Chile

Ricardo Lagos: «Las elecciones de Venezuela deben ser el principio de un diálogo político»

El ex presidente de Chile asegura que América Latina tiene que avanzar hacia la integración política

El ex presidente de Chile, Ricardo Lagos
El ex presidente de Chile, Ricardo Lagoslarazon

El ex presidente de Chile asegura que América Latina tiene que avanzar hacia la integración política para sobrevivir en un mundo dominado por los grandes bloques económicos

Pocos políticos hablan con la convicción de Ricardo Lagos. El mandatario que presidió Chile entre los años 2000 y 2006 es un hombre enamorado de la palabra. En una entrevista concedida a LA RAZÓN durante una visita a Madrid, Lagos, que fue el primer presidente socialista que gobernó Chile tras la dictadura, asegura que América Latina seguirá dando buenas noticias en el terreno de la política y apunta a Colombia como el “país estrella” de los próximos años una vez que firme el acuerdo de paz. Sobre la crispada situación en Venezuela, confía en que las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre sean el principio del diálogo político.

Durante su mandato como presidente, Chile consolidó la senda democrática eliminando de la Constitución los vestigios militares del pinochetismo. En lo económico, el país siguió con la apertura comercial mediante la firma de tratados con EE UU, China y Europa. La buena marcha de la economía en 2006 y su trabajo por la recuperación de la memoria histórica impulsaron la popularidad de Lagos, que se retiró con una aprobación del 75% y unas credenciales internacionales de prestigio.

-¿Qué condiciones se tendrían que dar para que usted decidiera presentar su candidatura a la presidencia de Chile?

-Yo no lo estoy ni pensando. Las encuestas sobre los políticos son bajísimas, lo cual habla de una cierta deslegitimidad de la actividad pública en el país, que por desgracia no es exclusiva de Chile. En España, con el mayor de los respetos, nadie pensó que cuatro años después de las elecciones iban a tener el cuadro político que tienen hoy. La última vez que me preguntaron sobre si me iba a presentar, dije que amo Chile y entonces empezaron a decir que yo quería volver.

-¿Ha llegado el momento de que Chile haga su segunda transición?

-Yo no diría la segunda transición de Chile. Creo que al sacar los enclaves autoritarios de Pinochet con la reforma que yo hice en 2005 dimos el paso fundamental. No es Chile en segunda transición, sino América Latina. Ahora, el problema fundamental ya no es la pobreza sino los sectores medios emergentes que demandan mucho más. Nuestros niveles de recaudación son insuficientes. Son suficientes para bajar la pobreza, pero insuficientes para satisfacer las demandas de los sectores medios. Ustedes, en 1982, tenían una presión tributaria del 23% del PIB. Cuando se fue Felipe González en 1996 era del 35%.

-¿Y en Chile?

-Esperamos haber pasado con la reforma tributaria que se aprobó del 18% al 23%. Por tanto, nos queda la parte más dura. Eso le ocurre a todos los países de América Latina hoy. En recaudación tributaria estamos a años luz de la media de la OCDE, con la que nos gusta mucho compararnos en Chile. Hay una segunda transición que hacer. Según el FMI, el grueso de nuestros países, México, Brasil, Argentina, Colombia, Paraguay, Perú, Chile, va a estar sobre los 25.000 dólares PIB per capita en unos años. Hay muchas tareas pendientes, como la distribución de ingresos, pero ahí vamos.

-¿En Chile existen fuerzas oscuras herederas de la dictadura que tratan de evitar que el país camine por la senda democrática?

-No diría fuerzas oscuras. Lo que ocurre es que ellos heredaron un sistema institucional en donde había un sistema electoral que permitía que esos segmentos hayan tenido un derecho a veto durante 25 años. Ahora están asustados porque el derecho a veto es más difícil. Se acostumbraron a gobernar sobre la base de que podían vetar al presidente. En este sentido, la presidenta ha obtenido una mayoría significativa por primera vez, y como resultado ha podido aprobar una reforma tributaria y laboral.

-¿Qué tres aspectos fundamentales cree que habría que cambiar en la constitución chilena?

