Diseñadores de moda
Lorenzo Caprile: «A la moda, como industria, le da igual si estamos guapos o no»
El modista presenta su nuevo libro, «De qué hablamos cuando hablamos de estilo»
No soporta que le llamen diseñador; prefiere que se le denomine el modista quizá por una educación y una trayectoria en el mundo de la moda, a veces tan pomposo, en el que opta por quedarse en lo esencial. «Me carga mucho que determinados personajes, que no voy a citar, hablen de la moda como si fuese, no sé... la prima de riesgo, la crisis en Grecia o la salvación de alma inmortal del ser humano. La moda, con todo el respeto que le tengo, es sólo un trapo, ni más ni menos». El modista, que preferiría que se multiplicasen las horas del día, aunque es dudoso que incluso le supiesen a poco, publica libro: «De qué hablamos cuando hablamos de estilo» (Ed. Temas de Hoy), un repaso, pleno de sentido común, sobre su experiencia durante dos décadas que ve más allá de su taller. Es un ejercicio didáctico y práctico para presentar sus credenciales a las mujeres que no se suben a una pasarela, pero que sí quieren ser modelos en su propia vida.
–¡Por fin!, un libro de moda no para expertos sino para las personas que barruntan su día a día intentando que su percha sea una de sus mejores cartas de presentación.
–Sí, pero utilizando la cabeza. A veces los medios de comunicación, y los expertos que salen como hongos, dictan tendencia. Las mujeres lo leen y escuchan y a lo mejor coincide que la moda que se lleva esa temporada no les sienta bien... Error, hay que saber distinguir. La moda, como industria que es, le da un poco igual, por no decir nada, que estemos guapos o no. Su misión es cambiar los modelos cada temporada para que estemos en estado de alerta y gastar y consumir, aunque no nos siente bien. Nadie nace sabiendo y creo que es importante que tengamos unos conocimientos y una disciplina con la ropa para que juegue a nuestro favor.
–Uno de los grandes retos de las mujeres: qué vestido elegir para una boda. ¿Consejo?
–Sobre todo que no se disfracen mucho. Cuando empecé en la moda todo era más protocolario. Ahora hay tan pocas oportunidades para liarse la manta a la cabeza que, chica, lo que les apetezca. Si quieren ir como Penélope Cruz en los Oscar, con un traje de pedrería con tres metros de cola, pues adelante. Pero, por favor, sin que parezca un disfraz.
–Las rellenitas ni encuentran su espacio entre los diseñadores ni en las marcas globales, ¿qué les recomienda?
–No sentir miedo a su cuerpo y tener en cuenta que el mejor consejero es el espejo. Las prendas de punto son estupendas porque acarician el cuerpo pero sin ceñirse a él. Me da mucha manía que la mayoría opten por comprarse la ropa dos tallas menos. Es un error. Creen que las hace más delgadas y es al contrario. Tampoco les conviene abusar de los grandes estampados y los «colorinchis». Al revés, hay que optar por lo que les puede favorecer más: las líneas verticales y en diagonal que, en teoría, depende de los cuerpos, estilizan más.
–¿El negro es un valor seguro?
–Desgraciadamente, sí. Pero, atención: si se quiere ir a una fiesta a matar que nunca se vista de negro porque no va a llamar la atención. Y menos en 2015. Hay que usar y abusar del color. El negro siempre es correcto, pero no hay que olvidar que nos unifica.
–¿Qué tonos recomendaría?
–Colores fuertes: el rojo y otros más insólitos como el verde, el bermellón, el berenjena intenso, azul eléctrico, todos los colores neón, que si le sientan bien a la mujer que los lleva son chulísimos. Aunque insisto, los colores, como los diseños, deben adaptarse al cuerpo de cada cual y a su personalidad.
–Afirma en su libro que el «vintage» es una de sus grandes pasiones. ¿Por qué?
–Es el fenómeno opuesto a las marcas globales, que sí, nos unifican y es una moda democrática. Pero el «vintage» marca la diferencia porque es muy difícil que haya dos prendas de segunda mano iguales. Tiene un significado para quien lo lleva de personalidad. Por ejemplo, entiendo que haya calado la moda que se ve en la serie «Velvet», porque son unos diseños que le van muy bien a la fisonomía de las españolas de a pie, que tienen la cintura estrecha y le gustan las faldas amplias, ¿cómo no les va a gustar? No van a preferir la moda años 20 de «Downton Abbey», con todas esas inglesas casi anoréxicas.
–¿El mejor fondo de armario cuál es?
–En el que haya básicos. Unas piezas bien confeccionadas, ya sea a medida o prêt-à-porter, valores seguros como se dice en la Bolsa, y luego prendas más «cañeras» para divertirse.
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