Entrevista
Mario Casas: “La soledad te hace sacar alas de los lugares más inhóspitos”
Hablamos con el actor sobre el irresistible (y peligroso) encanto de la soledad, sus nuevos proyectos e incluso acerca de si se vería como un James Bond latino. Descubre la licencia para encantar del actor.
Quedamos con Mario Casas en la Suite Penthouse del hotel The Madrid Edition, donde se celebra la presentación de la campaña Belvedere Vodka x Daniel Craig. Tras una llegada accidentada (dile al puerta “vengo a la suite para hablar con Mario Casas” sin que el equipo de seguridad active las alarmas”), en cuanto el actor entra en la habitación, no vamos a negarlo, sentimos ciertas vibes 007. Quizás por el traje o tal vez por su actitud, lo primero que le preguntamos es si alguna vez se ha visto como la versión patria de James Bond.
“Me encantaría, porque es una figura a la que he seguido mucho. Estoy viendo muchas películas antiguas y me he hecho la saga de 007, porque es una figura que es parte de la cultura cinematográfica. Cualquier actor en Estados Unidos quiere serlo”, asegura. En Estados Unidos y aquí, por lo visto…
La campaña de Daniel Craig para Belvedere le encanta no solo por su fuerza, sino porque él es su James Bond preferido porque de imagen, es el más cercano. “Su elección llamó la atención precisamente porque era diferente a lo que estábamos acostumbrados. El otro día vi que están buscando a uno nuevo, más joven… Pues si quisieran uno latino… Ahí lo dejo”. Y contenemos el suspiro.
De la licencia para matar pasamos a la licencia para crear, porque Mario estrena el próximo 25 de agosto Mi soledad tiene alas, que protagoniza su hermano Óscar Casas y donde se estrena como director. Nada más comenzar, quedo como una auténtica esnob al creer que el título es un homenaje a la poetisa Alejandra Pizarnik, que escribió “creo que mi soledad debería tener alas”, cuando en realidad, se trata de una elección mucho más personal. Comienzo, cómo no, con licencia para liarla. “Tenía escrito el tratamiento de la película, que al principio tenía otro nombre, y este título surgió de repente. Se trata de algo relacionado conmigo, con ese momento en el que me fui a Madrid con 18 años y con esa soledad que viví antes de que mis padres se vinieran a vivir aquí.
Esa soledad y esos sueños te hacen luchar y esforzarte, y creo firmemente que la soledad te hace sacar esa fuerza que uno no cree tener y que de repente, te hace sacar las alas de los lugares más inhóspitos”, explica Mario, que confiesa que la soledad le atrae de forma casi irremediable.
“El otro día Tom Hardy dijo que el peligro de la soledad es que te acostumbres a ella, y es cierto. Me da más miedo acostumbrarme a la soledad que la propia soledad, porque me encanta. Vivo en el campo, a las afueras de Madrid, y soy poco de ciudad. Me gusta estar solo, estar con mi perro y salir a pasear, a correr y hacer deporte. Disfruto mucho de mis momentos solo”, asegura.
Aún a riesgo de sonar como una “casafantas” (sí, me he inventado el término), coincidí con su hermano hace un par de semanas, y al hablar con él me confesó que lo que más le había sorprendido de haber trabajado con Mario como director fue su sensibilidad. Por supuesto, la pregunta obligada es qué es lo que a él le ha sorprendido al dirigir a Óscar. “Es un chaval superjoven con una disciplina increíble: pocos actores de su edad tienen la capacidad de esfuerzo y de dejarse la vida que tiene él. Siendo más joven que yo, para mí es un referente. Tiene una mentalidad, una sensibilidad y una inteligencia emocional que yo a su edad no tenía. Yo era más rebelde, vivía más a lo loco, vivía mi profesión de otra manera… También es cierto que yo no tenía un hermano mayor, y él ha tenido un referente y un espejo en el que verse. En esta película ha hecho un tipo de género más costumbrista, rodeado de actores no profesionales, y lo cierto es que es un chico que me sigue sorprendiendo. Se está convirtiendo en un hombrecillo al que admiro mucho. Desde el comienzo tuve claro que el papel protagónico sería para él”.
