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Pierre Casiraghi: «El miedo te dice cuándo parar»

Antes de competir, por segunda vez, en la 36 Copa del Rey MAPFRE, el sobrino de Alberto de Mónaco habló ayer para LA RAZÓN: «Mi padre estaría muy feliz de ver que me gusta el mar».

Casiraghi repite este año en la competición vestido como Carlos V con armadura
Casiraghi repite este año en la competición vestido como Carlos V con armaduralarazon

Antes de competir, por segunda vez, en la 36 Copa del Rey MAPFRE, el sobrino de Alberto de Mónaco habló ayer para LA RAZÓN: «Mi padre estaría muy feliz de ver que me gusta el mar».

El Rey dejó el pabellón muy alto anteayer, liderando su clasificación en las regatas de la 36 Copa del Rey Mapfre. De ahí que no compitiera ayer, porque dedicó el día a la familia, al igual que hizo la noche del lunes, cuando, después del posado en los jardines del Palacio de Marivent, salieron a cenar a Portixol, un antiguo pueblo pesquero a pocos minutos del centro de Palma, que ahora está de moda por su ambiente «boho chic» y por los buenos restaurantes a pie de pantalán. Eso no significa que no se hiciera a la mar, ya que el yate Somni salía de su amarre en Puerto Pi a las nueve y media de la mañana, y por todos los isleños es conocido que al resto de su familia le gusta bañarse en la isla militar de Cabrera o en cualquier lugar alejado de los focos.

«no me siento príncipe»

El que sí navegó, porque lleva cinco días en Mallorca entrenándose, fue Pierre Casiraghi, que no se siente príncipe de las mareas, aunque compita vestido como Carlos V con armadura. «Solo siento que estoy llevando un barco». Un barco tan veloz que no navega como todos: el de él vuela por encima del agua. Es su segunda vez en la Copa del Rey Mapfre y, como ya hizo el año pasado, ha decidido alquilar una gran casa con varias dependencias en una exclusiva urbanización al oeste de Palma para alojarse con toda su tripulación, a la que este año se ha unido su mujer, Beatrice Borromeo, que el año pasado hizo una visita relámpago por la muerte de su abuela. Ella, según Pierre, no protesta por la falta de intimidad: «Vivimos todos juntos, ¿por qué iba a protestar Beatrice?».

Este año el sobrino de Alberto de Mónaco no podrá darse una vuelta por la isla ni organizar la gran fiesta final de regatas porque tan pronto como acabe el viernes de competir volará a Reino Unido, donde el sábado participa en la Fastnet Race: «No conozco mucho de la isla porque siempre estoy en la zona de Palma, pero estuve entrenado este invierno con Iker Martínez, que me llevó a probar la comida tradicional. Me encantó el cerdo asado. Me gusta el mallorquín y la sobrasada», confiesa.

Precisamente este año compite contra su amigo Iker. El barco del campeón olímpico será el único con bandera española que lo haga en la clase de los catamaranes voladores. Pierre repite porque «nos fue muy bien el año pasado, aunque estos barcos son muy complejos y no puedes hacer predicciones. Eso sí, éste es uno de los principales eventos de esta categoría y está muy bien organizado. Incluso es mejor que Montecarlo y Porto Cervo. Aquí compiten los mejores barcos y los equipos son muy buenos a nivel mundial. A mí me motiva medirme con los mejores y luego tomarnos una cerveza todos juntos».

Gracias a Pierre Casiraghi en Mónaco se comerá sobrasada. A la pregunta de si se va a llevar un poco a su país, responde: «¿Y por qué no? Podría meterlo en mi maleta. Este Grimaldi sí conoce la sobrada». El hijo de Carolina de Mónaco era muy pequeño cuando su padre se mató en una embarcación, un catamarán «off shore». Sin embargo, eso no le impide dedicarse a un deporte extremo. Al preguntarle qué diría su padre al verle en los catamaranes voladores, responde: «No estoy muy seguro, pero creo que estaría muy feliz de ver que me gusta el mar, lo que no puedo saber es si estaría orgulloso», admite. Casiraghi, incluso entrando en temas complejos, no pierde la sonrisa y con su inglés con acento americano no tiene reparo alguno en seguir contestando mientras su equipo le espera para salir a entrenar. «¿Qué es el miedo para usted?», le pregunto. «El miedo es importante porque así sabes cuándo frenar y también es bueno porque te marca el límite de cuándo parar».

Una de las personas que más disfrutó ayer viendo volar a Casiraghi fue la tenista Conchita Martínez: «Es mi primera experiencia en una regata y me ha parecido un espectáculo». Una mujer que supo ganarse al equipo de Copa Davis «porque hablé uno a uno con todos y ya llevamos tres años». En sus 18 años como tenista profesional ha coincidido en multitud de ocasiones con los Reyes, la última, en el pasado Wimbledon. «Cuando Don Juan Carlos me vio me dijo: “Conchita, cómo te concentras, te hacía señales y tú no me veías».