Castilla y León

Más de 4.000 personas trabajan en vendimiar en la Ribera del Duero

La Razón
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valladolid- La llegada de la deseada vendimia en la Ribera del Duero, cambia la cara a los pueblos que rodean a esta zona vinícola, que ven como su economía se reactiva, pero también la de sus habitantes. Y no es para menos, con la que está cayendo. Septiembre y octubre son meses en los que bodegas y propietarios de viñedos necesitan gente para vendimiar y para la selección manual de la uva, típica de esta zona ribereña, que apuesta por la calidad más que por la cantidad.

La crisis por la que atraviesa España desde hace más de cinco años ha cambiado el perfil de las personas que trabajan en la vendimia. Si antes, la mayoría eran extranjeros los que se contrataban, ahora abundan más los españoles y, especialmente, vecinos de alguno de los 102 pueblos que forman parte de la Ribera del Duero y alrededores. Como el caso de la familia Ruiz, procedente de la localidad vallisoletana de Castroverde de Cerrato, que tiene 18 hectáreas de viñedos en el término municipal de Pesquera de Duero, y que para la campaña de este año ha contratado a una quincena de personas, según explica a LA RAZÓN una de sus propietarias, Aroma Ruiz. Casi todos son españoles y, sobre todo, jóvenes de entre 23 y 40 años, que llevan meses sin trabajar y que ven en la vendimia una oportunidad única de lograr unos ingresos con los que subsistir un tiempo. En esta zona se suele pagar entre seis y siete euros la hora, por lo que en una semana, estas personas, que trabajan desde que sale el sol hasta que se marcha, pueden llevarse a casa un sueldo curioso. Diego Cuéllar, un joven de 23 años natural de Castroverde de Cerrato, es uno de los vendimiadores contratados por la familia Ruiz. Es el tercer año que trabaja en sus tierras, y asegura que vendimia, «porque tal y como están las cosas hay que hacerse a lo que sea». Estaba en paro después de haber trabajado hasta agosto en mantenimiento para una subcontrata de Valladolid, y reconoce que, con su madre también sin trabajo, la campaña de la uva es casi una tabla de salvación en su casa. Kiko Herrero, Jesús Morán y Asier Díez, son otros tres jóvenes de 37, 31 y 25 años, respectivamente, que viven en Valladolid y llevan tiempo sin empleo. Todos ellos han visto en la vendimia una fuente necesaria de ingresos, y, salvo Kiko, natural de Yecla (Murcia) y que ya ha vendimiado nueve años en su tierra, los otros dos es la primera vez que recogen uva del campo. Y aunque reconocen la dureza del trabajo, lo hacen porque necesitan el dinero. También hay extranjeros entre los contratados por la familia Ruiz. Como Eilham Aitelcadi, una joven marroquí de 33 años que vive en Valladolid y lleva ocho años en España. Divorciada, con un hijo en Marruecos y en paro, tras haber trabajado en un restaurante, es la primera vez que vendimia. Reconoce también que es un trabajo muy duro, pero está muy contenta porque sabe que llevará un sueldo a casa. Estos trabajadores forman parte de las más de cuatro mil personas que se prevén contratar en la Ribera del Duero, según Empleo Castilla y León. Una cifra parecida a la de la vendimia pasada. La mayoría peones para recoger y seleccionar la uva. Aunque también el Consejo Regulador contrata veedores para inspeccionar las superficies y características de los viñedos, los litros que entran en cada bodega, el proceso de cata, y, en definitiva, comprobar que todo está en orden, y que los vinos son aptos para comercializarse como Ribera de Duero.

Tomás Postigo, de Peñafiel, y Legaris, de Curiel de Duero, son dos bodegas que compran uva a la familia Ruiz. Lo llevan haciendo dos años y están satisfechos, aunque cuentan también con más proveedores de otros viñedos siempre en busca de la calidad de la uva seleccionada en el campo. Postigo es uno de los enólogos más veteranos de la Ribera del Duero. Con experiencia en Protos y Pago de Carraovejas, ahora hace su propio vino: un tinto crianza mezcla de uvas Cabernet Sauvignon y Merlot, que ha revolucionado el mercado nacional. No exporta nada, todo lo contrario que Legaris, cuyo millón de botellas que comercializa entre robles, crianzas y reservas, tiene una gran acogida en España, pero también en Suiza y EEUU.