Teatro
El misterio de la comedia
Joel Joan y Hèctor Claramunt llevan al Goya la moda de los «Escape Room» en una thriller lleno de risas
Cuando despertó, Inés Baummann todavía no entendía cómo podía haber dormido tanto. La verdad es que era sencillo, estaba cansada, ni más ni menos, pero siempre se tiende a sobrecomplicar las hechos simples para darles algún interés.
Cuando despertó, Inés Baummann todavía no entendía cómo podía haber dormido tanto. La verdad es que era sencillo, estaba cansada, ni más ni menos, pero siempre se tiende a sobrecomplicar las hechos simples para darles algún interés. Intentó desperezarse, pero miró el reloj y era tan tarde que no valía la pena. Volvió a intentar dormir, pero estaba lo suficientemente despejada como para sentirse culpable, así que se levantó. Sin embargo, cuando intentó salir por la puerta del dormitorio, vio que estaba cerrada. «¡Imbécil!», fue lo primero que pensó. «¡Imbécil!», gritó, porque Inés siempre decía lo que pensaba y empezó a golpear la puerta.
Al cabo de unos segundos y 18 imbéciles después, oyó detrás de la puerta, «qué te pasa». Era su adorable novio, el imbécil. «Me has dejado encerrada. Abre ahora mismo», dijo furiosa e impaciente. El chico negó que él hubiese cerrado la puerta, pero afirmó que iría a buscar ayuda. Sin embargo, cuando intentó salir de la habitación donde estaba, descubrió que la puerta también estaba cerrada. Empezó a golpearla. «¡Raquel, Raquel! Ábreme, no tiene gracia!», dijo y detrás de la puerta se oyó a una angélica voz que decía, «Qué dices, amor, no te entiendo. Cómo quieres que abra yo la puerta si tú no puedes». El chico empezó a preocuparse. Rogó a la chica, tan guapa y amable que era un horror tener una puerta entre ellos, que fuese a buscar ayuda.
Sin tener mucha idea de lo que tenía que hacer, Raquel fue a la puerta de la cocina a buscar algo con lo que forzar la cerradura, pero entonces se dio cuenta que aquella otra puerta también estaba cerrada. Volvió corriendo a la otra puerta. «Cariño, estoy encerrada yo también. Qué hacemos», dijo, pero el chico estaba en ese momento en la otra puerta hablando con Inés, su novia, diciéndole exactamente lo mismo y no le oyó. «Por qué está esta puerta cerrada», oyó entonces Raquel en la puerta de la cocina y corrió hacia allí. «Cariño, eres tú», preguntó. «Claro que soy yo, quién iba a ser. A quién esperabas», dijo aquel hombre, siempre suspicaz y celoso. «Déjame entrar, venga», añadió. «No puedo, estoy encerrada. Ves a buscar ayuda». Y eso hizo, fue a buscar ayuda, pero la otra puerta también estaba cerrada.
En aquella casa había 18 personas, todas jóvenes, todas bellas, todas llenas de entusiasmo y todas vivían puerta con puerta y todas estaban ahora mismo encerradas. No entendían nada, asustadas, sin aire, hablando a las puertas como si fueran maderas antropomorfas que hubiesen cobrado vida. En ese momento, se oyó una puerta abrirse en aquel enorme piso y cerrarse a continuación de un portazo. Todos se acercaron a su propia puerta intentando escuchar qué estaba pasando. Y volvió a oírse cómo se abría una puerta, y luego otra, y luego otra, y luego otra, y cada vez se oían gritos de alegría y emoción.
Cuando llegaron a Inés, ésta no pudo evitar que se le escapasen unas lágrimas y se abrazó a su novio, mientras Raquel los miraba con rabia y su novio la miraba a ella con desespero. «Pero es que sois todos imbéciles o qué os pasa», dijo el misterioso hombre salvador que había abierto la primera puerta y las 18 después. «Veis esto, se llama pomo, y cuando la puerta está cerrada, se aprieta hacia abajo y se empuja y ya está, la puerta se abre. No es que sea una escape room, vamos», dijo. Inés tenía razón, en aquella casa vivían 18 imbéciles, pero eran jóvenes y guapos, qué demonios importaba.
Crítica de costumbres
El Teatre Goya acoge ahora «Escape Room», la nueva comedia de Joel Joan y Hèctor Claramunt que satirizan uno de los juegos de moda, los bautizados Escape Room donde jóvenes adultos pagan para participar en juegos de ingenio y lógica para encontrar la clave que les posibilitará abrir la puerta, «escapar» y ganar el juego. Los creadores de la serie «El Crac» recrean este nuevo juego que está arrasando en las grandes ciudades de todo el mundo con la historia de dos parejas de amigos que participarán en uno de estos juegos y que a partir de allí experimentarán todo tipo de misterios que les forzarán a llegar al extremo de sus relaciones. La aparición de un cadáver servirá para llevar al extremo todas las emociones de unos personajes reconocibles que darán voz a los problemas del aquí y el ahora.
A partir del 19 de noviembre, esta «comedia de terror con garantías de éxito», como bautizó ayer Josep Maria Pou, director del Goya, esta obra, promete hacer reir y asustar a un tiempo al espectador con un elenco de primera fila que incluye a Àgata Roca, Oriol Vila y Paula Vives, además del propio Joan.
Teatre Goya. C/ Joaquim Costa, 68. Barcelona.
Cuándo: del 10 de noviembre al 3 de febrer.
Cuánto: consultar cartelera. Desde 22 euros.
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