Reforma judicial
La aprobación de la polémica ley agrava la brecha en Israel
Miles de personas protestan simultáneamente en distintos puntos de Jerusalén y Tel Aviv contra la iniciativa legal impulsada por Netanyahu
No hubo sorpresas en el guion y a primera hora de la tarde de este lunes la Knesset o Parlamento de Israel aprobó de forma definitiva la primera ley de la reforma del poder judicial impulsada por el Gobierno de Benjamin Netanyahu. Y lo hace en medio de un ambiente de fractura social inédita y con un movimiento de protestas acampando en los propios aledaños de la sede parlamentaria, en Jerusalén.
La ley aprobada, que permite al Tribunal Supremo revocar nombramientos o decisiones gubernamentales en función de si son o no razonables, obtuvo el respaldo de 64 diputados -todos los de los partidos de la coalición de gobierno- y ningún voto en contra, ya que se ausentaron de la votación los 56 diputados del bloque opositor. La ley había sido aprobada en primera lectura por los miembros de la Knesset el pasado 11 de julio.
“Hemos dado el primer paso en el importante proceso histórico de corregir el sistema legal y restaurar los poderes que le fueron quitados al gobierno y la Knéset durante muchos años”, afirmó ayer el ministro de Justicia, Yariv Levin, considerado el arquitecto de la reforma judicial, tras la votación. A juicio de Levin, la ley “reestablecerá el equilibrio entre las autoridades gubernamentales y el respeto a la voluntad de los votantes”.
Falta ahora por otra ley, el otro pilar de la reforma, la que permitirá cambiar la composición del comité de selección de jueces. Había quedado en suspenso –solo falta una votación para su aprobación– el pasado mes de marzo, cuando Netanyahu decidió congelar la reforma con el propósito de lograr un mayor “consenso”.
La aprobación ayer de la ley culminaba una sesión plenaria que había comenzado el domingo, durante la cual los diputados pudieron debatir -30 horas de discusiones- a favor y en contra de la reforma del poder judicial. El gran ausente de la sesión del domingo fue el primer ministro e impulsor de la reforma, Benjamin Netanyahu, a quien le fue implantado con éxito un marcapasos en un centro médico situado en la periferia de Tel Aviv. El jefe del Gobierno israelí había ingresado por su propio pie una semana antes en el mismo hospital por una indisposición, algunos medios revelaron que por dolores en el pecho, y entonces los médicos le detectaron una arritmia.
Entretanto, la protesta contra la ley que anula la doctrina de la razonabilidad alcanzaba en la tarde de ayer grados de máxima intensidad –en medio de un calor asfixiante- en varios puntos de la geografía israelí. En la tarde de este lunes una multitud intentó cruzar las barreras que protegen la sede del Parlamento al tiempo que bloqueaba las avenidas adyacentes a la misma y provocaba un importante atasco. Además, miles de personas intentaron durante la jornada de ayer bloquear los accesos a Jerusalén tomando la autopista Begin, así como la entrada al aeropuerto internacional Ben Gurion, en Tel Aviv. Otra nutrida protesta se registró ayer en los alrededores del Tribunal Supremo. Una protesta similar se registró en la ciudad de Haifa.
Los enfrentamientos entre manifestantes y Fuerzas de Seguridad, que emplearon cañones de agua y recurrieron a la policía montada, dejaron 19 detenidos y cinco heridos leves. Además, miles de manifestantes permanecen acampados en una explanada situada frente a la sede de la Knesset desde la tarde del sábado. El movimiento Kaplan, principal organización detrás de las protestas, asevera que seguirán movilizándose “hasta el final”.
Una marea humana, siempre pertrechada con banderas israelíes, se había desplazado desde Tel Aviv hasta Jerusalén en una marcha a pie que duró cuatro días para protestar –por vigésimo novena semana consecutiva, récord en la historia israelí- contra la aprobación parlamentaria de la reforma. Se estima que más de medio millón de personas se echó a la calle de las distintas ciudades de Israel este fin de semana para manifestar su desacuerdo.
El movimiento considera que la reforma socava la separación de poderes y la independencia de la justicia. “Nuestra condición principal era proteger la democracia israelí, pero con este gobierno es imposible llegar a acuerdos que la preserven. “Quieren destrozar el Estado, destrozar la democracia, destrozar la seguridad de Israel, la unidad del pueblo de Israel y nuestras relaciones internacionales”, declaró poco antes de la votación el líder de la oposición y ex primer ministro Yair Lapid. Mientras tanto, el máximo responsable de la principal confederación sindical de Israel, Hustadrut, Arnon Bar-David, anticipaba ayer “una huelga general”.
El heterogéneo campo de quienes se oponen a la reforma lo integran empleados de los pujantes sectores de la alta tecnología, personal de las distintas universidades o reservistas de las Fuerzas de Defensa y agencias de inteligencia. Estos últimos habían venido manifestando su apoyo al movimiento de protesta en las últimas semanas. No en vano, el pasado sábado un total de 1.142 reservistas comunicaron al jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, y al de la Fuerza Áerea, Tomer Bar, que no acudirían a sus respectivos entrenamientos. En total unos 10.000 reservistas de distintos cuerpos y unidades del Ejército coinciden en la decisión como medida de protesta contra el Ejecutivo.
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