Groenlandia

Vance acusa a Dinamarca de no haber hecho un "buen trabajo" en Groenlandia y desatender su seguridad

El vicepresidente insiste en que espera que los groenlandeses "elijan a Estados Unidos como socio" tras independizarse

En las películas americanas, en los interrogatorios siempre hay un poli bueno y uno malo. En la vida real el poli malo es Donald Trump y el bueno su vicepresidente, JD Vance. En un viaje a Groenlandia este vienes, el número 2 ha evitado hablar de coerción militar para que la isla se adhiera a Estados Unidos, pero ha asegurado que los habitantes del territorio nunca estarán tan seguros como siendo socios de su país y ha azuzado el movimiento independentista. Estados Unidos quiere que Groenlandia se independice de Dinamarca y no lo oculta.

“Podemos hacerles más seguros, podemos hacer más en protección y creemos que puede irles también mejor económicamente”, ha asegurado tras arremeter contra las autoridades de Copenhague por no haber gastado lo suficiente en seguridad y defensa en las última décadas. Tras remarcar que Groenlandia es “extremadamente vulnerable” ahora mismo frente a China y Rusia, ha asegurado “que nuestros amigos en Dinamarca no han hecho su trabajo en mantener esta área segura”.

Según J.D, Vance, Trump nunca ha dicho que la “fuerza militar “vaya a ser necesaria”. En palabras del vicepresidente, Washington cree que los habitantes de Groelandia elegirán convertirse en independientes de Dinamarca y después “tendremos conversaciones” con ellos.

Cuando hace una semana la segunda dama de Estados Unidos, Usha Vance, anunció un viaje privado a Groenlandia para presenciar las famosas carreras de trineos tirados por perros, nadie creyó que fuera una visita inocente. Las suspicacias aumentaron cuando se supo que iba a estar acompañada por el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz y el secretario de Energía, Chris Wright. Mientras la indignación crecía, el vicepresidente J.D Vance confirmó estas sospechas al anunciar a principios de esta semana que acompañaría a su esposa. Pero ante el gélido recibimiento por parte de las autoridades del territorio y de Copenhague, la visita de tres días para impregnarse de la cultura local ha sido sustituida por un viaje relámpago a la base espacial de Pituffik desde la que el vicepresidente ha hecho estas declaraciones.

Poco antes de que el matrimonio Vance aterrizara en la isla, se ha anunciado la formación de un nuevo Gobierno constituido por cuatro de los cinco partidos con representación parlamentaria. El nuevo ejecutivo está presidido por el primer ministro Jens- Frederik Nielsen, considerado un independentista moderado que defiende la secesión de Dinamarca, pero no a corto plazo y, desde luego, no prevé la incorporación a Estados Unidos. Ha quedado fuera del Gobierno el partido independentista. Naleraq, que aboga por una separación rápida de Copenhague.

A veces el lugar es el mensaje. Pituffik, la base espacial más septentrional de Estados Unidos, supone un enclave de gran importancia geoestratégica ya que está situada a tan solo 1.200 kilómetros del Polo Norte. La presencia de Estados Unidos en este territorio comenzó en 1951 cuando Washington construyó la base aérea de Thule y expulsó a la población autóctona. Cuando Dinamarca cayó bajo las tropas de Hitler, Estados Unidos comenzó a enviar a Groenlandia efectivos que comenzaron a construir diferentes instalaciones para vigilar a los submarinos alemanes. Tras el armisticio de la II Guerra Mundial, Washington y Copenhague llegaron a un acuerdo para mantener la presencia estadounidense en Groenlandia.

Es en 2023 cuando la antigua base de Thule es rebautizada como Base Espacial Pituffik, como una especie de homenaje a los antiguos habitantes. En esta base hay actualmente unos 200 militares de la Fuerza aérea y espacial de Estados Unidos. Las condiciones de vida son extremadamente duras. El matrimonio Vance ha aterrizado cuando la temperatura registraba -32 grados y los barcos tan solo pueden llegar durante el verano cuando se produce el deshielo. Esta base fue concebida para poder detectar los ataques de misiles de la antigua Unión Soviética. Tras la caída del Telón de Acero, ahora también se encarga de controlar los satélites de defensa, vigilar el espacio y alertar de posibles ataques con misiles. Sus Radares de Alerta Temprana permiten detectar los misiles balísticos Intercontinentales y los Misiles lanzados desde el Mar. La población más cercana a la base, Qaanaag, está a más de 100 kilómetros de distancia. Tan solo un aeródromo conecta esta enclave con el exterior.

Donald Trump insiste en que su país quiere tomar el control de la isla, dependiente del reino de Dinamarca, y en el pasado no descartó ni la coerción económica ni la militar. La primera ministra Mette Frederiksen ha repetido una y otra vez que el territorio no está a la venta, si bien no descarta incrementar su cooperación con Washington. Pero esta mano tendida no ha conseguido apaciguar a Trump.La Unión Europea ha dado su respaldo moral a Dinamarca, pero ha sido tibia a la hora de anunciar posibles medidas.

Groenlandia, de tan solo 57.000 habitantes, no forma parte del territorio de Dinamarca, pero su estatus oficial es de nación constituyente dentro del Reino danés que incluye a Dinamarca, Groenlandia y la Islas Feroe. Además de su riqueza en materias primas que incluyen las tierras raras, los hidrocarburos, el uranio y el oro, Groenlandia resulta esencial desde el punto de vista geopolítico ya que el control del Ártico supone acceder a una ruta marítima que conecta a China con los grandes puertos europeos y de ahí que la zona suponga un importante botín tanto para Washington como para Moscú y Pekín.

Consciente de todo estos factores, la Unión Europea ha multiplicado sus inversiones en la isla y en 2023 abrió una oficina en Nuuk, la capital.