Alemania

Steinmeier advierte: la democracia alemana vive su mayor amenaza desde la reunificación

En el aniversario de la caída del Muro de Berlín, el jefe del Estado alerta del resurgir del antisemitismo y del avance de la extrema derecha

El presidente de Alemania Steinmeier
El presidente de Alemania SteinmeierASSOCIATED PRESSAgencia AP

En Alemania, cada 9 de noviembre la historia vuelve a desplegar sus contrastes: el júbilo por la caída del Muro y el horror de la Noche de los Cristales Rotos comparten fecha y memoria. Este año, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier aprovechó la conmemoración para lanzar una advertencia que sonó más urgente que solemne. «Nunca, desde la reunificación, la democracia y la libertad habían estado tan amenazadas», dijo este domingo en el Palacio de Bellevue ante cientos de invitados, en un discurso que mezcló la mirada al pasado con una llamada directa al presente.

Sin nombrarla, se refirió a la extrema derecha y al auge de los ultras de Alternativa para Alemania (AfD), que lideran ya los sondeos en varios estados federados. «Los populistas y extremistas desprecian nuestras instituciones democráticas, envenenan el debate público y comercian con el miedo», alertó y añadió: «La democracia no está condenada a entregarse; puede defenderse. Debemos actuar y debemos hacerlo ahora».

Steinmeier insistió en que el 9 de noviembre resume «la luz y la sombra de la historia alemana»: el nacimiento de la República en 1918, las llamas de las sinagogas en 1938 y la caída del Muro en 1989. «En este día se refleja el núcleo de nuestra identidad», afirmó. Pero su mensaje fue más político que conmemorativo. El presidente defendió la necesidad de una «democracia combativa», capaz de hacer frente a quienes buscan socavarla desde dentro, y recordó que el propio orden constitucional prevé instrumentos para ello, desde la exclusión de funcionarios hasta la ilegalización de partidos. «Quien se alza contra la libertad no puede ser juez, maestro ni soldado. Una democracia fuerte debe protegerse de sus enemigos», sentenció.

El jefe del Estado respaldó también el llamado «cordón sanitario» frente a la extrema derecha. «Con extremistas no puede haber colaboración, ni en los gobiernos ni en los parlamentos», advirtió, aunque añadió un matiz inusual en tiempos de polarización: pidió cautela con el uso indiscriminado del término «extremismo» y reclamó a los partidos del centro político —tanto a la derecha como a la izquierda— mantener la distancia sin caer en la descalificación automática. «Es peligroso si temas como migración o seguridad ya no pueden debatirse porque enseguida planea la acusación de racismo —aseguró—; eso sería entregar el debate público al margen más radical».

Fuera del protocolo, la fecha también volvió a cargar de simbolismo las calles. En Berlín, frente al edificio de la comunidad judía, se leyeron durante horas los nombres de los 55.696 judíos asesinados en la capital durante el Holocausto. En los actos conmemorativos, supervivientes y representantes de asociaciones judías recordaron que el antisemitismo «nunca se fue» y que hoy vuelve a manifestarse con fuerza. Eva Umlauf, una de las últimas supervivientes de Auschwitz, confesó sentir «frío» al comprobar que «otra vez hay quienes se entusiasman con el odio».

El vínculo entre memoria y actualidad fue constante. En su declaración, el Comité Internacional de Auschwitz pidió «solidaridad activa» con los supervivientes y una defensa firme de la democracia frente a los discursos extremistas. «El 9 de noviembre es un día de duelo, pero también un día de responsabilidad», afirmó su vicepresidente Christoph Heubner.

La advertencia se produce en un contexto en el que la vida judía en Alemania se ha vuelto más precaria. Desde los ataques de Hamás contra Israel en octubre de 2023, el país ha registrado más de 2.200 delitos antisemitas. El comisionado gubernamental Felix Klein asegura que «no se ha vuelto la normalidad». Muchas familias evitan mostrar símbolos religiosos y algunas han cambiado sus nombres por miedo a agresiones. «Es un continuo equilibrio entre visibilidad y seguridad», resume Josef Schuster, presidente del Consejo Central de los Judíos, quien denuncia que «la empatía social se ha enfriado».

En Berlín, la policía protege a diario 163 instituciones judías con casi 700 agentes, y las comunidades limitan sus actos públicos o suspenden actividades culturales. «La situación es tensa y el estado de excepción se ha convertido en rutina», admite un portavoz policial en declaraciones a la prensa alemana. Aun así, Schuster valora las manifestaciones recientes contra la ultraderecha como una señal esperanzadora. «Por fin hay quienes se levantan de verdad, no solo con emojis en las redes», ironiza.

Steinmeier, por su parte, cerró su discurso con una apelación moral: «Sabemos adónde conduce el odio, por eso debemos mantenernos juntos, defender lo que nos une y no ceder ante quienes siembran la división», concluyó.