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La vida loca

La Razón
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Si un marciano leyera un periódico español ahora mismo llegaría a la conclusión de que los terrícolas estamos majaretas, un marciano o un sueco, porque uno empieza a tener la sensación de que un virus colectivo ha sacudido a la clase dirigente de éste país.

No sé si estamos ante síntomas de un proceso de recuperación y toda la ventolera de corrupciones varias que afloran son precisamente brotes verdes (perdonen la broma) de curación, pero la verdad es que al pasar la última página en la que se anuncian programas televisivos de contenido, surrealistas tras habernos tragado las páginas de política, de economía e incluso las de deporte, al final lo coherente sería ponerse un cucurucho en la cabeza, disfrazarse de bruja pirula y ponerse a cantar como un poseso la canción aquella de «vive la vida loca».

Ya he dicho en más de una ocasión que no soy de esas personas que se consideran pesimistas, éste país ha salido de peores situaciones y si algo es propio del celtíbero es la capacidad de supervivencia, otra cosa es que sobreviva a base de chapuzas como no le queda más remedio a muchos de los cinco millones de parados, porque de lo contrario con un dato real así frío y estadístico esto sería la guerra civil, cuyo lenguaje por cierto se ha apuesto otra vez de desafortunada moda, el otro día sin ir más lejos un tertuliano nos llamó a los que defendemos aquí la unidad de España quintacolumnistas de Madrid.

No se cual será el final de todos estos asuntos, pero a mi me gustaría querer pensar que se impondrá la sensatez antes de que la impongan los parados, los desahuciados, los jóvenes sin futuro profesional o los desplazados del mundo del trabajo a los cuarenta y cinco años por viejos, que sus motivos tienen para darnos un toque de atención que reciben los políticos repercutiéndolos en nuestros traseros a base de subida de impuestos.