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Los catalanes que se quedaron sin el Nobel

De Guimerà a Martí Pol, Cataluña ha tratado de atraer a la Academia Sueca

Salvador Espriu
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De Guimerà a Martí Pol, Cataluña ha tratado de atraer a la Academia Sueca

Este jueves la Academia Sueca, tras la ausencia del pasado año por diferentes escándalos, se entregarán no uno sino dos Premios Nobel de Literatura. El galardón supone el reconocimiento a una carrera literaria con trascendencia internacional, algo que sigue los preceptos del creador del premio, es decir, de Alfred Nobel, el hombre que se hizo rico con la dinamita. Desde que se fallan los Nobel, en 1901, son muchos los que han sonado como candidatos a tan preciado reconocimiento. Las ausencias en estos listados siguen sorprendiendo, como son los casos de Jorge Luis Borges, James Joyce o Marcel Proust. También llama la atención que algunas literaturas no hayan llamado la atención de los académicos, como es el caso de Cataluña.

Algún nombre catalán ha sonado a lo largo de mucho más de un siglo de historia, pero la distinción nunca ha llegado. Veamos quienes estuvieron cerca de obtenerlo.

Si ha habido un autor catalán con muchas posibilidades, ese fue el dramaturgo Àngel Guimerà. En 1917 y 1919 sonó con fuerza, tal y como reconoce Kjell Epsmark en su libro “El Premio Nobel de Literatura. Cien años con la misión”. El autor tiene información de primera mano por haber sido académico y presidente del Comité Nobel. Eso le hace afirmar a Epsmark, gracias a los datos que maneja, que Guimerà no fue premiado para “herir el orgullo del sentimiento nacional castellano”. El autor de “Terra baixa” murió en 1924, dos años después de que otro dramaturgo, en este caso Jacinto Benavente, se hiciera con el Nobel.

La poesía catalana también ha sido un terreno fértil para el Nobel. Tres poetas han tenido opciones, incluso con apoyo institucional. Hablamos de Salvador Espriu, J. V. Foix y Miquel Martí i Pol. El primero ha tenido el aplauso internacional de críticos como Harold Bloom, pero eso no atrajo la atención de los suecos. Espriu era un buen representante de lo que había supuesto el exilio interior durante los duros años del franquismo, algo que también había representado, por ejemplo, Vicente Aleixandre quien se alzó con el Nobel en 1977. El Pen Club Català, en aquellos momentos presidido por Maria Aurèlia Capmany, propuso en 1980 al autor de “La pell de brau”. No hubo suerte. Ese mismo año, la North American Catalan Society también llevó a Estocolmo un nombre, el de J. V. Foix, uno de los grandes poetas catalanes de todos los tiempos, íntimamente ligado con la vanguardia. Tampoco se convenció a la Academia.

En 1999, con motivo de su 70 aniversario, Miquel Martí i Pol fue promovido para obtener el Premio Nobel de Literatura. Un total de 400 ayuntamientos unieron fuerzas para la iniciativa a la que se acabó sumando el Parlament, algo que se aprobó por unanimidad el 15 de junio de 2000. Los suecos miraron hacia otro lado porque ese año el Nobel fue a parar a manos del chino Gao Xingjian.

Por esta lista de catalanes sin Nobel también asoman escritores como Josep Carner o Baltasar Porcel. No pasó nada. Incluso un músico como Pau Casals fue en alguna vez tenido en consideración como Nobel de la Paz. Otros no lograron ningún respaldo para que su nombre llegara hasta el Comité Nobel, como pasó con Josep Pla. Igualmente hay casos que no han trascendido mucho. Permítanme que les hable de un caso que viví por casualidad. A mediados de los años 90 visitaba con cierta frecuencia a Josep Palau i Fabre, el poeta que dedicó toda su vida a escribir la gran biografía de Picasso. Un día me comentó que la Academia Sueca le había pedido ejemplares de algunos de sus títulos y que incluso lo invitaban a viajar a Estocolmo. “No me quiero hacer ilusiones, pero y si...”, me dijo sonriendo Palau. Desde luego él se lo merecía.