El Salvador

Blázquez avisa de que la marginación y la corrupción amenazan la paz social

El arzobispo de Valladolid advierte también de que sin familia, «la persona queda desarbolada y a la intemperie» y pone a Dios como, «origen, meta y guía»

El arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázque, junto al vicario de la Diócesis, Luis Argüello, antes de comenzar una Misa en la que estuvo también el alcalde de Valaldolid, Javier León de la Riva, entre otras muchas autoridades
El arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázque, junto al vicario de la Diócesis, Luis Argüello, antes de comenzar una Misa en la que estuvo también el alcalde de Valaldolid, Javier León de la Riva, entre otras muchas autoridadeslarazon

VALLADOLID- Emotiva homilía la que se celebraba ayer en una abarrotada iglesia de El Salvador de Valladolid, repleta de fieles, que no quisieron perderse la tradicional Misa con motivo de la fiesta del patrón de la ciudad, San Pedro Regalado. Una Misa que empezaba tras la ofrenda floral que las concejalas del Ayuntamiento de Valladolid realizaban en la estatua del santo franciscano erigida junto al templo. El arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ofició la solemne Misa con un discurso sincero y llano, pero sobre todo directo al corazón y a la cabeza de las personas. El prelado recordó la figura y la vida de San Pedro Regalado, que puso como ejemplo para hacer frente a la crisis económica y de valores que azota a nuestra sociedad. «Ayudó a los necesitados; fue amigo de los indigentes y nadie se alejó de él sin el consuelo del pan y del amor», dijo el arzobispo, tras llamar a los ciudadanos a aprender de sus lecciones de vida.

Blázquez no se mordió la lengua al advertir de la incierta y delicada situación económica por la que están atravesando los españoles en estos momentos por el creciente desempleo, pero también por la falta de valores propiciada de un nuevo estilo de vida en sociedad. El prelado avisó de que la marginación y creciente corrupción existentes están poniendo en peligro la paz social que ha reinado en los últimos treinta años de Democracia en España, y defendió el papeñ protegonista de la familia en la sociedad de hoy. «Sin una familia detrás, la persona queda desarbolada y a la intemperie», dijo, mientras ponía a Dios como meta y sobre todo como guía para salir hacia adelante.

El arzobispo de Valladolid animó fomentar la creatividad del amor para hacer frente a las nuevas formas de pobreza y de indigencia actuales, y llamó especialmente a la sociedad a combatir este desaliento y la desafección con las instituciones fundamentales desde la honradez, el respeto a los demás y el trabajo inteligente, «porque la crispación nos llevaría al caos y no podríamos construir el futuro».