Salamanca

«¿Español? Yo soy vasco, pero pitar al himno me parece una falta de respeto»

En 1992, con 20 años, explosionó una bomba en la que murieron tres personas; hoy explica, arrepentido, que «lo difícil es perdonarse a sí mismo»

La Razón
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En 1992, con 20 años, explosionó una bomba en la que murieron tres personas; hoy explica, arrepentido, que «lo difícil es perdonarse a sí mismo»

En 1992, Iñaki Rekarte (1971) explosionó en Santander un coche bomba en el que murieron tres personas. Un año después sería condenado a 203 años de cárcel. Pasaría dos décadas en prisión, donde conoció a Mónica, una trabajadora social gaditana. Hoy ambos viven en Santesteban, un pueblo del Norte de Navarra, con sus dos hijos, trabajando en una taberna. «Lo difícil es perdonarse a sí mismo» (Ediciones Península) es el libro en el que narra con dureza el proceso para salir de ETA, su arrepentimiento y cómo influyó su historia de amor. A nadie deja indiferente.

–¿Esto les ayuda a seguir adelante?

–Mónica: Te dejas llevar... Lo estamos pensando ahora, cuando afecta al trabajo.

–Iñaki: Pero estamos satisfechos, es la verdad y cada uno cuenta la suya. Si molesta...

–M: Nos han escrito de todos sitios. Personas a la que influyes y rompes esquemas. Dentro de lo malo se logra algo bueno.

–I: Allí en Euskadi el afecto que estamos recibiendo es demoledor, sobre todo gente de Guipúzcoa que viene al bar y que me escribe. ¡Pero hay de todo, eh! Lo otro, como da miedo siempre, no causa sorpresa. Me han escrito jóvenes que eran de ese mundo y que me dicen: «Ahora que vemos lo tuyo, menos mal que no nos metimos».

–M: Gente que te da las gracias por dar el paso; desde que habló Iñaki hay más libertad.

–I: Tienes un montón de preguntas ya planteadas... Me pasó en prisión; piensas de determinada manera pero no lo dices. Pero oyes a otro decirlo y ahí es donde coges fuerza. Porque ¿sabes lo que pasa? Al final es la verdad. Dentro de ETA había de todo, pero lo que hemos hecho... todos somos de religión católica. Nos han enseñado en casa esos valores. Pocos habrá que no se sientan mal en su interior, pero en nombre de la política y no se qué cosas se tapan.

–Usted es un antihéroe. ¿Qué siente?

–I: Nada. Cuando veo a gente que no me saluda, que me gira la cara, pienso qué he hecho al lado de esa gente tanto tiempo. Es un mundo muy cerrado. En la cárcel casi siempre tenía amistades de fuera del grupo, y no estaba bien visto. Con algunos funcionarios pasaba horas y horas hablando y al final haces amistad. Pero siempre tenían la sospecha. Un día me dijo uno: «Sí, sí, tú haz todo lo que puedas para que te lleven a una cárcel de Euskadi». ¡Ahí va la hostia, me quedé alucinado! Mira lo que piensan éstos. Ahí estaba ya bastante mal.

–M: Mira lo que piensan de lo de la Sexta, que te has vendido al enemigo, ¡que lo había pagado la Moncloa!

–¿Está teniendo consecuencias?

–I: Tenemos un negocio de cara al público y se nota; luego, a los que no me saludan ahora los localizo fácil.

–M: Y lo contrario también. Ha habido gente que te escribe tras leer el libro y a la que has hecho pensar que el amor existe de verdad.

–El proceso de perdonarse a sí mismo es...

–I: ...de toda una vida. Brotan situaciones nuevas a diario. No sé, penando... Son heridas que llevarás hasta el día de tu muerte, no cicatrizan. Pero a mí no me gusta decir esto porque parece que estás lamentándote de tus heridas y no de las que has hecho. Pero como me preguntan, contesto. Le has quitado la vida a personas y también parte a sus familias...

–¿A qué tiene miedo en la vida?

–I: A no poder darle de comer a mis hijos...

–¿Se siente observado o amenazado?

–I: No sé, soy tan despistado...

–Confiesa que se dejó arrastrar por ETA, fruto de su inmadurez. El peligro hoy se llama yihadismo. ¿Se ve capaz de dar algún consejo?

–I: ¿Jóvenes españoles también? ¡Estoy perdido, hostias! No sé si será igual, pero imagino vidas vacías que ahí encuentran su sentido. Vidas pobres, personas que no se sienten nada en la vida y que ahí son algo. Dentro de ETA hay mucho de eso también. En aquella época ser de ETA era casi ser alguien en algunos pueblos... En España, de eso sobra, personas con vacío interior y un futuro incierto... Hay un caldo de cultivo, sí. Les diría que no se metan ahí ni para la hostia. Que no maten a nadie jamás y que no sean tan tontos de estropear la vida... Que un español se meta ahí no lo entiendo, es como tirar piedras a tu madre.

–Hay quien no se cree su arrepentimiento.

–I: Yo tampoco me creo que no se lo crean. Tampoco a este de Batasuna que dijo que no había visto el programa de «Salvados».

–¿Ha vuelto a pisar Santander? ¿Lo hará?

–I: No. Algún día iré, supongo.

–¿Se ha parado a pensar lo que sentirán las familias de las víctimas?

–I: El domingo tenemos una comida con tres o cuatro víctimas. Tenemos relación, hasta amistad. Si te digo lo que me dicen... Me trato de poner en su lugar y el primer golpe debe ser... Lo que hice, lo hice, no lo puedo cambiar, pero al menos pedir perdón.

–¿Qué ve una mujer en una persona que está en la cárcel por asesinato?

–M: Me enamoré de la persona, de imprevisto. No hay más. Duro, pero bonito.

–I: Nos costó un año conseguir las visitas. ¡Hay que aguantar, eh! Sobre todo ella.

–¿Ahora se siente español?

–I: Yo soy vasco. Tú te puedes sentir holandés, colombiano o suizo, pero cada uno es de donde es. Pero eso no tiene nada que ver con ETA. Una cosa es la ideología y otra ETA, querer conseguir cosas con la violencia. ¿Y qué más da eso? Yo me siento vasco y transmito a mis hijos la cultura vasca y la andaluza.

–En la final de la Copa del Rey hubo una gran pitada al himno nacional por parte de vascos y catalanes. ¿Usted habría participado?

–I: No me gusta el fútbol pero yo eso no lo haría. Me parece una falta de respeto tan grande... No es lugar para eso. Son tiempos en los que hacen falta otras cosas, no una pitada. La mayoría no sabe ni por qué está pitando. Si no estás de acuerdo, no vayas a la Copa del Rey, para qué vas... ¿Y encima la quieres ganar? Los políticos no han pensado bien lo que están haciendo.

–M: Pues yo no lo veo para tanto. Tiene que haber libertad.

–¿Han votado en las últimas elecciones?

–I: No, la última vez que lo hice fue en Topas –cárcel de Salamanca (2007)– y porque ETA pedía la abstención.

–M: Por llevar la contraria... Qué arte.

–¿Qué lectura hace del actual panorama político en el país?

–I: ETA ya no existe. Está entrando gente joven que ve el mundo de otra manera.