Resaca electoral
Luís Montenegro mantiene su rechazo a los ultras de Chega para gobernar en minoría
La derecha populista radical de André Ventura alcanza cotas inéditas para un tercer partido en democracia y exige entrar en el próximo Ejecutivo
Portugal vivió una noche electoral de infarto. Los sondeos anticipaban un escenario apretado de cara a las elecciones legislativas del domingo con la coalición conservadora Alianza Democrática (AD) siempre en cabeza, seguida de cerca por el Partido Socialista (PS) y con los ultras de Chega en una holgada tercera posición. Pero el escrutinio, que llegó a reflejar por momentos un empate técnico, acabó decidiéndose pasada la medianoche por una diferencia de poco más de cincuenta mil votos. En el límite.
Con más del 99% escrutado, y a falta del recuento exterior, la coalición de centroderecha liderada por Luís Montenegro aglutina el 28,63%, de los votos, que se suman a los obtenidos por separado por dos de las formaciones que integran la alianza electoral conservadora en Madeira. Los porcentajes se traducen en un total de 79 diputados en la Asamblea de la República, lejos de la mayoría absoluta que marcan los 116 escaños. A los de Montenegro no les bastaría con los ocho diputados de Iniciativa Liberal (IL), su socio preferente.
En el bloque de la izquierda, los socialistas de Pedro Nuno Santos sufrieron su mayor batacazo electoral desde 2011. Obtuvieron 77 escaños con el 28,66% de los votos. Perdieron cerca de medio millón de electores que los partidos a su izquierda no fueron capaces de absorber, y con ellos más de 40 diputados. La aritmética imposibilita la reedición de la «geringonça», la alianza parlamentaria con los partidos a su izquierda que llevó a António Costa hasta el palacio de São Bento a través de una moción de censura en 2015.
El gran vencedor de la noche fue André Ventura. El líder de la derecha populista radical vio cómo Chega sobrepasaba por primera vez en su corta historia el millón de votos. Los ultras pasaron de tener 12 diputados a contar al menos con 47 asientos en la Asamblea. Cifras históricas para un tercer partido en Portugal. Inéditas desde el regreso de la democracia hace medio siglo.
Ninguno de los principales candidatos se atrevió a comparecer en público antes de medianoche por temor a que saltara la sorpresa. Le tocó al todavía primer ministro Costa hacer balance de las primeras proyecciones antes que el resto desde el hotel Altis de Lisboa, búnker de campaña de los socialistas. Adelantó que los resultados definitivos tardarían en llegar y se responsabilizó de la estrepitosa caída de los suyos. Hizo de fusible para no quemar a su sucesor, Pedro Nuno Santos, que tomó la palabra una hora y media después para conceder la derrota (antes de tiempo, pues tenían opciones de acabar el recuento como primera fuerza) y felicitar públicamente a Montenegro.
«El PS será oposición, lideraremos la oposición, renovaremos el partido e intentaremos recuperar a los portugueses descontentos con el PS, esa es nuestra tarea a partir de ahora», avanzó Nuno Santos, que se comprometió a no obstaculizar la formación de un Gobierno en minoría del centroderecha. «No aprobaremos mociones de rechazo», subrayó en este sentido al no contar con una mayoría alternativa. Sin embargo, el secretario general de los socialistas garantizó en su tono combativo característico, escondido por momentos en la campaña, que no cedería a las presiones para aprobar los presupuestos de AD: «Que la derecha no cuente con el Partido Socialista para gobernar. Que quede claro, no habrá división en el PS».
Nuno Santos dedicó también unas palabras a los de Ventura. «Chega tuvo un resultado muy expresivo que no podemos ignorar», reconoció. «No hay un 18% de votantes portugueses racistas o xenófobos, pero sí muchos portugueses enfadados». La comparecencia del propio Ventura había finalizado precisamente un minuto antes de la aparición en pantalla del candidato socialista. En ella, el líder de Chega había certificado «el fin del bipartidismo», celebrado la reducción de «la extrema izquierda a su insignificancia» y dejado claro que su única aspiración era entrar en el Gobierno. «Habrá una clara mayoría en este Parlamento entre Chega y el PSD. Solo un líder irresponsable del PSD y del partido dejará gobernar al PS», remarcó.
Para entonces, toda la presión recaía sobre los hombros de Luís Montenegro, el último en aparecer en escena ya entrada la madrugada. «AD ganó las elecciones y el partido socialista perdió las elecciones. Los portugueses votaron por el cambio, de Gobierno y de políticas», resumió el líder del centroderecha en una comparecencia en la que volvió a pronunciar su ya tradicional «não é não» (no es no). No pactaría con Chega. Prometió cumplir la palabra dada a lo largo de la campaña. «Tengo la fundada expectativa de que el presidente de la República, después de escuchar a los partidos, me nombre para formar Gobierno», remató Montenegro.
El jefe de Estado, Marcelo Rebelo de Sousa, comenzará el martes en el palacio de Belém las audiencias con los líderes de los partidos y coaliciones que han obtenido representación parlamentaria «teniendo en cuenta los resultados provisionales anunciados por la Secretaría de Gobernación y sin perjuicio de las circunscripciones que aún están por determinarse», según el comunicado de Presidencia. Montenegro tendrá que esperar su turno hasta el miércoles de la próxima semana, cuando se oficializarán los resultados definitivos con el voto exterior. Quedan apenas cuatro de los 230 escaños en juego que, con toda probabilidad, caerán del lado de los dos partidos mayoritarios. Será entonces cuando Rebelo de Sousa nombre al nuevo primer ministro.
El escenario se presenta ingobernable. La periodista Ângela Silva, con buenas conexiones en el palacio de Belém, escribe en las páginas del diario Expresso que «la esquelética victoria de AD y la dura oposición de Pedro Nuno Santos empujan el Gobierno hacia Chega, justo lo que el presidente [de la República Marcelo Rebelo de Sousa] no quería. Si Montenegro aguanta hasta el verano de 2025, Marcelo respirará hondo. Si no, la tercera disolución [de la Asamblea] estará en el horno».
La gran incógnita es saber si Montenegro será capaz de gobernar sin la derecha populista radical. Encima de la mesa hay dos escenarios probables. Por un lado, que acabe rompiendo su promesa electoral e integre a Chega en el próximo Ejecutivo. Por otro, que el líder del centroderecha gobierne en minoría y tenga que negociar con los ultras cada medida en la Asamblea. La gobernabilidad quedaría en manos de Ventura con un PS volcado desde ya en las labores de oposición. La gran prueba de fuego que afronte este eventual Gobierno en minoría de Montenegro será la aprobación de los presupuestos del Estado para 2025.
Cifras de participación récord
Nunca había votado tanta gente en unas elecciones en Portugal como en estas legislativas. Lo hicieron un total de 6,1 millones de personas, a falta del voto exterior. Son casi 745.000 más que en las últimas elecciones de enero de 2022, según los datos de la secretaría general del Ministerio del Interior. El porcentaje de abstención se situó en el 33,77%, el más bajo desde 1995.
Los primeros análisis postelectorales atribuyen a Chega la afluencia masiva a las urnas. Los votantes se acercaron a los colegios electorales bien para votar a la ultraderecha o bien para frenarla. Pero su presencia en las papeletas no dejó esta vez indiferente a nadie. «Una cosa bastante impresionante del crecimiento de Chega es que, geográficamente, el partido ha ganado terreno incluso en regiones donde la penetración había sido escasa hasta ahora. En Oporto, pasó del 4% al 15% de los votos», escribe el politólogo João Cancela en Twitter. Las causas serán analizadas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar