Alianza

Macron y Merz reactivan el deteriorado eje francoalemán

La pareja Macron-Scholz no es que haya funcionado mal, es que casi no ha existido. “Han estado en desacuerdo en casi todos los grandes asuntos”, resaltan los expertos

Berlin (Germany), 18/03/2025.- German Chancellor Olaf Scholz (R) and French President Emmanuel Macron look at each other during a press conference at the Chancellery in Berlin, Germany, 18 March 2025. German Chancellor Olaf Scholz and French President Emmanuel Macron met for bilateral talks. (Francia, Alemania) EFE/EPA/CLEMENS BILAN
French President Macron visits BerlinCLEMENS BILANAgencia EFE

La salud y el futuro de Europa dependen en buena medida de la sintonía del eje francoalemán en estos tiempos de incertidumbre y rearme. La llegada de Trump está significando un auténtico desafío para el bloque pero también un revulsivo, y así es como parecen entenderlo tanto en París como en Berlín, multiplicando gestos de acercamiento tras años de atasco en la dupla que forman las dos principales economías de la UE.

La visita de Merz al Elíseo para cenar a los tres días de ganar las elecciones y justo arrancando las negociaciones para formar coalición en Alemania fue de una rapidez inusual. “Macron integra muy temprano a su futuro interlocutor alemán en la diplomacia de crisis en curso” afirmaba el Süddeutsche Zeitung.

La semana pasada era Macron quien acudía a Berlín a celebrar en otra cena con Merz su gran victoria legislativa para el plan de inversiones multimillonarias en defensa e infraestructuras que ponía fin al ortodoxo rigor presupuestario alemán. “Es una buena noticia para Alemania y para Europa” reaccionaba Macron. Hay muchas pistas que apuntan a una mejoría en la salud de la dupla tras años de desavenencias con el socialdemócrata Olaf Scholz, con quien Macron nunca tuvo buena relación.

La crisis en Ucrania y la incertidumbre sobre el papel de Estados Unidos han acelerado los tiempos. Mientras algunos países europeos miran con escepticismo el fortalecimiento del vínculo entre París y Berlín, otros lo consideran una necesidad vital.

El motor francoalemán funcionó bien durante los últimos años de Merkel en el poder, especialmente durante la pandemia y con los planes de rescate. Empezó a chirriar con la invasión rusa de Ucrania, por sus posturas diversas sobre el apoyo militar y la energía, y por sus visiones distintas sobre China; pero nunca se ha deteriorado tanto como en los últimos meses con Scholz.

La pareja Macron-Scholz ya no es que haya mal funcionado, es que casi no ha existido. “Han estado en desacuerdo en casi todos los grandes asuntos” explica Hans Stark, desde el Instituto francés de Relaciones Internacionales a la agencia France Presse. La lista de temas es amplia: el escudo antimisiles de Europa, la entrega de misiles de larga distancia a Ucrania o el acuerdo de librecambio con el Mercosur. La constatación de mala sintonía fue desde casi el primer minuto y ha durado hasta hoy. Dos temperamentos a las antípodas uno del otro.

Scholz, exministro de Finanzas de Merkel, llegó a la cancillería con una visión poco entusiasta de Francia y de sus constantes incumplimientos presupuestarios con Bruselas. Merz es más francófilo que Scholz, punto que ayuda a mejorar las relaciones. De hecho, no son pocas las veces que el democristiano ha criticado al canciller saliente por haber desatendido esa relación.

En el despacho de Merz en Berlín hay una mítica fotografía en blanco y negro de Konrad Adenauer y Charles de Gaulle símbolo de la tradición de cooperación entre ambos en la que se sustenta la UE. Merz es un democristiano que cree en el anclaje de su país en Europa y, hasta ahora, en las relaciones trasatlánticas con EE.UU. Pero este pilar ahora se tambalea y Berlín está haciendo una transición hasta posiciones que ya defendía Macron en el pasado. Ya en 2017, tras llegar al poder, el presidente francés reclamó la “soberanía europea” ante “la retirada progresiva e ineluctable de Estados Unidos”.

En 2019, decretó la “muerte cerebral” de la OTAN. En 2020, y de nuevo en 2024, ofreció ampliar el paraguas nuclear francés a Alemania. Las respuestas que llegaban desde el otro lado del Rin eran siempre negativas o cuanto menos, poco entusiastas. Ahora Merz ha dado un giro radical gracias al revulsivo de Trump. Benjamin Haddad, ministro francés de Asuntos Europeos, reconocía hace unos días que aún existen desacuerdos, pero valoró la voluntad de avanzar en conjunto: “Merz y su equipo tienen un reflejo franco-alemán. No significa que coincidamos en todo, pero hay una disposición a trabajar juntos”.

A pesar del entendimiento personal, Merz y Macron deberán superar importantes diferencias estructurales. Francia busca aumentar su gasto en defensa al 3% del PIB, pero enfrenta restricciones fiscales y un serio problema de inestabilidad política interna. Una de sus propuestas es recurrir a la deuda conjunta europea, algo que Alemania ha rechazado en reiteradas ocasiones. Otro obstáculo, del lado alemán, podría ser el apego a la relación transatlántica, incluso pese al vendaval de Trump. Washington tiene todavía más de 30.000 soldados estacionados en Alemania. Renunciar a todo ello tampoco sería realista en el corto plazo.