-Primero, el estado subsidiario, porque después de la crisis global no se resiste. Segundo, la Constitución tiene que permitir a cualquier Gobierno elegido de forma mayoritaria que desarrolle su programa legislativo sin la amenaza de que pueda ser paralizado por el Tribunal Constitucional. Y el tercer punto es el establecimiento de normas para que la Constitución no sea pétrea, imposible de cambiar, pero también para que pueda aguantar en el tiempo.

-Nadie esperaba que la segunda legislatura de Bachelet fuera a ser tan complicada. ¿Qué está ocurriendo dentro de Chile?

-Por un lado, está la situación personal tan lamentable respecto a su hijo. Esto ha afectado. Lo segundo se refiere al tema de la financiación de los partidos políticos y tiene que ver con una reforma que hizo en 2003. Yo planteé que hubiera financiamiento público para los partidos para que el dinero no influyera en la campaña. Al final, se planteó que las empresas pudieran financiar a los partidos. No me pregunte cómo se ha repartido la plata. Ya van tres campañas y el 75% del dinero ha ido para los partidos de derechas. Ya se sabía que iba a ser así. Con respecto a los escándalos sobre el financiamiento de los partidos, no me cabe duda de que se va a hacer una legislación. La presidenta Bachelet optó por nombrar una comisión de alto nivel sobre el tema donde se establece que los partidos tienen que responder por el dinero que reciben, lo cual es un desafío para los propios partidos políticos porque tienen que autolegislarse. Y algunos no están muy contentos, pero yo creo que al final se va a imponer el criterio de la presidenta. Hay que recuperar la confianza, que es algo muy difícil de recuperar cuando se pierde.

-¿La integración política en América Latina es cada vez más difícil?

-Es indispensable ir hacia esa integración. El mundo del futuro va a ser el mundo de los grandes bloques regionales o no va a ser. Entiendo que haya bloques antagónicos en función de los intereses de un país. Entiendo que Brasil defienda y proteja su mercado interno, y entiendo que un país más pequeño, como Chile, prefiera un acuerdo de libre comercio con Europa, China, Estados Unidos. Hoy en Chile, más del 95% de nuestro comercio se hace bajo un acuerdo de libre comercio. El arancel medio es menos del 2%. Por tanto, entiendo que esas discrepancias entre países son razonables. Distinto es cuando se quieren hacer acuerdos políticos, pero así no se hace la integración de los grandes bloques.

-¿El centro del mundo se está moviendo hacia el Pacífico?

-Históricamente, el cambio de hegemonía entre países ha sido normal, pero lo que estamos viendo ahora es un tránsito hacia el Pacífico de un país-continente como es Estados Unidos a otro país-continente como es China. ¿Y América Latina qué? Si queremos incidir en el mundo tenemos que tener una sola voz, aunque luego tengamos una geometría variable, como tienen ustedes en Europa, porque el mundo va hacia grandes bloques. Yo sé que es complejo, pero más nos vale ponernos de acuerdo.

-¿Cree que Venezuela está en un callejón sin salida?

-A uno le gustaría pensar que hay salidas sensatas, pero creo que en general los países que están en condiciones más complejas hoy -no me refiero sólo Venezuela- son aquéllos que no aprovecharon la década dorada. Venezuela gastó mucho en esa década y ahora hay que hacer el ajuste. Han firmado préstamos por 50.000 millones con los amigos chinos. Ellos dicen que tienen garantías como es PDVSA, la petrolera estatal, pero yo no sé si esas garantías son ejecutables. La situación para afrontar los pagos en 2016 es extraordinariamente difícil para Venezuela, según están hablando varios fondos de inversión. Pensar en un default puede ocurrir, no digo que vaya a ocurrir, porque no soy un experto en esto.

-¿La situación política ha derivado en un autoritarismo creciente?

-Lo estamos viendo. El que los principales dirigentes opositores estén en la cárcel y que el fiscal que acusó a Leopoldo López esté diciendo desde el extranjero que fue presionado son cosas muy serias. El derecho a la representación en estas elecciones -que todos esperamos que puedan ser el principio de un diálogo político- está siendo denegado, y no sólo a López sino a miles de ciudadanos venezolanos que quieren que Leopoldo López les represente.

