Medios digitales

Un día en la vida de un «influencer»

María Pombo y Señor Zeta se dedican a crear contenido para subir a redes como Instagram y Youtube; es la cuarta profesión más codiciada, según una encuesta publicada esta semana

María Pombo prefiere publicar sobre moda y estilo de vida, mientras que el fuerte de Zeta son la fotografía y el humor
María Pombo prefiere publicar sobre moda y estilo de vida, mientras que el fuerte de Zeta son la fotografía y el humorlarazon

María Pombo y Señor Zeta se dedican a crear contenido para subir a redes como Instagram y Youtube; es la cuarta profesión más codiciada, según una encuesta publicada esta semana.

«Influencer... No me gusta como suena», suspira Señor Zeta. ¿Y si, al menos, fuera en español? «¿Influenciador? Parece el nombre de una película de Stallone», dice, riendo, junto a María. Aunque no les guste el nombre, eso son: María Pombo y Señor Zeta tienen cientos de miles de seguidores en las redes y mucho de lo que recomiendan, hacen y dicen se vuelve viral. Son «influencers». Su representante, Daniela Rodríguez, prefiere otro nombre:«Lo que hacen es crear contenido, por eso les llamo creadores».

Sí, María y Zeta, como otros miles de jóvenes españoles, se dedican profesionalmente a colgar contenido en internet, ya sea una foto en Instagram, un vídeo en Youtube o un tuit. Suena sencillo, algo que todos pueden hacer, y probablemente por eso la de «youtuber» haya sido este año una de las profesiones más deseadas por los niños y jóvenes españoles. La encuesta «¿Qué quieres ser de mayor?», elaborada por Adecco con alrededor de 2.000 niños y niñas españoles de entre 4 y 16 años, demostró que la próxima generación aún se decanta por profesiones como futbolista o policía –las dos más populares–, pero que una más moderna sube con rapidez en la lista: la de «youtuber». El año pasado ocupó el noveno puesto y este año escaló hasta el cuarto (por detrás de maestro).

como una familia

Zeta, de 30 años, y Pombo, de 22, son dos de los españoles que ya hoy ejercen dicha profesión. Ambos se reunieron para colaborar en una sesión de fotos a la que asistió también LA RAZÓN. María había pactado con una marca del Corte Inglés que luciría algunas de sus prendas en su Instagram y Zeta era el encargado de retratarla. ¿Qué gana él? Seguramente una centena de seguidores nuevos, porque María, con 563.000 en Instagram, es una de las «influencers» más reconocidas de España. «Al principio era imposible que posara frente a alguien. Pero ya llevo tres años en esto, me he hecho miles y miles de fotos», afirma mientras se deja retratar. Zeta, en cambio, reconoce que prefiere su lugar detrás de la cámara, «pero es mi cuenta de Instagram, así que a veces tiene que aparecer mi cara», dice. Una vez que la retrata en varias posiciones y lugares, ven juntos las imágenes y eligen algunas preferidas.

Una vez hecha la tarea, los jóvenes conversan tranquilamente, pero sin soltar sus móviles: están trabajando. Pombo, además, toma su portátil y comienza a editar un vídeo que debe subir a Youtube esa misma tarde. «Hace unos años no me habría podido imaginar que trabajaría en esto, porque ni siquiera existía. Es una nueva era. Hace poco leí que el 60 por ciento de los niños de hoy tendrán eventualmente trabajos que ni conocemos», dice. En efecto, hoy los jóvenes muestran poco interés en las carreras tradicionales, como dice Zeta: «Desde hace un tiempo la gente está invirtiendo en crear. Cada vez hay más negocios propios y “start ups”, las personas son más autodidactas y buscan formas nuevas de expresarse. Y con internet es más fácil que nunca si sabes aprovechar las herramientas y eres inteligente». Es lo que han hecho ellos. Su trayecto ha sido más bien improvisado, y es que son de los primeros en España en seguirlo; van creando sus propias reglas del negocio. «Por la calle, algunas madres me han comentado:“Mi hija quiere ser como tú, ¿qué tiene que estudiar para hacer lo que haces?”», cuenta Pombo, y Zeta responde:«Deben ser creativos».

