Italia
El Papa y el rey Carlos de Inglaterra rezan juntos 500 años después del cisma anglicanos
El rezo ha tenido lugar en la Capilla Sixtina
Casi 500 años después de que el cisma anglicano dividiera para siempre a la Iglesia católica y la Iglesia de Inglaterra, el papa León XIV y el rey Carlos III hicieron historia al rezar juntos en comunión en la Capilla Sixtina del Vaticano. Un evento que desde la Santa Sede fue interpretado como un punto de inflexión que abre las puertas a un acercamiento entre las dos iglesias.
El Pontífice, acompañado por el el arzobispo de York, Stephen Cotrell, el clérigo de mayor rango y líder espiritual de la Iglesia anglicana, que próximamente cederá el testigo a Sarah Mullally, arzobispa de Canterbury, presidió en la capilla vaticana una plegaria ecuménica, el término religioso que se emplea para referirse a la búsqueda de unidad entre los cristianos, pronunciada en inglés y en latín.
La ceremonia, que duró unos 30 minutos, combinó tradiciones católicas y anglicanas y fue intercalada por la música de los coros de la Capilla Sixtina y de la Capilla de San Jorge de Windsor, pero sobre todo dejó una imagen inédita: un Papa de Roma y un rey británico, que ejerce como gobernador supremo de la Iglesia anglicana, rezando juntos bajo la atenta mirada de los frescos de Miguel Ángel.
La plegaria ecuménica en la Capilla Sixtina fue el momento de mayor expectación del viaje de Estado al Vaticano de los soberanos británicos, la primera desde su ascensión al trono en 2022, pero la visita comenzó un par de horas antes. Alrededor de las once de la mañana, Carlos III y Camilla cruzaron la Via della Conciliazione a bordo de una Bentley, con el escudo y el estandarte real, para ser recibidos por León XIV en la biblioteca del Palacio Apostólico.
La audiencia se alargó unos 40 minutos y al finalizar se llevó a cabo el tradicional intercambio de regalos. Antes de que el papa León acompañara a los monarcas hasta el patio de San Dámaso para despedirlos personalmente, un hecho muy excepcional, se intercambiaron varias distinciones; Carlos III nombró al Pontífice Caballero de la Gran Cruz de la Orden de Bath, que tradicionalmente la familia real británica concede a los jefes de Estado; y el Papa le nombró Caballero de la Gran Cruz con Collar de la Orden Vaticana del Papa Pío IX, la máxima condecoración pontificia.
Un intenso trabajo para reanudar lazos
Más tarde, mientras la reina Camilla, que llevó un vestido y un velo negro, siguiendo el protocolo vaticano, visitaba la Capilla Paulina acompañada por la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, el soberano británico se reunió con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, con quien reflexionó sobre la importancia de promover la paz y la seguridad frente a los actuales desafíos globales, así como la protección del medio ambiente, una preocupación que Carlos III comparte con el Papa estadounidense y peruano.
La histórica visita de los reyes de Inglaterra continuó en la Basílica de san Pablo de Extramuros, una de las cuatro basílicas mayores de Roma, donde el soberano británico fue nombrado Cofrade Real de San Pablo, un reconocimiento propuesto por León XIV que celebra el vínculo espiritual entre la Corona británica y la Santa Sede.
El rey de Inglaterra siguió la ceremonia en la basílica romana desde un sitial, un asiento exclusivo creado especialmente para el monarca, que permanecerá en el templo y podrá ser utilizado en el futuro por sus sucesores en el trono británico. Del mismo modo, el Papa será reconocido como cofrade papal y también tendrá un escaño especial en la Capilla de San Jorge de Windsor.
Tras abandonar la basílica romana, Carlos III se reunió con seminaristas y ciudadanos británicos que trabajan en el Vaticano, así como embajadores de la Commonwealth en el Pontificio Colegio Beda, en la capital italiana, poniendo el broche final a una visita que abre un nuevo capítulo en las relaciones de la Iglesia anglicana y la católica, divididas desde que el rey Enrique VIII rompió con Roma en 1534 a raíz de la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos.
La Santa Sede y el Reino Unido no restablecieron relaciones hasta 1914 y sólo en 1982 Londres abrió una embajada en el Vaticano. Desde entonces, el trabajo para reanudar los lazos ha sido intenso. Una labor que comenzó a dar sus frutos tras la aprobación en 2009 de un documento con el que Benedicto XVI abrió las puertas de la Iglesia católica a los aproximadamente 20 millones de bautizados anglicanos que lo desearan, sin renunciar a sus ritos, lo que significó admitir a los fieles y sacerdotes, incluidos los casados.