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Estados Unidos

Trump recibe al príncipe heredero saudí en la Casa Blanca con los máximos honores

El presidente justifica el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018 y elogia el «historial en derechos humanos» de Bin Salman

Trump Saudi Arabia ASSOCIATED PRESSAP

En una de las ceremonias más fastuosas vistas en la Casa Blanca en lo que va del año, el presidente Donald Trump recibió este martes al príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman (MBS), en una jornada marcada por símbolos de poder, multimillonarios acuerdos estratégicos y una renovada apuesta por reconfigurar el tablero geopolítico de Medio Oriente.

La llegada del príncipe —considerado el líder de facto de su país— incluyó banda militar, desfile a caballo y un sobrevuelo de cazas F-16 sobre los jardines del ala sur. Aunque no se trató técnicamente de una visita de Estado, la magnitud del recibimiento dejó claro que para la administración Trump, el vínculo con Riad ocupa un lugar central en su visión de política exterior para esta segunda presidencia.

Tras la ceremonia, ambos líderes se reunieron en el Despacho Oval antes de participar en un almuerzo oficial con delegaciones de alto nivel de ambos países. La jornada cerró con una cena de gala de etiqueta negra organizada por la primera dama Melania Trump en honor al visitante.

Un retorno cargado de simbolismo

La visita de Mohammed bin Salman fue su primera a la capital estadounidense desde el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018, un punto de inflexión que deterioró drásticamente las relaciones entre Washington y Riad. Las agencias de inteligencia concluyeron que el príncipe había aprobado la operación. A pesar de ello, Trump dejó claro durante su primer mandato que no permitiría que un caso —por devastador que fuera— reconfigurara por completo una alianza estratégica de décadas.

Siete años después, el clima político ha cambiado. MBS, hoy de 40 años, ha buscado reconstruir su imagen internacional, mientras impulsa la transformación económica más ambiciosa en la historia de su país. Y Trump, decidido a reposicionar a Estados Unidos como árbitro indiscutible en Medio Oriente, ha encontrado en el príncipe a un interlocutor clave.“Han sido un gran aliado”, dijo Trump. “Juntos, estamos abriendo un nuevo capítulo para la estabilidad y la prosperidad en la región”.

Acuerdos multimillonarios y defensa en el centro de la agenda

Trump confirmó que Estados Unidos venderá a Arabia Saudita aviones furtivos F-35, un movimiento que generó debate dentro de su propio gabinete por la sensibilidad tecnológica y su potencial impacto en el equilibrio militar con Israel.

Pese a los recelos, la Casa Blanca justificó la decisión como parte de un paquete más amplio destinado a reforzar la alianza militar y a presionar a Teherán. La negociación incluye también acuerdos de cooperación en minería, tecnología avanzada y energía nuclear civil.

Arabia Saudí, por su parte, anunciará en los próximos días inversiones por varios miles de millones de dólares en infraestructura de inteligencia artificial en Estados Unidos, así como nuevos proyectos conjuntos en energía limpia y turismo, sectores clave para la estrategia saudita de diversificación económica.

El delicado tablero de Oriente Medio

Pero más allá de los negocios, el encuentro estuvo marcado por la compleja coyuntura regional. Ambos líderes discutieron el frágil alto el fuego en Gaza, la creciente influencia de Irán y la guerra civil en Sudán. Riad quiere garantías más claras sobre el alcance de la protección militar estadounidense, aunque cualquier compromiso que no pase por el Congreso carecerá de fuerza legal a largo plazo.

Uno de los temas más sensibles giró en torno a la posible normalización de relaciones entre Arabia Saudita e Israel, un objetivo estratégico para Trump, quien en su primer mandato impulsó los Acuerdos de Abraham con Emiratos Árabes, Bahréin y Marruecos.

Para la Casa Blanca, lograr que Riad —la mayor economía árabe y el centro espiritual del islam— firme un acuerdo sería un golpe geopolítico monumental. “Una vez Arabia Saudita entre, todos entran”, ha dicho Trump en repetidas ocasiones.

Pero los saudíes mantienen una condición inamovible: un camino realista hacia la creación de un Estado palestino. Israel, por su parte, continúa rechazando cualquier concesión que implique un reconocimiento de soberanía palestina.

La visita se produjo un día después de que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara un plan estadounidense que autoriza una fuerza internacional de estabilización para Gaza y propone una hoja de ruta hacia un posible Estado palestino. Ese marco, según fuentes diplomáticas, podría ser el eje de las negociaciones en los próximos meses.

Los desencuentros, sin embargo, no han desaparecido. Arabia Saudita considera que el apoyo estadounidense a Israel desde 2023 fue excesivo y contraproducente para la estabilidad regional. También teme un resurgimiento del conflicto con Irán que pueda convertir al reino en blanco de represalias. Riad insiste en que, junto al uso de la fuerza, debe haber diplomacia.

Una visita con proyección global

El acercamiento quedó sellado con la promesa de profundizar la cooperación económica durante el Foro Empresarial EE. UU.–Arabia Saudita que se celebrará este miércoles en el Kennedy Center, donde asistirán líderes de compañías como Salesforce, Qualcomm, Pfizer, Chevron y Aramco.

Para MBS, la gira representa su retorno definitivo a la escena occidental tras años de aislamiento. Para Trump, es una oportunidad de consolidar un eje estratégico en Medio Oriente que refuerce su visión de una región “en transición de la inseguridad a la prosperidad”.