Irak

“Ni políticos ni religiosos”, el lema de las protestas de los indignados iraquíes

Los iraquíes se manifiestan por el empeoramiento de las condiciones económicas. Nuevas protestas por cuarto día consecutivo mientras el Gobierno declara el toque de queda

Protestas en Irak contra el Gobierno/EFE
Protestas en Irak contra el Gobierno/EFElarazon

Pese a tener la cuarta mayor reserva mundial de petróleo, gran parte de los 40 millones de iraquíes viven en la pobreza y sin acceso a servicios básicos

Cansados de la corrupción, la falta de oportunidades laborales y la inseguridad, miles de iraquíes, principalmente los jóvenes, han salido a las calles por cuarto día consecutivo para exigir los cambios prometidos por el nuevo gobierno del primer ministro Adel Abdul Mahdi, que lleva un año en el poder.

Tras la oración del viernes, miles de iraquíes desafiaron el toque de queda y marcharon desde la céntrica plaza de Tayaran, y recorrieron el Teatro Nacional, el barrio de Al Amel y Bagdad al Gadid, pidiendo la dimisión del ejecutivo. A la cuarta jornada de ira se sumó el gran ayatolá Ali al Sistani, máxima autoridad chií, quien dijo en su sermón que “uso excesivo de la fuera contra manifestantes pacíficos resulta inaceptable”.

Previamente, dos prominentes clérigos chiíes, Muqtada al-Sadr y Ammar al-Hakim, expresaron su apoyo a los manifestantes y criticaron al primer ministro por el incumplimiento de las demandas y por uso de la fuerza contra los manifestantes .

Las violentas protestas, en las que las fuerzas del orden han usado cañones de agua, gases lacrimógenos, e incluso munición real, se han cobrado ya un total de 44 muertos y más de 1.600 heridos en todo el país, según la Comisión de Derechos Humanos de Irak. La mayor parte de los fallecimientos se registraron en la provincia meridional de Di Qar, y entre los 1.648 heridos se incluyen a 359 efectivos policiales.

Bajo el eslogan “ni políticos ni religiosos”, las protestas de carácter popular han sido convocadas a través de las redes sociales y no están organizadas por ningún grupo político, ni facción religiosa.

Las autoridades iraquíes, en una medida desesperada para que no se descontrole la situación, pidieron a las fuerzas de seguridad aplicar mano dura contra los manifestantes para que no se descontrolase la situación y han cortado las comunicaciones, así como bloqueado los servicios de internet y cerrado la frontera con Irán.

Se trata del mayor desafío de la seguridad desde la derrota del Estado Islámico. Las protestas comenzaron violentamente el martes en Bagdad y se extendieron a las provincias de Di Qar, Nayaf y Maysan, obligando al gobierno a imponer la prohibición de circular libremente por las calles. Las manifestaciones se volvieron violentas en Bagdad y hubo enfrentamientos con la policía con cuchillos y cócteles molotov lo que llevó al Ejército a declarar el estado de “máxima alerta”.

El jueves además, se escucharon explosiones en la Antes del amanecer se escucharon explosiones dentro de la Zona Verde, un área fuertemente protegida de la capital, que alberga oficinas gubernamentales y embajadas extranjeras.

Las protestas se propagaron a otras provincias iraquíes donde cientos de manifestantes atacaron e incendiaron varios edificios de gobiernos provinciales y oficinas de los principales partidos políticos.

El jueves por la noche la oficina del primer ministro llamó a “moderación” a las fuerzas de seguridad y prometió abrir una investigación para esclarecer el uso de la fuerza que se ha cobrado cerca de medio centenar de muertos, entre ellos un menor.

Irak atraviesa profundos problemas económicos que se han acrecentado después de la guerra contra el Estado Islámico que dejó medio país en ruinas. Los jóvenes cansados de vivir en un país sin oportunidades laborales y con deficientes servicios como la falta de electricidad y agua potable han decidido alzar la voz y decirle al gobierno: ¡basta ya!.

Pese a tener la cuarta mayor reserva mundial de petróleo, la gran parte de los 40 millones de iraquíes viven en la pobreza y sin acceso a servicios básicos. La batalla contra el grupo extremista Estado Islámico ha afectado seriamente las infraestructuras del país, que ya arrastra décadas de destrucción por una guerra civil sectaria, ocupación extranjera, dos invasiones de Estados Unidos, sanciones de la ONU y la guerra contra sus vecinos.

Además, las protestas amenazan con interrumpir la tradicional peregrinación chiita de Arbaeen, cuando se esperan que unos 20 millones de fieles viajen a pie durante días a Irak. A raíz de la violencia, uno de los principales cruces fronterizos entre Irán e Irak utilizado por los peregrinos fue cerrado y las autoridades iraníes recomendaron a los fieles esperar a que la “paz” retorne a las ciudades iraquíes.