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¿Es difícil hablar de sexo?

¿Es difícil hablar de sexo?
¿Es difícil hablar de sexo?larazon

Uno de septiembre, viernes, toca escribir y empezar un nuevo mes en el que dejamos atrás un tiempo de relax, de hacer todo lo que nos gusta, entre otras cosas, perder el tiempo sin tener mala conciencia por ello. Tengo que reconocer que ha sido uno de los últimos veranos que más he disfrutado porque, entre otras muchas cosas, he aprendido a decir no. No a los compromisos de cenas o almuerzos interminables y «no» a todo aquello que no me apetecía muchísimo. Pero, por encima de todo, cada día aprendo y me gusta más disfrutar de mi soledad, de mi casa, de mis flores... Ese momento de volver de la playa al atardecer, prepararme un té con algo rico, siempre dulce (soy una golosa irremediable), quedarme en modo contemplación de mi montaña mágica, dejar volar mi imaginación y pensar si hoy bajará con su majestuoso vuelo un águila que suele aparecer en esta época y me emociona verla de nuevo...

No sé si a ustedes les ocurre cuando hacen balance de su verano, tener la sensación de no haber hecho suficientes actividades. Yo nunca la he sentido. Lo mejor es dejarse llevar en un «dolce far niente», aunque siempre sacando tiempo para leer, que es algo que hace feliz de la misma forma que vamos al cine para ser felices, para emocionarnos, para pasar un buen rato. Las mismas razones son válidas en cuanto tenemos un libro en nuestras manos. Para leer se necesita tiempo, lo cual parece que va en contra del mundo que hemos inventado, lleno de ruido. Leer reclama silencio y soledad. Hay un poema precioso de Bukowski dedicado a la biblioteca de Los Ángeles en el que cuenta cómo leer evitó que se convirtiera en un «suicida, un ladrón o un tipo que maltrata a su mujer». Para algunos jóvenes que han vivido en un entorno violento, refugiarse en una biblioteca les ayuda a imaginar y vivir otros mundos fuera de ese lugar de conflicto. Leer salva.

Otra de las expectativas del verano es el amor. Enamorarse, conocer a alguien nuevo en nuestras vidas que nos emocione aunque solo sea por un corto espacio de tiempo. En caso de tener pareja es el momento de poder dedicar más atención a nuestra intimidad. Es muy importante hablar con nuestra pareja de sexo. Creo que en general se habla más de sexo con nuestros amigos que con nuestra pareja. ¿Por qué resulta tan difícil charlar de lo que sucede en la cama sobre todo con quien la compartimos? ¿Por pudor? ¿Por falta de costumbre? A los hombres, en general, cuando les dices que deberíamos hablar nunca tienen tiempo o inventan mil excusas. Pero una cosa está clara, sin seso, sin comunicación, no hay sexo... Nunca he comprendido por qué algo tan importante no se habla con la mayor naturalidad.

La vida de hotel me encanta. Pero eso sí, tienen que ser hoteles con una historia detrás que que nos haga soñar al alojarse en ellos. Las vacaciones también son un momento perfecto para hospedarse en ese hotel mítico que vimos en una película o en un libro de viajes. La Mamounia en Marrakech es uno de ellos. Lo vi en la película «El hombre que sabía demasiado» y me juré a mí misma (tenía 13 años) que algún día me alojaría en él. Nunca olvidaré la emoción que me produjo cruzar su jardín y entrar en ese maravilloso lobby. Todas mis expectativas quedaron superadas. Estaba con mis padres y poder compartir esa alegría con ellos fue precioso.

La historia de La Mamounia se remonta al siglo XII, arropada por las murallas medievales. En mi opinión, lo más magnífico son sus jardines, ofrecidos como regalo de bodas al príncipe Al Mamoun. De ahí, su nombre. Desde entonces, han transcurrido siglos de cultura y de refinamiento con el espíritu de la cultura arábigo-andaluza, rebosante de colores, formas y materiales que hacen de este hotel un lugar único. Siempre vuelvo y siempre soy feliz en él. Septiembre es un precioso mes de transición. En realidad es el comienzo del año, momento en el que nos proponemos algo tan normal como ir al gimnasio y otras mil tareas que nunca cumplimos.