Conciliación

Abuelos esclavos: nueve de cada diez no decide cuándo cuidar a sus nietos

La crisis económica hace aflorar el papel del abuelo cuidador, alerta una encuesta de Mèmora

Las denuncias ante los tribunales de abuelos a los que no permiten ver a sus nietos se ha incrementado en los últimos años
Las denuncias ante los tribunales de abuelos a los que no permiten ver a sus nietos se ha incrementado en los últimos añoslarazon

La crisis económica hace aflorar el papel del abuelo cuidador, alerta una encuesta de Mèmora.

En casa de la familia Negre-Blanco hay debate este mes. Tres hermanos negocian cómo se reparten a los «abuelos» para cuidar a los nietos cuando acabe el colegio. El mes de julio es un mes esquizofrénico para muchas familias. El curso escolar ha finalizado, muchos padres trabajan y buscan alternativas al colegio para sus niños. Una opción son los abuelos. Aunque sólo un 3,36 por ciento de los abuelos que cuidan a sus nietos se siente un «abuelo esclavo», la mitad opina que esta figura existe.

Lo dice un estudio que la Fundación Mémora presentó esta semana con motivo de la celebración del XXsalón FiraGran. El mismo que advierte de que sólo un 12 por ciento de los abuelos decide cuándo cuidan a sus nietos. En el caso de un 31 por ciento lo decide los hijos, mientras que la mayoría, un 47 por ciento, lo pacta conjuntamente. Es el caso de la familia Negre-Blanco, que trata de resolver un sudoku con dos abuelos, siete nietos y colonias de verano.

Sònia Díaz, socióloga de Serveis Integrals per a l’Envelliment Actiu (Siena), la empresa que ha elaborado el estudio, asegura que la pérdida de poder adquisitivo de las familias durante la crisis «ha acentuado la figura de los abuelos esclavos». «Se trata de un rol que suple en muchos casos a las guarderías y las actividades extraescolares en una sociedad, en la que los padres trabajan», explica Díaz, que alerta de que «puede generar problemáticas como que los abuelos se sientan con exceso de responsabilidad por llevar a cabo acciones que no les corresponden, como un papel más de educador que de ocio, con estrés y achaques físicos de movilidad».

De las 750 personas mayores de 60 años encuestadas, un 83 por ciento es abuelo y un 73 por ciento dice que cuida a sus nietos. Uno de cada cuatro a diario; un 39 por ciento, varios días a la semana; un 17 por ciento sólo un día, y otro 17 por ciento «esporádicamente». Las tareas más frecuentes son llevarlos y recogerlos de la escuela (27 por ciento), y darles de comer y de cenar (24 por ciento). Entre los que no cuidan a sus nietos, el 39 por ciento no lo hace porque es muy mayor y el 28 por ciento porque vive lejos.

El presidente de la Fundación FiraGran, Juli Simón, recomienda a los abuelos buscar tiempo para ellos para cultivar las aficiones que no pudieron hacer.

«Cuando los niños empezaron el colegio, descansamos»

Cuando nacieron los mellizos Cloe y Edu, los primeros hijos de la familia Blanch-Vidal y también los primeros nietos por ambos lados, los abuelos se organizaron para suplir guarderías y canguros durante sus tres primeros años de vida, hasta que empezaran P3. Era 2012, la crisis económica obligaba a apretarse el cinturón a muchas familias y pagar dos guarderías o una cuidadora a tiempo completo era económicamente inviable para los Blanch-Vidal. Otra opción era que uno de los padres dejara de trabajar para ocuparse de la crianza de sus hijos, pero para evitar que uno de los dos renunciara a su carrera laboral, los abuelos se volcaron. En Portugal, estos abuelos hubiera cobrado el cien por cien de su sueldo durante el mes siguiente al nacimientos de los mellizos. Y en Alemania, se podrían haber desgravado los primeros 14 meses de Cloe y Edu, siempre y cuando no trabajaran más de 30 horas a la semana. «A veces eran más horas», recuerda Montse, una de las abuelas. «Nos repartíamos los días, unos estábamos con los niños de 8.00 horas a 13.00 y los otros les relévabamos hasta las 18.00, cuando llegaba mi hija. Fueron tres años duros, porque mi marido y yo ya no tenemos la misma vitalidad y movilidad que cuando tuvimos a nuestros hijos, con veinte y pocos años, hay que cogerlos en brazos, cambiarlos, acunarlos y también educarlos, porque pasábamos muchas horas con ellos. Lo hicimos a gusto, porque necesitaban ayuda, pero reconozco que cuando empezaron el colegio, sentimos un alivio. Ahora, sólo vamos a buscarlos dos tardes a la semana», cuenta