Castilla y León

La Junta da su brazo a torcer tras 259 días de protesta y no cerrará urgencias en Villarino

La Razón
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El reloj marca las 22.01 en el consultorio sanitario de Villarino de los Aires, en la comarca salmantina de Las Arribes, y una pareja joven entra en ese instante. Un bebé de apenas tres años apoya la cabeza en el hombro de su padre con la cara descompuesta por la fiebre. Chirría el timbre de aviso y en cuestión de segundos doctora y ATS bajan las escaleras para atender la primera urgencia de la noche.

Tendrán que hablar alto en la consulta porque fuera cerca de una veintena de personas, en su mayoría mujeres, se felicitan por haber perseverado en su bulliciosa protesta contra el cierre del servicio nocturno que debía haberse producido el 15 de septiembre si nadie se hubiera opuesto a las directrices de la Junta de Castilla y León basadas en la austeridad. Gracias a que se agolpan a la puerta de esa consulta desde hace 259 noches, el pequeño sale con otra cara enseñando, orgulloso, el globo que la doctora le acaba de regalar por no rechistar durante la exploración.

Más de 70 años separan al primer paciente de la noche de Concepción Calvo. Junto a un pequeño ataúd de madera convertido en emblema de las protestas toma el fresco sentada en el exterior del consultorio en una silla plegable que ha traído de casa y cuenta, sin dramatizar, que una de esas noches pudo ser la última para ella.

No faltó a la cita jamás durante las cien primeras veladas pero una madrugada de invierno el tercer infarto de su vida la sorprendió en plena protesta. La rápida intervención del doctor de guardia y la llegada a tiempo de la ambulancia que la trasladó a Salamanca volvieron a concederle otra prórroga. Dos meses de convalecencia después, regresó al lugar donde pudo dejarse la vida para seguir luchando por la de los demás y así continuará hasta la próxima madrugada, alejada del griterío del interior de la consulta «para evitar el dolor de cabeza y los virus que podrían provocarme otra enfermedad». Como el resto, Concepción también se siente orgullosa de que, finalmente, el acuerdo entre Gobierno regional y oposición permita reabrir el servicio más allá del 15 de septiembre, cuando, en virtud del compromiso alcanzado hace algunas semanas para reforzar el servicio en las noches de verano dado que el pueblo aumenta en casi un 50 por ciento su población, debería volver a interrumpirse.

A pocos metros, su yerno Roque vocifera por teléfono para hacerle saber a quien está al otro lado de la línea que los vecinos de Villarino y Barruecopardo han sido «un grano en el culo para la Junta». Antes de despedirse recuerda a su interlocutor que toda esa gente, la mayoría de la edad de su suegra, «le han echado mucho valor». El 16 de agosto Roque festejará su santo y Villarino sus fiestas patronales. Este año también se celebrará la victoria de David frente a un poderoso Goliat que, de un tiempo a esta parte, estaba haciendo mella en el ánimo de los vecinos, sobre todo en el de los mayores.

Por el final feliz de esa batalla en la que muchos de sus casi mil vecinos se han visto inmersos en algún momento a lo largo de estos meses, eso Josefina arenga con un «tenemos que celebrarlo» a sus compañeras de encierro sabatino, el menos concurrido de la semana porque rivaliza con el baile del Teleclub. Consciente de la importancia del logro, el lunes el pueblo se unirá en una cena a base de jabalí, obsequio de los cazadores de la zona, admirados porque los vecinos también se hayan cobrado su propia pieza. Esa noche, la primera sin protesta en mucho tiempo, no faltará la orquesta. Motivos de alegría no faltan aunque, eso sí, «espero que no se les ocurra aparecer a los que en todos estos días ni se han asomado por aquí», deja caer Ángela, otra de las fieles.