Comunitat Valenciana
La subida de la leche tras el parto
En ningún caso debe de ser una experiencia dolorosa, excepto si se produce un drenaje ineficaz de la leche
En ningún caso debe de ser una experiencia dolorosa, excepto si se produce un drenaje ineficaz de la leche
La llamada «subida de la leche» se produce alrededor de las 24-48 horas después del parto. Al descender los niveles de progesterona y aumentar los de prolactina se desencadena la producción láctea. Desde el minuto cero, aun cuando no se ha producido la subida de la leche, los pechos no están vacíos, sino que contienen calostro, todo lo que el recién nacido necesita durante los primeros días.
Cuando se produce la subida de la leche, la mujer tiene una sensación de tensión mamaria, que es normal debido al aumento del volumen de leche y a una mayor vascularización mamaria. En consecuencia, nota los pechos más hinchados, calientes y mucho más sensibles, sobre todo en la zona del pezón.
A pesar de estos cambios, en ningún caso debe de ser una experiencia dolorosa, excepto si se produce un drenaje ineficaz de la leche. Este derivaría en una ingurgitación -cuando la leche se acumula en los pechos- encontrándonos con unos pechos hinchados y duros, así como la zona del pezón y la areola tensas dificultando el agarre del bebé al pecho e impidiendo un vaciado eficaz del pecho, agravando más aun la congestión y aumentando el dolor en la madre. En definitiva cuando esto sucede, la subida de la leche, deja de ser un proceso fisiológico que puede causar pequeñas molestias, o ser el origen de una congestión severamente sintomática.
El desarrollo del parto y posparto pueden influir en la subida de leche, haciendo que esta sea adecuada o se tuerza, se complique y se transforme en una dolorosa experiencia. La duración del parto así como el uso de anestésicos y líquidos intravenosos, pueden favorecer la aparición de una molesta ingurgitación, sumando dificultades si el parto es por cesárea. En este caso, aunque no sea una causa directa de ingurgitación, sí es una consecuencia que se agrava cuando va unida a la injustificada separación madre-recién nacido.
Esta práctica propicia el retraso del inicio de la lactancia imposibilitando que el bebé realice prontamente la primera toma al pecho de su madre. De esta forma se impide un adecuado establecimiento de la lactancia y en consecuencia es un factor facilitador de ingurgitación y congestión mamaria.
También existen una serie de prácticas muy extendidas que pueden facilitar que se produzca una ingurgitación, y que no debemos pasar por alto. Un factor multicausal qué destacaría es el famoso chupete. Promotor de una menor demanda, el chupete espacia tomas de pecho, «entretiene al bebé», que necesita también del pecho de su madre para relajarse y el pecho de la madre necesita de la succión no nutritiva del bebé que estimula la producción de leche.
Así que cuantas más veces succione el bebé del pecho y cuanto más tiempo, es decir sin horarios, mejor, más leche habrá, y en consecuencia más leche tomará. Pero el chupete además es un factor de confusión, equivoca al bebé, haciéndole que succione del pecho como si fuese el chupete, impidiendo que extraiga la leche del pecho de forma eficaz. Así, la leche se acumula en el pecho, aumentando la tensión en las mamas y el riesgo de ingurgitación. Para evitar problemas, nada de chupete hasta que la lactancia no se haya establecido y el bebé sepa diferenciar una succión de otra.
¿Qué hacer si hay ingurgitación?
No es recomendable aplicar calor local, ya que la mama está inflamada y el calor aumentaría la ingurgitación, por lo que la mejor manera de disminuir la inflamación es aplicar frío, de este modo se produce un efecto analgésico y antiinflamatorio, pero a la vez también es conveniente tomar algún antiinflamatorio, para evitar así males mayores.
Como la areola está tensa sería conveniente extraer manualmente la leche, lo necesario para ablandar la zona y poder poner así el bebé al pecho, también existe una técnica de masaje muy eficaz denominada «presión inversa suavizante» que permitiría ablandar el pezón y la areola.
Es importante que una vez haya mamado el bebé se aplique frío de nuevo y poner atención en que el agarre ha sido el correcto.
Además de aplicar estos consejos consulta con tu médico porque los antiinflamatorios son muy recomendables en estos casos y son compatibles con la lactancia.
Con todas estas medidas en 24-48 horas se resolverá la ingurgitación. La retirada de la lactancia materna está injustificada además de contraindicada ya que el problema podría empeorar y desencadenar en una mastitis, problema más grave del que ya hablamos la semana pasada.
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