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Somos un milagro

Somos un milagro
Somos un milagrolarazon

Se supone que cuando uno comienza las vacaciones todo invita al descanso; no, nada más lejos de la realidad. Desde que he pisado Marbella estoy en un torbellino de amigos, fiestas y conciertos que me tienen «reventada». También es cierto que comienzo agosto con mi cumpleaños y que siempre lo celebro por todo lo alto, ya que considero que el hecho de nacer ya es un privilegio. Entre tantos millones de espermatozoides algunos me dieron el privilegio de ser la elegida y salir mujer, algo que me hace feliz porque, qué quieren que les diga, ser hombre nunca se me ha pasado por mi cabeza como una alternativa mejor a mi feminidad. Y una vez que ya estaba aquí dispuesta a vivir, todo fue fluyendo entre los mimos de mis padres, que me adoraban, más aún si cabe cuando a mi madre, que había tenido un parto espantoso, le dijeron que las posibilidades de tener más hijos eran mínimas, así que estuve cinco años yo solita como una princesa, hasta que apareció mi hermanita y luego, dos más. Nunca tuve celos y cada hermano era una alegría. Así fue pasando la vida, con sus luces y sombras, como debe ser porque todo nos enseña a vivir.

Este año cambié de década. Me parece tan fantástico haber llegado hasta aquí, sana, con un cuerpo y una mente que funciona maravillosamente, que he querido yo misma publicar mi edad sin ningún complejo. Ser ejemplo para muchas mujeres y hombres que tienen miedo a decirlo. Envejecer es un proceso del que nadie se libra, pero hay muchas formas de vivirlo. Siempre debemos hacerlo positivamente. Sentirse viejo es una actitud, hay que luchar contra esos fantasmas, llenarnos de felicidad por el regalo de cumplir años. Yo estoy segura de que siempre seguiré sintiéndome como una adolescente. Nunca perderé mi capacidad de ilusionarme, de asombrarme, de enamorarme y, por encima de todo, de querer ser feliz. Eso es una cuestión de voluntad, de vivir sin pensar en los años, que nunca nos condicionen para no perder ese niño que llevamos dentro. La vida es un regalo y, lo que dure, disfrutémoslo.

Nada mejor en este momento que disfrutar de Marbella con este regalo de microclima que nos deja dormir con un edredón fino porque nuestra adorada montaña nos aleja de los sofocantes calores. Tengo que reconocer que nuestras playas no son una maravilla, pero sí nuestros chiringuitos, donde podemos disfrutar de los pescaditos fritos como solo en la Costa del Sol saben hacerlo, de los riquísimos langostinos de Sanlúcar o de la corvina a la sal. Este año por culpa de los ecologistas y de la Junta de Andalucía, que quitaron el espigón, cada vez que hay viento de poniente desaparece la arena y la playa de mi chiringuito en el Marbella Club se convierte en piedras. ¿La Junta no es consciente de que el 70% de la riqueza de Andalucía la genera la Costa del Sol? Parece que no.

Aquí, en mi pequeño paraíso, quiero desearles lo mejor y agradecer tantísimas felicitaciones que he recibido por mi cumpleaños. Vivir es un enorme regalo.