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«Después del atentado fue como volver a nacer, mi pasado ya no me parecía mío»

El periodista Philippe Lançon narra en «El colgajo» (Anagrama/Angle) el atentado en la redacción de «Charlie Hebdo» donde logró salvar la vida aunque a un alto precio

El escritor y periodista francés Philippe Lançon, uno de los supervivientes del atentado de Charlie Hebdo, posa durante la presentación este martes en Barcelona de su última obra, "El colgajo", un libro en el que rememora su vida de antes y después de este suceso y donde dibuja una "cartografía emocional"del hombre contemporáneo.EFE/Alejandro García.
El escritor y periodista francés Philippe Lançon, uno de los supervivientes del atentado de Charlie Hebdo, posa durante la presentación este martes en Barcelona de su última obra, "El colgajo", un libro en el que rememora su vida de antes y después de este suceso y donde dibuja una "cartografía emocional"del hombre contemporáneo.EFE/Alejandro García.larazon

El periodista Philippe Lançon narra en «El colgajo» (Anagrama/Angle) el atentado en la redacción de «Charlie Hebdo» donde logró salvar la vida aunque a un alto precio

La mañana del 7 de enero de 2015 el periodista y escritor Philippe Lançon decidió no ir al diario «Liberation» sino ir a la reunión de redacción del semanario satírico «Charlie Hebdo». Tenía 52 años y una larga trayectoria dentro del periodismo cultural, pero allí se sentía diferente. Le gustaba. «Soy un hombre serio, siempre he sentido que el periodismo carga con el peso del mundo a sus espaldas, pero ir a “Charlie Hebdo” era liberador. Allí no se buscaba la verdad. Había artistas, dibujantes, la gente reía, decía lo primero que les venía a la cabeza y después de nueve tonterías salía una genialidad. Allí la libertad no era una palabra, era una sensación», asegura.

Llegó un poco tarde y tuvo que sentarse al final de la habitación.Poco después, dos jóvenes musulmanes franceses entraban en la redacción al grito de «!Alá es grande!» y tras medio centenar de disparos mataban a doce personas y herían a once más. Uno de los heridos era el propio Lançon, con la mandíbula completamente destrozada. Salvó la vida por una casualidad, por sentarse al final de aquella sala, pero inició así un largo proceso de recuperación que incluyó más de 280 días en el hospital y numerosas intervenciones quirúrjicas. «El atentado me ha permitido volver a nacer. No reconocía como propio nada de lo que me había ocurrido hasta entonces. Durante estos años ha sido como reaprender todo de nuevo, como vivir dos veces la niñez», señala el autor.

Toda esta experiencia extrema y cruel, narrada con suma delicadeza, lejos de sentimentalismos o sentencias grandilocuentes, es la protagonista de «El colgajo», (Anagrama, Angle en catalán) libro que convierte su propia historia en un viaje íntimo a la reconstrución física y vital de un ser humano. «Yo lo veo como un cuento sobre el efecto de un atentado terrorista en un hombre y a todos aquellos que le rodean, amigos, familia, amores, profesional médico», señala.

El escritor asegura que no ha intentado hacer en ningún momento un manifiesto político, que no le interesa la parte socioógica de los atentados, sino la parte humana de un hombre que sobrevive a una tragedia atroz y que ha de volver a reconstruírse por completo. «Sinceramente no me interesa el odio porque no sé cómo me ayudaría. Lo que tengo claro es que no me interesan para nada esos dos jóvenes musulamnes hijos de Francia. He leído mucho sobre los atentados y no me han parecido interesante. Los libros de Joseph Conrad te enseñan más la verdad detrás de los terroristas que todos esos libros que tratan con indulgencia y comprensión a estos jóvenes. Me quedo con la antipatía de Conrad», asegura.

Otro de los estragos que poco a poco ha intentado sobrellevar es el miedo. «La primera vez que subí al metro y vi a un joven musulmán con una mochila, la priumera reacción fue bajar inmediatamente. El miedo era atroz, pero lo superé. Sé que si me hubiese bajado, ahora siempre me bajaría del metro», comenta Lançon, que no sabe qué escribirá ahora. «La ficción ha invadido tanto la realidad que la ha destruído para mí. No sé lo que haré», dice.