Efectivamente, aunque los perfiles de estos dos jovenes son muy distintos –ella prefiere publicaciones de estilo de vida y moda y el fuerte de él son la fotografía y el humor–, la creatividad para hacer crecer el negocio es su punto en común. Ambos publican una o dos imágenes al día en Instagram y un vídeo semanal en Youtube, además de estar activos en Twitter y, en el caso de ella, de hacer vídeos de moda para Hola4you. Cada imagen y cada vídeo debe aportar algo de novedad o los «me gusta» podrían comenzar a desaparecer. Uno de los puntos esenciales es la comunicación con los seguidores:escucharles (es decir, leer sus comentarios) y tratar de complacerles. Hace unos meses, por ejemplo, Pombo hizo un Q&A con sus suscriptores de Youtube en el que respondió a decenas de preguntas que le enviaron sobre su relación con Pablo Castellanos, su novio. Zeta, por su parte, hizo un consultorio:«Pedí a mis seguidores que me dejaran comentarios con dudas o preguntas, siempre en clave de humor, para tratar de contestarlas en mi siguiente vídeo», explica. El ejemplo que dio a los participantes:«¿Por qué el alambre del pan Bimbo siempre se pierde y nadie le da importancia?». En cuestión de horas, cerca de 1.800 personas le dejaron comentarios siguiendo su juego.

Seudónimo digital

Pero, ¿cómo se ganan la vida gracias a Instagram? Con publicidad, como todos los medios de comunicación. Zeta dejó su trabajo en una fábrica de envasado de botellas, en el que estuvo una década, hace un año, cuando se dio cuenta de que podía vivir de su seudónimo digital. «He estado trasteando por las redes desde hace tiempo y siempre me ha gustado la fotografía. Empecé en Twitter, luego hice vídeos cortos para Vine, donde me volví más conocido, y de ahí llevé mi público a Instagram. Fue muy poco a poco, hasta que una marca se puso en contacto conmigo y pensé: ¡Qué guay! No sabía que esto existía».

Las distintas marcas les piden que usen sus productos a cambio de tarifas que su representante negocia por ellos y de las que cobra un 20 por ciento, lo estándar en las agencias de modelaje, según Rodríguez. El monto dependerá de las exigencias de la campaña que, además, no tiene que ser señalada como publicidad, pues en España la ley no lo exige. También de su capacidad de influencia, que no necesariamente es equivalente al número de seguidores, es clave a la hora de negociar. ¿Cómo se mide? Existen algunas herramientas, pero Rodríguez pone un ejemplo que lo deja claro: «Hace poco María publicó que asistiría a la inauguración de una tienda. Cuando llegó, 600 personas estaban esperando para verla».

Sin embargo, Zeta y María no están dispuestos a todo: «Soy muy selectiva. Solo acepto productos que me gusten y que pueda transmitir genuinamente. Si no lo haces bien, tus seguidores lo notan, y yo quiero que mi Instagram me defina, así que me niego a subir cosas que no me gusten», asegura. Para Zeta, la situación es la misma, sobre todo ahora que tiene más alcance:«Vas creciendo y, eventualmente, puedes elegir las marcas con las que quieres trabajar e incluso enviarles propuestas». Pero lo importante, insiste, es llegarle a su público:«Quiero dar esa sensación de cercanía a la gente, que ellos ganen con la información que proporciono».

Pombo explica que muchas veces ofrece los detalles de su «look» aunque no haya pactado con la marca:«Algunas, como Inditex, no pagan, pero si los seguidores te preguntan de dónde es la ropa que llevas, les dices, porque lo importante es complacer y ayudarles». Es el culto al seguidor. Que, además de exigente –«Trabajo 24 horas al día, no desconecto jamás», afirma María– puede ser cruel, aunque ambos aseguran que la gran mayoría de comentarios que reciben son positivos. Aún así, están siempre bajo una lupa autoimpuesta:«Trato de no pensarlo, pero la verdad es que en un momento dado puede haber 100.000 personas viendo lo que hago», afirma la joven. Zeta tampoco se acostumbra a ser tan conocido:«La gente me para por la calle y yo sigo sin entender por qué», dice.

Ambos están por encima de los 100.000 seguidores, aunque aseguran que lo duro es llegar a los primeros 10.000. Como en cualquier negocio, hay que hacer algunas inversiones iniciales. En el caso de Zeta, una buena cámara de fotos y, para Pombo, ahora que está también en Youtube, aprender a editar vídeos y, mientras tanto, pagar para que lo hagan por ella: «Ahora mismo estoy perdiendo dinero por mantener mi canal, pero vale la pena, mi perfil de Instagram ha volado desde que lo tengo», dice, y Zeta está de acuerdo:«Youtube es la joya de la corona». La clave está en que pueden mostrar más de sí mismos y con menos filtros. Es lo que la gente quiere: naturalidad. «Hemos crecido viendo modelos con cuerpos y vidas perfectas a las que aspirábamos. Pero, con Instagram y Youtube, aquello a lo que aspiras resulta más cercano, algo que puedes alcanzar», explica Pombo.