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Disturbios

Al Qaeda se hace eco de las protestas en Marruecos y les recomienda presión y coordinación

La banda yihadista reconoce que el movimiento surgió espontáneamente, al margen de cualquier influencia suya, pero trata de aprovecharse

Agentes de Seguridad y manifestantes en Rabat JALAL MORCHIDIEFE

“Las protestas actuales en Marruecos no son solo una indignación pasajera. Son un claro ejemplo de una crisis que se ha acumulado durante años: educación marginada, atención médica deteriorada y una población juvenil que ha esperado demasiado. Lo que está ocurriendo es un intento de restablecer la relación entre el Estado y la sociedad, entre la ambición y la realidad (...) Pero el camino no está lleno de rosas; requiere determinación, presión, coordinación y sacrificios”

El análisis ha sido publicado en un chat en el que normalmente se insertan noticias de la franquicia de Al Qaeda en Somalia, Al-Shabaab, lo que demuestra el interés que entre los yihadistas suscita todo lo que ocurre en Marruecos, un país que se destaca por la lucha contra este tipo de terrorismo, el de Al Qaeda y el del Estado Islámico, gracias a la eficacia de sus servicios de información.

El que Al Qaeda se haga eco de las protestas no significa que tenga algo que ver con las mismas, sino que trata de apropiarse de algo que le es ajeno, al ser un movimiento surgido espontáneamente de dos movimientos juveniles marroquíes que recogían el malestar existente por determinadas carencias sociales.

De hecho, lo reconocen: “movimientos juveniles como GenZ 212 y Moroccan Youth Voice se encuentran entre los principales organizadores. Carecen de un liderazgo central claro y suelen organizarse a través de plataformas de redes sociales como TikTok, Instagram y Discord”.

Sin embargo, se permiten dar una serie de consejos para que las protestas tengan éxito:

--La ausencia de un mando central puede facilitar una respuesta de seguridad o dispersar el movimiento, pero la naturaleza colectiva de la base le da la respuesta más amplia posible.

--El riesgo de que las protestas pacíficas se conviertan en violencia, lo que podría hacer que el movimiento pierda apoyo popular o justificar una respuesta estatal dura.

“También es posible involucrar a organizaciones de derechos humanos y de la sociedad civil: el movimiento puede exigir la participación de organizaciones de derechos humanos o sindicatos como mediadores o partidarios”, concluye.