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Hambre de comedia

El Teatre Borràs acoge el montaje «Oh, Mami!», un vodevil moderno que intenta poner el foco en la potencialidad de la sexualidad femenina

Anna Barranchina, Jofre Borràs, Artur Busquets, Octavi Pujades, Betsy Turnes y Joana Vilapuig
Anna Barranchina, Jofre Borràs, Artur Busquets, Octavi Pujades, Betsy Turnes y Joana Vilapuiglarazon

El Teatre Borràs acoge el montaje «Oh, Mami!», un vodevil moderno que intenta poner el foco en la potencialidad de la sexualidad femenina

Julia miró a su marido y pensó, «¿desde cuando se parece a un oso hormiguero?». Estaba convencida que cuando le conoció no tenía ese aspecto, auqnue podía equivocarse, quizá encontraba atractivos a hombres con aspector ridículos. Había cosas peores. «¡Julia!, me puedes traer mi cartera!», gritó en ese momento su marido y ella, mirándolo de lejos, no pudo evitar reírse, porque parecía que un oso hormiguero le hubiese pedido su cartera. «¡Vete al diablo!», contestó ella riéndose, pero sólo para que la oyese, y se marchó a llevar al niño al parque.

En el parque dejó al niño en la arena y empezó a hablar con otra madre que veía siempre allí. «¿Alguna vez miras a tu marido y no lo reconoces?», le preguntó Julia. La mujer, una argentina muy teatral que decía «¡Oooye!» como si fuese un torero que acabase de sufrir una cornada mortal, la miró con condescendencia y contestó: «Oooye, a mi primer marido lo confundí con una tostadora. Cuando pillé a mi mejor amiga en la cama con una tostadora pensé, será idiota, qué pervertida. No he vuelto a tostar pan en mi vida». Julia se rio, pero no lo suficiente. Todavía se sentía triste, vacía e insatisfecha.

Julia volvió a casa. Por la noche, cuando cenaba con su marido, le preguntó, señalándose, si todavía veía a la misma mujer de la que se había enamorado de joven. «Claro que no, cariño. ¡Qué soy, un viejo pervertido! De esa mujer ya me he enamoré. Para qué iba a volver a hacerlo. Prefiero enamorarme una y otra vez de esta nueva mujer que veo cada día al despertarme», dijo. Julia se enterneció. Su marido siempre sabía qué decir. Pero no pudo evitar reírse, reírse a rabiar, casi hasta la histeria, porque un oso hormiguero le había dicho lo más hermoso que le habían dicho nunca y eso sí era perverso. Esa noche hicieron el amor como animales.

Hay hambre de comedia estos días en la cartelera teatral barcelonesa. El Teatre Borràs presenta la hilarante «Oh, Mami!», una obra escrita a ritmo de vodevil moderno por Oriol Vila y producida por su compañía Nico&Sunset, y que pretende abrir los ojos al público sobre las posibilidades paródicas del orgasmo femenino. «Hemos intentado invertir la creencia popular de que el hombre es sexualmente más activo que la mujer haciendo una comedia que pone el foco en el orgasmo femenino», señaló Vila.

Para ello, Vila, junto a Raquel Salvador, han imaginado a unas mujeres que se harán dueñas y usuarias de negocios sexuales. «Oh, Mami!» es la historia de tres mujeres y madres de Sarrià que gestionan una tienda de «cup-cakes» de poco éxito y que, ante la falta de clientela, deciden abrir paralelamente en el altillo del establecimiento un negocio de «masajes con final feliz» exclusivamente para mujeres. A partr de aquí comenzarán los equívocos y las situaciones vodevilescas que volverán su mundo de arriba a abajo para deleite del público.

Anna Barrachina, Jofre Borràs, Artur Busquets, Octavi Pujades, Betsy Túrnez y Joana Vilapuig protagonizan esta comedia que no sólo hará reír, sino que también hará pensar, y por qué no, abrirá todos los apetitos. Y podría decirse que la obra está «basada en hechos reales» porque la inspiración de la misma, como explica Vila, es su relación de confidente con una serie de madres de Sarrià que conoció precisamente en un parque. «Me di cuenta de una realidad social en la que la mayoría de padres son una figura ausente en el reparto del cuidado de los hijos».

Estructura in crescendo

Como en «Pel davant i pel darrera», obra a la que sustituye en el Borràs, «Oh, Mami!» está dividida en tres actos que van acumulando tensión cómica en un in crescendo que promete un gran estallido final, como si de un orgasmo, masculino o femenino, tanto da, se tratara. «Queremos que sea un canto a la libertad y que invite al espectador a que se conozca a sí mismo», señalan desde la compañía. La misma escenografía y vestuario juegan al ritmo del vodevil y se hacen más exagerados a medida que avanza la obra. Los tres espacios, el parque, la pastelería y el altillo secreto acabarán prácticamente por confundirse.

La obra, además, quiere dismitificar las relaciones monógamas en las que, según comenta Raquel Salvador, la pareja «tiene que satisfacer al otro en todo», hasta que uno no sabe si está con una persona o con un electrodoméstico multifuncional. Veremos.