Escultura

Rocío la pedaboba

¡La de porquería que se publica por no darle cincuenta euros a uno que medio sepa juntar letras!

¡La de porquería que se publica por no darle cincuenta euros a uno que medio sepa juntar letras! »

Puede que no sea cierto eso de que las familias mandan a los partidos a sus hijos más tontos, como antaño tomaban los segundones los hábitos, pero sí deben enviar a los más fatuos. El artículo publicado en 2013 que ha hecho famosa a Rocío Ruiz, consejera de Igualdad y otras malas yerbas, no denuncia la mediocridad de la política, pues se trata de una recién llegada, sino el estado comatoso de la educación, ya que lo escribió mientras cobraba por desasnar a adolescentes. Yo gocé en el instituto (público, por supuesto) de un profesor al que también fascinó en un momento dado la cultura magrebí sólo que, en vez de irse a fumar grifa en vacaciones, se entretuvo en ganar una plaza en Lycée Français de Marraquech y abandonó durante un tiempo las traducciones de Nikolai Gógol al español porque decía que no le «daba ya la cabeza para dominar el ruso y el árabe a la vez. Si no hablas un idioma extranjero ‘comme il faut’, usa el tuyo y en paz». Sobre gente así recaía la enseñanza en los años ochenta, hasta que unos comisarios políticos analfabetos se cargaron el cuerpo de catedráticos de secundaria y pusieron al frente de los centros a estas rociosruices de la vida, pedagogos (pedabobos) que escriben de oído sin otra base que un argumentario de parvulito ni más herramienta que esa prosucha faltona y pretenciosa. Tampoco el periodismo, con su hábito de aceptar, de fomentar, colaboraciones gratuitas (y se atreve a hablar de vanidad, la tía) sale bien parado de esta historia. ¡La de porquería que se publica por no darle cincuenta euros a uno que medio sepa juntar letras! Urge contactar con los alumnos que tuvieran el infortunio de sufrir a la profesora Ruiz para que, al menos, salgan de confusiones gruesas como el origen medieval (¿?) de la Semana Santa o el mestizaje (¡¡!!) en el Islam.