-¿Qué pasos hubiera seguido Chávez si hubiera vivido?

-Es tan difícil decir por dónde habría ido Chávez. Yo pienso que había un Chávez con el petróleo a 20 dólares el barril y otro Chávez distinto con el petróleo a 80 dólares el barril. Chávez tenía un manejo de su gente que no tiene Maduro.

-¿Ganará Bolivia su reclamación en La Haya por una salida al mar?

-Yo entiendo la simpatía del mundo hacia Bolivia porque la diferencia es tan grande con Chile. Bolivia nos ha llevado al tribunal de La Haya. Pero creo que hay que restablecer un diálogo. Perú también se fue a La Haya a discutir unas cosas que para nosotros estaban absolutamente resueltas, pero seguimos teniendo relaciones con Perú. Recientemente, La Haya se ha declarado competente para conocer, pero no para exigir que de las negociaciones entre Chile y Bolivia haya un resultado predeterminado, o sea, que de soberanía nada. Chile ejerce la soberanía porque tiene un tratado vigente. En la demanda de Bolivia nunca se habla del Tratado de 1904, porque saben que no pueden, en cambio hablan de derechos expectaticios. Pero si hablamos de derechos expectaticios en Europa, entonces Polonia podrá recuperar territorio, y Austria también. ¿Se imagina lo que estoy diciendo? Si la solución es la soberanía, la soberanía entonces la tiene Perú, porque es Perú quien tiene que autorizar si Chile cedo un territorio. Perú nunca va a aceptar que entre Perú y Chile se acabe la frontera, porque en medio está Bolivia. Ése es el problema real.

-¿Le sorprendió el paso dado por Obama sobre el deshielo con Cuba?

-Lo de Obama es muy importante. Cuba, que era un país que exportaba guerrilleros y revoluciones al resto de América Latina, está ahora preocupado por buscar una armonía y que se acaben las guerrillas en América Latina. Es una buena noticia para la región y ha sido un triunfo completo de Obama.

-¿Cuál es el país con más expectativas de América Latina?

-Si usted me pide una apuesta yo le digo que el país estrella en los próximos años va a ser Colombia. Tiene 45 millones de personas, más que Argentina, y puede que ya sea el país número tres de la región por su PIB, debe de estar muy cerca de Argentina si es que ya no lo pasó. Colombia, con la paz -que la va a tener en marzo del próximo año- va a crecer dos puntos en su PIB en los próximos cinco años.

-¿Cree que la firma de la paz es inexorable en Colombia?

-Se avanzó demasiado para que haya una vuelta atrás. En toda negociación hay un punto de no retorno porque ya se ofreció mucho para llegar a un acuerdo. Si se fracasa llegado ese punto, como se ofreció tanto, los radicales que hay en cada campo se la van a cobrar. Además, hay que tener en cuenta otro punto, la tecnología. Hoy día, el más modesto de los drones detecta quién está escondido en la selva. Cuando mataron a Tirofijo en una incursión inmediatamente nombraron a un sustituto. Tardaron un mes en matarle. Ahí se dieron cuenta las FARC que habían cambiado las tecnologías y que la selva ya no era lo que había sido. Y ahí comenzó el proceso de paz. Soy un convencido de que va a haber paz y de que seguirán las buenas noticias de América Latina.

-¿Y Argentina?

-La sorpresa la dieron en la elección. No sé qué va a pasar en la segunda vuelta. Si gana Macri ya no va a ser una sorpresa. Pase lo que pase es distinto lo que se pensaba antes y lo que pasó ahora. Argentina es un país tan rico. Si hubiera habido un G5 en la época de la Primera Guerra Mundial en él habría estado Argentina. Yo viví un tiempo en Argentina y un día descubrí en una librería de viejo un mapa de Buenos Aires de 1914. Al abrirlo me di cuenta de que ese mapa era el metro de hoy en Argentina. En 1914 el metro de Argentina cubría toda la ciudad de Buenos Aires. Y desde 1914 hasta ahora no han hecho ni un kilómetro. Eso para mí es la mejor descripción de Argentina.