
Gente
El gran «bluff»

Mi abuela decía que para hacer el ridículo siempre hay tiempo. Y qué quieren que les diga: este procés catalán que antes me indignaba se ha convertido en en una especie de cómic entretenido con personajes tan poco serios que más bien parece una gamberrada de adolescentes. Puigdemont se larga a Bruselas para no se sabe qué y deja a todos sus amiguetes en la cárcel. Su idea era internacionalizar el procés y nadie lo ha recibido; el primer ministro belga dice que su único interlocutor es Rajoy, incluso el parlamento flamenco se niega a reconocer la «república catalana» y Amnistía Internacional ha negado el estatuto de presos políticos a sus compañeros encarcelados. Llegados a este punto, decide arremeter contra la Unión Europea y animar a los catalanes en la lucha contra el «golpe de Estado del Gobierno español». Todo muy coherente... Ya que el único que ha dado un golpe de estado es él.
Lo de Forcadell es patético y ha dado paso a todo tipo de chanzas y chistes muy graciosos, algo para lo que los españoles tienen mucho arte, especialmente los catalanes, grandes dibujantes de cómics. Esta señora se saltó a la torera las leyes, haciendo caso omiso y desoyendo no solo las advertencias del Tribunal Constitucional sino también a sus letrados que la advertían de la ilegalidad de todo lo que hacía. Amordazó a la oposición del Parlament del que ella era presidenta y permitió pasar una ley más falsa que la otra. Ahora acata el 155 y dice que todo esto de la independencia y la república solo tenía un valor simbólico. Nada serio, todo era una «performance», una cosa sin valor jurídico, una insignificancia. Todo de mentirijillas, señorías. La revolución independentista no era más que un pasatiempo, un devaneo sin consecuencias.
Pero hablemos en serio. Sí tiene consecuencias. Niños de unos 4 años sujetando una estelada y gritando por la calle «llibertat» al más puro estilo de adoctrinamiento nazi. Toda esta serie de mentiras de esta semejante caradura por supuesto no se la tragó el fiscal, que pidió prisión provisional, pero se le permitió eludir la cárcel pagando una fianza de 150.000€ euros. Una cobarde traidora ha resultado ser la señora Forcadell. Las sucesivas proclamaciones de la «república catalana» han sido una sucesión de fracasos disparatados, ya es hora de que dejen de engañar, jugar y crear problemas a los catalanes. En cuanto a Puigdemont, si no acaba en un psiquiátrico que algún país le dé asilo, pero con una condición: que no vuelva a esta España que tanto aborrece.
Por eso en la vida hay que tener momentos para todo, también para observar nuestros pensamientos y detectar lo que de verdad nos interesa, nos duele, nos alegra o nos falta. Una vida en la que no podemos tomarnos un respiro para la introspección conduce al vacío y la insatisfacción. Personalmente, necesito cada día un tiempo para pensar y dejar volar la imaginación. Eso que muchos «snobs» llaman la meditación, y algunos hasta llegan a decir la majadería de afirmar que levitan. No obstante, poner imaginación a la vida es solo una parte, también hay que echarle valentía y tenacidad para defender nuestras ideas, nuestras ilusiones y nuestros hallazgos, aunque muchas veces el entorno no nos favorezca.
Esta semana, a pesar de la fiesta el jueves para los madrileños, yo he trabajado. Ha sido muy satisfactorio trasladarme a la preciosa ciudad de Burgos para entregar un premio –que consistía en una beca para estudiar en la escuela de moda Central Saint Martins de Londres– al mejor desfile y más creativo en la semana de la moda de Castilla-León. El ganador fue Eder Aurre y estamos ante un nuevo genio del diseño, estoy segura.
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