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Moda

Trucos para vestir mejor en la oficina si no tienes que llevar traje

El uniforme de oficina tradicional es ya historia, dando paso a un Smart Casual que redefine la imagen profesional. Este nuevo código busca equilibrio entre formalidad y comodidad, permitiendo explorar una mayor variedad de prendas

Trabajo Unsplash

La revolución en el código de vestimenta de la oficina ha comenzado por los pies. Donde antes reinaba el zapato de cordones de piel, hoy conviven con sorprendente naturalidad desde mocasines atemporales hasta unas clásicas zapatillas blancas impolutas, pasando por botines Chelsea o botas Brogue. Incluso el tradicional zapato formal se ha relajado, adoptando suelas más robustas y detalles que le restan rigidez, adaptándose a un entorno laboral que ya no exige la uniformidad de antaño. Esta tendencia ha ganado tanta fuerza que ya existen guías sobre las mejores zapatillas deportivas del momento para acertar con la elección más versátil.

De hecho, este cambio en el calzado ha redefinido las prendas que lo acompañan. El pantalón chino, antes relegado al viernes casual, es ahora una pieza fundamental del día a día, a menudo actualizado con un simple dobladillo en el bajo.

Para quienes no renuncian al tejido vaquero, la clave está en los tonos oscuros y un corte estilizado sin estridencias, manteniendo la compostura profesional. Incluso el pantalón sastre se ha independizado, demostrando que puede brillar por sí solo sin la compañía obligatoria de su americana.

Los jerséis y el arte de las capas inteligentes

En este nuevo escenario, la sobrecamisa se ha erigido como la gran alternativa a la chaqueta, consolidándose como una opción versátil y elegante. Su combinación con un pantalón de vestir ha dado lugar a lo que algunos ya llaman el "traje sport", una estética más relajada y contemporánea, tal y como han publicado en GQ. El objetivo ya no es seguir una norma, sino construir un conjunto coherente con camisas que van desde la impecable Oxford hasta la vaquera en tonos crudos.

Asimismo, las prendas de punto se han vuelto indispensables para articular este nuevo lenguaje. Un jersey básico de cuello redondo o un cárdigan en colores neutros (azul marino, gris, beis) son la capa perfecta para llevar sobre una camisa, aportando calidez y sofisticación. Para elevar el nivel, los jerséis de cuello vuelto o los polos de punto, tanto de manga larga como corta, ofrecen un toque de distinción sin necesidad de recurrir a la corbata.

Por último, esta flexibilidad encuentra su máxima expresión en la aceptación de prendas antes impensables. Una sudadera gris de algodón, por ejemplo, puede tener cabida en muchas oficinas durante el viernes, siempre que el contexto lo permita. Se trata, en definitiva, de una evolución hacia la elegancia práctica, donde la comodidad y el estilo personal encuentran un equilibrio sin la rigidez asfixiante que durante décadas impuso el traje como única opción válida.