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Rusia

La sombra de Kadyrov sobre el crimen de Nemtsov

La oposición rusa sale a la calle para recordar el primer aniversario del asesinato del líder disidente, que permanece impune

Imagen del cadáver de Borís Nemtsov larazon

La oposición rusa sale a la calle para recordar el primer aniversario del asesinato del líder disidente, que permanece impune

Una manifestación recorrió ayer las calles del centro de Moscú en recuerdo del opositor Boris Nemtsov, viceprimer ministro de los noventa y acribillado a tiros junto a la Plaza Roja hace exactamente un año. La organización cifró en 22.000 los participantes, número que la Policía redujo a 7.500, pero que igualmente supone un éxito para la acorralada oposición extraparlamentaria. La imagen de algunas de las avenidas principales de la capital colapsadas es de por sí noticia en Rusia, huérfana de una verdadera masa crítica civil.

El Ayuntamiento negó el permiso para que la manifestación cruzase el puente donde fue abatido el opositor, conocido ya por muchos moscovitas como el «puente Nemtsov», donde desde entonces se ha instalado un pequeño altar improvisado con flores, velas y retratos. «Fue víctima de un acto terrorista para intimidar a la sociedad rusa que no está de acuerdo con la política de Putin y para obligar a la oposición a emigrar», afirma Ilya Yashin, el sustituto al frente del partido Parnas. El lema de la marcha de ayer fue «Asesinado por la libertad». Nemtsov, aunque ya no era una figura política de primer orden, seguía siendo una voz incómoda; de hecho, ultimaba una investigación sobre la muerte de soldados rusos en el este de Ucrania. Se trata del asesinato político más sonado en la era Putin, pues la persecución judicial ha sustituido a las balas como método preferido para cortar el vuelo a las figuras opositoras. La reivindicación principal ayer fue que se resuelva el crimen, caiga quien caiga, y es que todavía no se ha celebrado juicio y la investigación ha llegado a un punto muerto. El rastro se pierde en la república rusa de Chechenia, origen de los cinco detenidos por el momento, todos ellos de perfil bajo y sin vínculos con la víctima. Uno de ellos, Zaur Dadaev, presunto autor material, retiró su confesión de culpabilidad alegando que fue arrancada mediante torturas.

Denuncia la oposición que el Kremlin detuvo la investigación el pasado verano, cambiando al investigador jefe, pues las pesquisas salpicaban a Razmán Kadyrov, el heterodoxo presidente checheno, al que Putin concede amplias libertades para mantener bajo control la región más conflictiva del país. Coincidiendo con el aniversario del crimen, la Justicia rusa emitió una orden de búsqueda y captura internacional contra el que considera cerebro del asesinato, Ruslán Mujudínov, también checheno y que trabajó como chófer de un comandante del ejército privado de Kadyrov. La oposición tacha la orden de cortina de humo, un simple conductor, afirman, no pudo concebir semejante crimen. «Parece improbable que miembros de los batallones personales de Kadyrov perpetrasen un asesinato así sin que éste estuviese al menos al tanto», comenta Yashin. A comienzos de semana, Parnas presentó un informe lamentando el bloqueo de la investigación, en una rueda de prensa saboteada con avisos de bomba e irrupciones de espontáneos. «En los últimos años se ha formado en Rusia un particular Estado Islámico. El califato checheno vive con sus propias tradiciones y leyes, pero recibiendo miles de millones de subsidios del presupuesto federal», denunció Yashin. Muchos rusos de a pie, especialmente ahora con la crisis económica, denuncian las enormes remesas de dinero público que Moscú bombea a Chechenia a fondo perdido y que Kadyrov gestiona a su antojo. Además de reconstruir Grozny tras la guerra, ha creado su propio cuerpo de seguridad, que no responde ante las leyes rusas y que el informe estima en 30.000 efectivos, incluidos ex combatientes separatistas cambiados de bando, es decir, que lucharon contra Moscú en dos guerras. Los cuerpos de seguridad y servicios secretos rusos recelan de las licencias que se le permiten a Kadyrov, cuya lealtad, como le gusta repetir, no es a Rusia, sino a Putin. El líder checheno publicó este mes un vídeo señalando a los «enemigos del pueblo», ilustrado con imágenes de opositores a través de la mira telescópica de un fusil. «Sé que (el asesinato de Nemtsov) no fue por orden de Putin y que los investigadores quieren resolverlo, pero no pueden porque se enfrentan a un grupo influyente dentro del Kremlin», explica Dimitri Gudkov, el único de los 450 diputados de la Duma abiertamente crítico con el Gobierno.