Bruselas

La eurofobia corroe al Viejo Continente

Más de una cuarta parte de los europeos ha votado contra la UE en las citas electorales celebradas en 2017 y 2018.

La eurofobia corroe al Viejo Continente
La eurofobia corroe al Viejo Continentelarazon

Más de una cuarta parte de los europeos ha votado contra la UE en las citas electorales celebradas en 2017 y 2018.

La bestia sigue viva. Las últimas elecciones en Italia han demostrado que si bien las fuerzas populistas salieron hechas jirones de los comicios de Francia y Países Bajos, la pesadilla continúa y la animadversión hacia el proyecto de integración europeo no se disipará por arte de magia. Si se contabilizan los porcentajes de voto de la Liga (18%) y el movimiento Cinco Estrellas (32%) se obtiene la escalofriante cifra de que la mitad de los electores italianos apoya a fuerzas abiertamente en contra de la UE. Respecto a los últimos comicios regionales de 2015, la subida es considerable. Ese año el M5E logró el 18,4% de los sufragios y la Liga Norte un 12,5%.

En las últimas elecciones legislativas austriacas celebradas en octubre, el 26% de los votantes apoyaron a los ultraderechistas del Partido de la Libertad, que ha entrado en el Gobierno de coalición con seis carteras y conseguido integrarse en el paisaje sin demasiados aspavientos por parte de las instituciones comunitarias. En los comicios alemanes, también la ultraderecha de AfD se hizo un hueco en el Bundestag con un 12,6% de los sufragios, 8,2% más que en los anteriores. A pesar de que en Países Bajos, el líder xenófobo Geert Wilders sufrió un importante revés, consiguió el 13,1% de los votos, un 3% más respecto a 2012.

También hay algo de esperanza. Si hay un país en el que el relato del Bien (la UE, Emmanuel Macron) contra el Mal (eurofobia, Marine Le Pen) parecía tejido a la medida de Bruselas, ése es Francia. El joven presidente Macron consiguió imponerse a Le Pen en la segunda vuelta con un margen holgado (66,10% frente a 33,90%) pero la primera vuelta de estos comicios dejaron ver algunas grietas ante tanto optimismo. Le Pen consiguió un 21,30% de los sufragios (el 17,07% en la primera vuelta de 2012) y el movimiento de izquierdas con tintes euroescépticos de Jean Luc Mélenchon un 19,58%. En total, un 40,88% de los votantes franceses se decantaron en la primera vuelta por opciones muy críticas contra el statu quo europeo. Si se contabilizan los últimos comicios en Países Bajos, Francia (elecciones presidenciales), Alemania, Austria (elecciones legislativas) e Italia transcurridos entre 2017 y 2018 se deduce que el 27,12% de su electorado, más de la cuarta parte, votaron en contra de la UE con diferentes matices. Italia ha tomado la delantera de la eurofobia gracias también a la astucia de sus líderes. M5E ha aprendido del error de Le Pen y ha abandonado, no se sabe si por convicción o cálculo, las propuestas más arriesgadas a favor de celebrar un referéndum para abandonar la moneda única. Pero los mimbres son los mismos. Vía Twitter, Nigel Farage (con el que forma familia M5E en el europarlamento) y Marine Le Pen (en el mismo grupo que la Liga) no podían ayer ocultar su entusiasmo.

Ante este panorama, Bruselas se ha sumido en el silencio. El portavoz comunitario Margaritis Schinas mostró ayer su confianza en el papel del presidente de la República italiana, Sergio Matterella, a la hora de dirigir las negociaciones y formar gobierno y parafraseó el «mantén la calma y sigue adelante», el eslogan que el Ejecutivo británico ideó para mantener el ánimo de la población durante los bombardeos de la II Guerra Mundial.

Antes de las elecciones, Bruselas parecía más preocupada por la sempiterna ingobernabilidad italiana que por el nombre del nuevo primer ministro. «Tenemos que prepararnos para el peor escenario, que podría ser un Gobierno no operativo en Italia», aseguró Juncker hace unos días vaticinando incluso una adversa reacción de los mercados financieros. «Lo mejor para Bruselas sería un gobierno de Gran Coalición», aseguraba a LA RAZÓN Guntram Wolff, director del «think tank» Bruegel, antes de conocerse los resultados. Esa posibilidad ahora parece remota tras el batacazo de Renzi y la debilidad de Forza Italia, cuyo candidato, el presidente de la Eurocámara Antonio Tajani, no ha podido ser el dique proeuropeo buscado.