Polémica en Colombia

Petro fulmina a su jefa de Gabinete y al embajador en Venezuela tras el escándalo

El presidente colombiano anuncia la retirada del Gobierno de la jefa de Gabinete, Laura Sarabia, y del embajador en Venezuela, Armando Benedetti, dos personas de su máxima confianza

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, pronuncia un discurso durante una manifestación en apoyo a sus reformas sociales, en la Casa de Nariño en Bogotá (Colombia).
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, pronuncia un discurso durante una manifestación en apoyo a sus reformas sociales, en la Casa de Nariño en Bogotá (Colombia).Mauricio Dueñas CastañedaAgencia EFE

El suyo iba a ser el Gobierno del cambio en Colombia, pero por ahora parece más bien el de la parálisis y los escándalos. Cerca de un año de haber alcanzado el poder y haberse convertido en el primer presidente izquierdista del país suramericano, Gustavo Petro ve cómo sus grandes apuestan se atascan en el Congreso y su Gobierno naufraga en medio de la polémica y las disputas internas.

La última, la protagonizada por sus aliados más fieles, enzarzados en una disputa pública mientras el presidente asistía a una cumbre de líderes suramericanos en Brasil.

Se trata de su jefa de Gabinete, Laura Sarabia, y su embajador en Venezuela, Armando Benedetti, uno de sus principales valedores hace años. Sarabia y Benedetti ya habían tenido sus diferencias sobre los consejos que uno y otro daban al presidente, pero las cosas se enfangaron del todo esta semana. Benedetti acusó a Sarabia de ocultar una gran cantidad de dinero en su casa y haber sometido a la niñera de su familia a presiones intolerables por sospechar que ésta le había sustraído 7.000 dólares.

La niñera, que desde el sábado es protagonista en todos los informativos colombianos, había sido sometida contra su voluntad a la prueba del polígrafo y ayer mismo saltaba el escándalo de que su teléfono había sido intervenido por la Dirección de Investigación Criminal de la Policía. El fiscal general, Francisco Barbosa, aseguró que la niñera y otra empleada doméstica habían sido espiadas por «una Gestapo colombiana» integrada por policías que las hicieron pasar por integrantes del Clan del Golfo, un peligroso grupo criminal, para justificar las escuchas.

La guerra abierta entre sus dos más cercanos colaboradores se ha convertido en un problema de lo más incómodo para Petro, que tuvo que pedirle a Benedetti que se abstuviera de seguir atizando el fuego en las redes sociales. Benedetti es uno de los leales de Petro desde hace años y el presidente lo envió como embajador a Caracas con la difícil y estratégica misión de restablecer las relaciones con el régimen de Nicolás Maduro, rotas desde hacía años. Y Sarabia, la jefa de su equipo, la mujer de su máxima confianza encargada de mantener la cohesión interna y la coherencia en los mensajes del Gobierno.

Finalmente y a pesar de su cercanía, al presidente colombiano no le ha quedado más remedio que fulminarles.

"Mientras se investiga, mi funcionaria querida y estimada y el embajador de Venezuela se retiran del Gobierno para que desde el poder que implican esos cargos no se pueda tener ni siquiera la desconfianza de que se va a alterar los procesos de investigación", manifestó Petro en una ceremonia de ascensos militares en Bogotá, en declaraciones recogidas por EFE.

"Tengo plena tranquilidad de haber obrado correctamente, con integridad y sin ningún interés particular", ha escrito Sarabia en un comunicado difundido en las redes sociales. La ya exjefa de Gabinete asegura estar lista para rendir "todas las explicaciones necesarias para el esclarecimiento de los hechos, y lucharé profundamente por defender mi reputación".

El fiscal Barbosa, elegido en la época del Gobierno de Iván Duque, y opositor de facto a Petro, ya ha anunciado una investigación y que llamará a declarar a todos los protagonistas de esta chusca historia.

Y no es el único frente abierto para Petro. El exguerrillero y exalcalde de Bogotá había hecho de la reforma del sistema sanitario y de las pensiones su principal bandera, eran las promesas con las que intentó seducir a gran parte del electorado en un país tradicionalmente atravesado por la desigualdad, pero ni la una ni la otra han logrado prosperar en un Congreso que el presidente nunca ha logrado controlar y en el que las cosas parecen cada vez más difíciles para él.

Más después de la inhabilitación del senador Roy Barreras por el Consejo de Estado, un alto tribunal colombiano que dictaminó que este político clave para Petro había militado simultáneamente en dos partidos. Barreras, un avezado y veterano político conocido por su habilidad para tejer las lealtades más insospechadas, era el hombre en el que Petro confiaba para conseguir las mayorías parlamentarias que requieren sus iniciativas legislativas. Sin él, todo será aún más difícil.

La inhabilitación de Barreras no ha sido el primer revés judicial para Petro, que ha visto anulados algunos nombramientos claves porque los jueces concluyeron que no se había seguido el procedimiento debido. El presidente asegura que la judicatura está impulsando contra él un «golpe blando» y ha anunciado manifestaciones que él mismo encabezará para frenarlo.

Petro se declara convencido de que hay poderes fácticos empeñados a toda costa en que su Gobierno fracase. Pero hay errores de los que no puede culpar a nadie más que a él mismo. Uno de los más recientes y flagrantes fue el tuit que publicó el 19 de mayo informando de que se había localizado con vida a los cuatro niños indígenas desaparecidos tras estrellarse la avioneta en la que viajaban en el departamento selvático de Caquetá. El caso tiene en vilo al país y el anuncio presidencial provocó un momentáneo alivio, pero luego resultó que los menores aún no han sido hallados y Petro tuvo que disculparse por dar información no confirmada en un tema tan sensible. A los niños se les sigue buscando día y noche.