Moda

‘Cluttercore’ cuando más es mucho más

Despídete del minimalismo y abraza la extravagancia con la tendencia anti-Marie Kondo por excelencia

Restaurante Villa Capri (Madrid)
Restaurante Villa Capri (Madrid)Lifestyle

En el mundo hay dos tipos de personas: quienes abrazan el ‘menos es más’ y quienes apoyan el ‘más es más’. Si perteneces al segundo grupo, te habrás dado cuenta de que últimamente las pasarelas abogan por looks minimalistas en los que firmas como Prada combina faldas midi con jerséis sin mayores adornos, haciendo del maximalismo un universo lejano. Afortunadamente para los amantes del horror vacui, gracias a las redes sociales, que logran que tendencias completamente antagónicas convivan, frente al aura minimal se erige el cluttercore, que viene a ser la peor pesadilla de los fans de Marie Kondo. Sus defensores señalan que esta tendencia es en realidad una oda a la autenticidad y a la personalidad, pues en un momento en el que las celebridades lucen looks anodinos y uniformados capaces de despertar bostezos (“¡Pero mira qué sencillas y elegantes!”, dirá tu madre), quienes prefieren esta corriente abogan por un armario destinado a no pasar nunca desapercibido y a servir como medio de expresión, no como una forma de encajar.

Hablamos de un fenómeno que encuentra su lugar en nuestros vestidores, pero por supuesto también en la decoración. Frente a esos espacios casi monacales que Axel Vervoordt ha creado para Kim Kardashian y que ahora arrasan entre las modelos y las influencers, la estética ‘marioalaskil’ es perfecta para los coleccionistas que quieren mostrar con orgullo cada una de las piezas que tienen. Es decir, no se trata de una oda al desorden, sino a la narrativa que cada prenda y objeto cuenta. Firmas como Westwing ofrecen infinidad de diseños que en conjunto dibujan coloridas sinfonías decorativas, y frente a quienes apuestan por cerámicas en tonalidades tierra, emergen los que prefieren creaciones pop o incluso kitsch. También están quienes señalan que esta tendencia sirve de escudo a un mundo que nos quiere hacer pensar que el trabajo lo es todo, por lo que construir estos espacios ‘más es más’ crea una especie de burbuja infantil y naíf desde la que mandar el mensaje de no querer crecer. Mientras que los house tours de los reyes de las redes muestran casas que son prácticamente indistinguibles y en las que se impone el minimalismo, la influencer Alix Earle detuvo sus habituales tutoriales de maquillaje en una ocasión para mostrar su casa, que dejó a sus seguidores sin habla al huir de los perfectos interiorismos a los que nos hemos acostumbrado. Julia Fox hizo lo propio al enseñar su apartamento, y como pensamos que toda celebridad ha de ser inmensamente rica y vivir en su correspondiente mansión, su espacio XS repleto de ‘trastos’ dejó claro que no todo el mundo ordena sus libros por colores ni tiene muebles de Rick Owens. Por supuesto, muchos creen que este movimiento sirve para dar un golpe sobre la mesa ante las expectativas de que las mujeres tengan los espacios siempre impolutos y ordenados. También puede ser la forma de enfrentarse a un universo online en el que las rutinas de belleza (“¡Mira cómo me pongo mi BB cream!”), de entrenamiento (“¡Atención a cuántas sentadillas hago sin sudar!”) y de cocina (“Cómo hacer una tarta de queso sin calorías en tu AirFryer”) se han vuelto metódicas e idealizadas, por lo que quienes deciden romper con esa monotonía y el triunfo de lo ‘cuqui’ han encontrado en esta tendencia (¿o deberíamos decir movimiento, si tiene tras de sí un trasfondo casi activista?) a la aliada perfecta.

La diseñadora, interiorista e icono de moda Iris Apfel
La diseñadora, interiorista e icono de moda Iris Apfel Lifestyle

En el mundo de la decoración gastro, el más es más lleva tiempo triunfando, como hemos comprobado en restaurantes como Rosi La Loca, cuyo techo cubierto de ores, sus lámparas parisinas y sus ilustraciones hacen de cada comida un espectáculo, algo que también ocurre en Villa Capri, donde destaca una sirena junto a su tritón de más de 2,5 metros diseñados durante 4 meses, impresos en 3D y terminados en plata real de Florencia con luces LED. Los grupos hosteleros saben que hay que ofrecer a los comensales no sólo platos deliciosos, sino también un ambiente instagrameable, y por eso este tipo de creaciones maximalistas y exuberantes son las que ahora arrasan en el universo gastronómico.

La estética cluttercore vivió un momento de auge con la llegada de Alessandro Michele a Gucci, y su mirada hacia el pasado es ahora recuperada por la generación Z, que ha redescubierto la magia de la moda de segunda mano y que tiene como iconos de estilo a figuras como Bella Hadid y Emma Chamberlain, que bien podrían ser el revés actual de Tavi Gevinson, que en los 2000 revolucionó la moda al ser una bloguera insultantemente joven con un armario insultantemente imposible que en el auge de su carrera (si es que siendo una adolescente se puede decir eso) se tiñó el pelo de gris. Por supuesto, sería ofensivo no hablar también de Anna Dello Russo y de Iris Apfel, expertas en la extravagancia y en la lucha contra el minimalismo-despierta-bostezos.

Las mezclas más histriónicas conjugan diferentes tendencias y juegan a superponer todo tipo de prendas, una estética que alcanzó su reflejo mainstream con Portia, uno de los personajes de The White Lotus 2 cuyos looks WTF enamoraron a los espectadores al tiempo que las revistas de moda no conseguían ponerse de acuerdo: ¿es un icono de estilo o una aberración estética? “Decidimos que no siempre acertara, y por eso añadimos a sus looks en todo momento un par de cosas que fueran algo raras. Si se ponía un minivestido cool, nos asegurábamos de que lo llevara con zapatos que no pegaran o que lo luciera con demasiados accesorios. Es un poco desastre: no tiene dinero, siempre toma decisiones incorrectas y se pasa la vida viendo TikTok. Queríamos que su armario reflejara esa realidad”, explicaba a The New York Times Alex Bovaird, responsable de vestuario de la serie. Con sus palabras comprendimos a su vez la forma de vestir de una generación que navega en la incertidumbre y que tiene tantos inputs informativos y estilísticos que su estilo termina por ser su mejor reflejo.

Asistimos a la nostalgia de esa subcultura de la historia de la moda digital que nació con los blogs, cuando la ropa servía para experimentar y no sólo para seguir las tendencias, y precisamente cuando estas se suceden tan rápido que incluso se superponen, poder jugar con ellas funciona como la forma de contrarrestar la fatiga que genera esta concatenación de estilos. Aunque pudiera parecer que la forma de decorar la cosa con tantos objetos o esta estética consistente en sumar prendas y accesorios pueda ser un guiño al sobreconsumo, en realidad es una tendencia que tiende a navegar en las tiendas de segunda mano, por lo que busca piezas auténticas con una historia propia.

El cluttercore puede ser entendido como un codazo al perfeccionismo, a la monotonía y al aburrimiento, y por más que en ocasiones los looks que promueve nos hagan pensar más en ET disfrazado que en un personaje del cine de Truffaut, una tendencia tan liberadora nos hace, al menos, sonreír, algo que en tiempos convulsos, es de agradecer.