La columna de Carla de La Lá

Quiero ser Georgina Rodríguez

La jaquesa (y jequesa) no distingue un rubí de un brillante o un zafiro (o un hielo), a pesar de llevar los dedos cuajados.

Georgina Rodríguez en Cannes.
Georgina Rodríguez en Cannes.Alberto Terenghi/Cannes 2021 / IPAGTRES

Pues a mí Cristiano Ronaldo, con sus brillantes de 50 quilates en sendas orejas, al ladoGeorgina Rodríguezme parece Lord Grantham de Downton Abbey, aunque confieso que ambos portentos (en diferentes materias) me caen estupendamente.

Hace unos años, embarazada, charlaba con una señora riquilla, desclasada y ostentosa (aunque no por eso menos encantadora):

_ ¿Y cómo le vas a poner a tu hija?

_Inés _respondí.

_ ¿Cómo que Inés? Es un nombre que no tiene nada de gracia ni poderío…

_Y justamente por eso se lo voy poner, los nombres “con encanto” te los coge un torero, un chef o un futbolista para sus hijes y te destruye; mira, si quisiera hacer gracia, le pondría Charles Chaplin o Giovanna, ¿no? ¿Cómo se llama tú hija?

_Giovanna _respondió algo confusa

_ ¡Precioso! ¡Me encanta!

Y no sé a qué viene esto (¡asociación libre!) pero Georgina también me resulta encantadora y ostentosa, claro.

En 2016, tras una infancia esforzada y desvalida en Jaca, alcanza su sueño de trabajar como empleada en tienda cara en Madrid. Allí conoce al futbolista más “todo”, que se prenda de ella, la señala con su varita mágica como el hada madrina de cenicienta y la convierte en la española más seguida en Instagram, lo de menos son los millonazos ¿o no? Me encantaría preguntárselo.

Ahora Georgina, de nacimiento argentina, tiene camareros para espantarle las moscas, mayordomos para abrirle los regalos, decoradores pelotas y dichosos que no paran de actualizar y renovar sus mansiones al silbato de “la jefa” y un grupo de amigos pobres (como yo) a los que invita a bañarse en las doradas aguas de la opulencia cada vez que se queda sola (que parece lo más habitual).

Las “queridas”, nombre de su grupo de caris afortunados y serviles a los que me gustaría pertenecer, han comido tantas langostas y angulas en el jet que ya no se sorprenden al pernoctar bajo las sábanas de seda (¿doradas?) en el yate de Cristiano Ronaldo. Mientras, adoran a la que un día fue tan paria como ellos (y como todos) y se ríen de la más mínima de sus ocurrencias como madres primerizas (de la niña) entre “jolines” y guardaespaldas.

Yo también me reiría y sería feliz meciéndome en la exuberancia física y estamental de Gio, pero también en su fecundidad literaria. La jaquesa (y jequesa) que no distingue un rubí de un brillante o un zafiro (o un hielo), a pesar de llevar los dedos cuajados, escupe perlas valiosísimas sin despeinarse y a todas horas:

“Me gustan las joyas con un chándal, hay quien no lo entiende, ya lo entenderá”, pues como Manzanita, querida; “en Mónaco las abejas van al oro”, “fui camarera, fui limpiadora, vendedora y ahora soy la puta ama”, esto es maravilloso, porque lo dice con total sinceridad y desinhibición. Hace meses lo hablaba con un psiquiatra, todos tenemos un yo ideal, un yo aparente y un yo real, y en la medida en la que los tres vértices del triángulo se alejan somos menos felices, en el caso de Gio, son la misma cosa, amigues, y de esta burra no me bajo.

“Sentí como si esas manos hubieran estado conmigo muchas veces, eran unas manos familiares que encajaban a la perfección”, su misticismo, su fe en la Virgen, las iglesias, las monjitas y los bonsáis….

“El jet me facilita mucho la vida”, como a mí el circular.

“Rebeca siempre me compra los ibéricos que me gustan”, ¿no creen, amigos, que decir ibéricos es indiscutiblemente de hostelero o de pobre, o las dos?

“Lo mejor de mi jet es hablar con la tripulación” pobres… ¿han oído eso de “Nunca sirvas a quien sirvió”?

“En esta casa no va el wifi de los cojones…” tras esta aseveración todos los habitantes de este mundo miserable nos sentimos alineados con Gio y algo más adinerados, y hasta guapos.

“Todo el mundo tiene lo que se merece”, “haz el bien y no mires a quien”, no parece mala chica en absoluto Georgina, ni buena, simplemente es de una ingenuidad extrema y envidiable que, por cierto, hace a Cristiano verse inteligentísimo. ¿Saben lo que es la inteligencia cinética? Es la que tienen los grandes deportistas y, en sumo grado, personas como Nadal o Ronaldo…

Y luego es llamativo que muchos futbolistas de élite, jóvenes millonarios, buscan figuras femeninas protectoras, sanas y estables, paradigmas maternos, en definitiva, hogar, descendencia, seguridad afectiva porque no dejan de ser “niños” destetados demasiado pronto ¿qué les parece?

En cuanto al documental, me ha gustado mucho desde su humor y nihilismo: “Intelectuales del mundo_ nos dice con cinismo_ sacrificados estudiosos, hay gente que, sin esfuerzo, como Gio, se lo pasa mucho mejor que vosotros y ríe más, sin ser consciente de nada… Y el mundo, nuestra suerte y todo lo que ocurre es fruto del azar más ciego y despiadado”. Todo esto con una Toile Monogram de fondo.

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