Diplomacia
Trump prepara un “plan integral” para Gaza en medio de tensiones con sus aliados árabes
El presidente de Estados Unidos presidió este miércoles en la Casa Blanca una reunión de alto nivel para planificar la posguerra en la Franja
Washington se dispone a abrir un nuevo capítulo en el conflicto de Gaza. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presidió este miércoles en la Casa Blanca una reunión de alto nivel para discutir lo que su enviado especial, Steve Witkoff, ha descrito como un “plan integral” para la posguerra en la Franja.
El contexto de este plan no puede ser más enrevesado. Trump lleva meses dejando entrever su propia visión para Gaza, incluso con declaraciones que levantaron ampollas en Oriente Medio. En febrero, sugirió que Estados Unidos podría hacerse cargo del enclave y convertirlo en una suerte de “resort” turístico, acompañado de una reubicación permanente de sus habitantes. Mientras Israel acogió con entusiasmo la idea, los aliados árabes de Washington la rechazaron de plano. Países como Egipto, Jordania o Catar han advertido de que aceptar refugiados palestinos equivaldría a blanquear una limpieza étnica.
Witkoff insiste en que el proyecto refleja las “motivas humanitarias” de Trump. Sin embargo, la experiencia reciente invita a la cautela. El mes pasado, la Casa Blanca anunció que revelaría un nuevo plan de ayuda a Gaza. Nunca se materializó. En su lugar, el Departamento de Estado se limitó a prometer un aumento de los centros de distribución de la Fundación Humanitaria de Gaza, cuestionada por su gestión. De los 30 millones de dólares comprometidos, solo la mitad se ha transferido, y la expansión de tres a 16 puntos de entrega sigue pendiente.
A esta incertidumbre financiera se suma la polémica por los costes reales de la reconstrucción. Witkoff ha admitido que levantar de nuevo la Franja llevará “décadas”, y que una “reubicación temporal” de los palestinos en terceros países sería “razonable”. Informaciones de prensa apuntan a contactos discretos con gobiernos de África y Oriente Medio para explorar esa posibilidad. Organizaciones humanitarias y juristas internacionales advierten de que semejante planteamiento podría constituir un crimen de guerra.
El otro gran eje de la política de Trump en Gaza es la cuestión de los rehenes. De los 50 secuestrados por Hamás el 7 de octubre de 2023, Israel calcula que una veintena siguen con vida. El resto habrían muerto o su paradero es incierto. Los mediadores árabes —Qatar y Egipto— lograron que Hamás aceptara un acuerdo escalonado para su liberación. Pero la propuesta, casi idéntica a la que elaboró Witkoff meses atrás, fue rechazada tanto por Israel como por la administración estadounidense.
Trump se ha alineado con Netanyahu: no habrá liberaciones parciales, sino todas de una sola vez y solo después de la destrucción de Hamás. El enviado norteamericano llegó a culpar a la milicia islamista de haber “ralentizado” las negociaciones con nuevas exigencias. Lo cierto es que, mientras las familias de los cautivos exigen una solución inmediata, el Gobierno israelí avanza hacia una ofensiva a gran escala en Gaza capital. Netanyahu asegura que será el golpe definitivo a la insurgencia. Sus críticos recuerdan que ya prometió lo mismo con la conquista de Rafah en 2024.
Netanyahu ha reiterado que Gaza deberá ser administrada por una autoridad civil, sin presencia ni de Hamás ni de la Autoridad Palestina. A su juicio, Israel mantendrá el control de la seguridad. Es un modelo que deja fuera a los actores palestinos tradicionales y que alimenta la sospecha de que la verdadera apuesta es un protectorado indefinido.
Trump, por su parte, se ha mostrado más ambiguo. Si bien rechaza hablar de expulsiones forzadas, su entorno sugiere que la única manera de “empezar de cero” pasa por desplazar a parte de la población. Esa contradicción refleja el dilema de fondo: la Casa Blanca busca contentar a Israel sin dinamitar del todo sus relaciones con los países árabes, esenciales para contener a Irán y garantizar el suministro energético.
Mientras tanto, la guerra no da tregua. El ejército israelí ha informado a su gabinete de seguridad de que la operación para tomar Gaza capital durará entre cuatro y cinco meses, a lo que seguirían nuevas incursiones en los campos de refugiados del centro. Netanyahu aprobó hace días 473 millones de dólares en ayuda humanitaria para la Franja, aunque no está claro cómo se emplearán los fondos ni si llegarán a la población.
Preguntado por la última ofensiva israelí contra el hospital Nasser de Jan Yunis, que dejó al menos 20 muertos, Witkoff se limitó a lamentar la tragedia y a subrayar que Trump se ha reunido con casi todas las familias de los rehenes. Una respuesta que, de nuevo, pone en evidencia la prioridad del presidente: la política interna israelí y su proyección electoral, antes que el derecho internacional.
En la Casa Blanca insisten en que el plan para Gaza estará listo antes de fin de año. Falta por ver si será un auténtico proyecto de reconstrucción o, como temen muchos en la región, la coartada para consolidar una ocupación indefinida.