Gobernabildiad

Pandemia de golpes de Estado en África

Nunca en la Historia de África habían sucedido tantos golpes de Estado en un espacio de tiempo tan corto

El líder del golpe de Estado en Guinea Conakri Mamady Doumbouya
El líder del golpe de Estado en Guinea Conakry, Mamady Doumbouya.The AfrinikThe Afrinik

La epidemia de golpes de Estado en África ha adquirido niveles de récord. En apenas cinco años se han registrado golpes en Zimbabue (2019), Guinea Conakry (2021), Chad (2021), Mali (enero y agosto de 2021), Burkina Faso (enero y septiembre de 2022), Sudán (con un golpe exitoso en 2019, otro en 2021 y un golpe fallido y devenido en guerra civil en abril de 2023), Níger (2023) y ahora en Gabón.Once golpes en cinco años, y esto sería sin contar con varios intentos fallidos en Guinea Bissau o las propias Níger y Gabón. La epidemia ha devenido en pandemia y la gobernabilidad en el continente africano degenera hasta niveles nunca vistos.

La variedad en los golpes es además un punto a tener en cuenta. En Zimbabue triunfó en 2015 un golpe realizado por el propio partido de Gobierno, el Zanu-PF, para cambiar el liderazgo de Robert Mugabe por el del actual presidente, Emmerson Mnangagwa. El golpe ocurrido en Gabón en la madrugada del 30 de agosto destituyó a Ali Bongo tras continuar éste en 2009 la dictadura iniciada por su padre en 1967, mientras los últimos golpes en Mali y Burkina Faso destituyeron a sendas juntas militares que accedieron al poder mediante el mismo procedimiento. En Níger, el presidente electo democráticamente, Mohamed Bazoum, fue depuesto por los militares, donde el intento fallido en Sudán en abril de 2023 se traduce como una trifulca entre los mismos generales que tomaron el país en 2019. El golpe más característico fue sin embargo el ocurrido en Chad, cuando el presidente Mahamat Déby recurrió a un autogolpe para perpetuarse en el poder tras la muerte de su padre.

En los golpes ocurridos en algunos países del Sahel, las enseñas rusas y las pancartas en favor de un partenariado con el Grupo Wagner y Vladimir Putin han sido tendencia; una dinámica que no se ha observado ni en Gabón ni en Zimbabue, como tampoco en Chad o en Sudán. Un común denominador que se aplicaría a un elevado número de golpes sería, eso sí, la sucesión de goles que lleva recibiendo Francia en sus relaciones africanas desde 2021. Burkina Faso, Mali y Níger, tres excolonias francesas, han roto relaciones con su antigua metrópoli expulsando a los embajadores galos de sus respectivos países. Gabón también ha sido un importante aliado de Francia en el continente de la mano de la dinastía de los Bongo, y, pese a ser pronto para extraer conclusiones, todo apunta a que la destitución de Ali Bongo proseguirá la mala racha de Emmanuel Macron.

El resultado inmediato de tamaña inestabilidad política sería una grave degeneración de la gobernabilidad en el continente. Incluso en los golpes donde se pretendía derrocar a dictaduras históricas, como ha sido el caso de Gabón, la entrada de los militares en el Gobierno no hace sino cambiar un autoritarismo por otro, mientras el resto dejan en evidencia los mecanismos democráticos que deberían garantizar el correcto funcionamiento de un país. Cada una de las juntas militares ha anunciado un periodo de transición que varía de los dos a los cinco años, sin que se hayan dado todavía elecciones en ninguno de los países afectados.

La debilidad de las organizaciones regionales (con mención especial a la CEDEAO en África Occidental, pero también considerando la inacción de la Unión Africana ante los acontecimientos) ha quedado patente. Haría falta imaginar en qué situación quedaría la Unión Europea si se sucedieran los golpes de Estado en Italia, Grecia, España y Eslovenia, por ejemplo, sin que la organización pudiera hacer nada para evitar la deriva. La CEDEAO hace más de un mes que amenazó a los golpistas en Níger con intervenir militarmente en el país para restaurar el orden constitucional, pero lo único que se ha observado desde entonces es una creciente división entre sus estados miembros a la hora de tomar una acción contundente y que podría arrastrar a la región a una guerra a gran escala donde el yihadismo sería el gran beneficiado.