Como director confiesa que no solo ha cambiado su manera de enfrentarse a la interpretación, sino la forma de ver el cine. “He creado un vínculo con el equipo que como actor, desconoces, porque desde este nuevo ángulo ves el cine desde otro lugar: eres consciente de lo complejo que es y de lo mucho que el equipo se esfuerza durante años. Esto un actor lo sabe, pero si no lo vive, no es consciente del todo. Respeto aún más la profesión y me llena, si cabe, aún más que antes”.
Mario tiene un Goya, un currículum imponente a sus espaldas y una trayectoria prometedora, y sin embargo, parece tener siempre que demostrar su validez. Sin embargo, ni eso ni lo que los demás piensen de su labor como director le preocupa.
“Habré visto la película 300 veces, y no me da miedo lo que diga la gente, sino lo que digan quienes me rodean y conocen. Habrá a quien le guste y a quien no, pero lo que para mí es importante, y creo que puedo ser objetivo en esto, es la calidad interpretativa. Mi talón de Aquiles era ese y como actor, no quería fallar ahí. Creo que va a ser de las cosas más destacadas. Es un guion sencillo, de jóvenes y que no da 3000 vueltas. Lo importante es que ellos estén bien y estoy contento con saber que están de notable alto”, asegura. Confiesa que en realidad, aunque no como actor, está de alguna forma presente en el largometraje. “Cuando la gente vea la película tal vez se de cuenta de lo que estoy hablando. Al ser actor y sumergirme tanto en la dirección como en el guion, he podido incluir guiños a proyectos que he hecho que creo que el público va a ver reflejados y sabrá de dónde vienen”.
El 14 de julio estrena Birdbox Barcelona, la segunda parte de la mediática película de Netflix cuya primera entrega protagonizó Sandra Bullock. “Hago cine mainstream, comedia, películas de autor… Si me llega el guion, me emociona y me apetece construir ese personaje porque creo que cuenta algo, lo voy a hacer. Voy a cumplir 37 años: ya tengo una edad y voy teniendo una carrera. No sé cuánto durará, porque al final siempre pensamos que a lo mejor se va a acabar mañana, y de hecho es algo que te dicen los grandes, pero al menos ya hay una carrera en la que he ido demostrando cosas mientras que el público ya ha visto diferentes papeles y distintos géneros”, dice con convicción. Ante la pregunta de si teme que el teléfono deje de sonar, no lo duda.
“Sí, sí, sí, sí y sí. Es algo que todos los artistas tememos, porque trabajamos con nuestras emociones y con nuestra manera de ser y crear. Pensamos muchas veces que el público se va a cansar de nosotros. De todos modos, creo que hay que tener miedo y no acomodarse. Aunque tenga una carrera, el miedo hace que no me estanque y que siga esforzándome como si fuera la primera película”, asegura.
En alguna ocasión ha confesado que cuando no tiene una forma física determinada, se siente algo incómodo. Para dar vida al personaje de Bajo la piel de lobo, ganó diez kilos, y en tan solo cuatro meses tuvo que deshacerse de 22 kilos para interpretar su papel en El fotógrafo de Mauthausen. No teme asegurar que todos tenemos siempre nuestras inseguridades. “Puedes tener una belleza increíble y ser una persona físicamente atractiva, pero por dentro, todos vemos nuestras inseguridades y nuestros miedos”, dice sin pudor alguno.
Al finalizar la entrevista, Mario se dirige a la celebración de la presentación de la campaña de Belvedere, donde se reúne con sus hermanos Óscar y Christian, así como con actores como Álvaro Mel, embajador de la marca. ¿El giro final? Doy al botón que no es en el ascensor y hago que Casas termine conmigo en la planta baja, donde me despido de él segura de que su soledad no tiene alas, pero mi capacidad de meter la pata, sí.
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