

Las experiencias de Taboada y Delmonte son las mismas a las que se refiere el profesor de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Cornell, Gustavo A. Flores- Macías, en su entrevista con La Razón, la tregua arancelaria ¨es un gran respiro, pero es muy probable que sea muy breve, porque incluso la incertidumbre, el si hay pausa no hay pausa, esto hace daño desde luego a todas las decisiones de gobierno para inversión, etc.¨ y desde luego, añade Flores- Macías, ¨en el resto del mundo, los planes que había de inversión están detenidos, nadie está contratando, entonces la noticia de la pausa de 90 días es bienvenida, pero no hemos superado la crisis ni mucho menos¨.