Madrid

La Casa Guzmán: una herencia demoledora

Polémica por el derribo de la emblemática obra de Alejandro de La Sota

La nueva vivienda
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Polémica por el derribo de la emblemática obra de Alejandro de La Sota

Por delante de su valla han pasado todos los estudiantes de la Escuela de Arquitectura de Madrid y de muchas otras de todo el mundo. Su propietario nunca tuvo inconveniente incluso en enseñarla orgulloso una y mil veces a todas las generaciones. Explicaba que desde su interior podía contemplarse el Jarama, que su innovador diseño permitía que el jardín fuera parte del interior de la vivienda y mostraba orgulloso la funcionalidad y virtuosismo con que había sido integrada en el entorno. La Casa Guzmán es una referencia de la arquitectura contemporánea que Alejandro de la Sota (Pontevedra, 1913- Madrid, 1996) levantó en los setenta para su amigo Enrique Guzmán en la urbanización Santo Domingo de Algete, y cuyo heredero ha demolido ahora sin trabas. La polémica está servida. «Nadie se imagina que un heredero pueda destruir un cuadro o una escultura, a quemar el manuscrito de un escritor. En arquitectura, a diferencia de otras artes, esto es lo normal», se queja en un comunicado la Fundación Alejandro de la Sota.

En su lugar se levanta ahora una moderna vivienda de tres plantas. Sus famosos desniveles han desaparecido junto a una parte de la historia de la arquitectura moderna. La fundación ha explicado que, a la muerte de Enrique Guzmán, se ofreció al heredero de la casa a ayudarle a encontrar un propietario «que pusiera en valor y se sintiese privilegiado por poseer esa obra, que la restaurase y la conservarse, pero ha preferido demolerla para hacerse su propia tontería». El resultado es que de la mítica casa ya sólo queda la maqueta, que está expuesta en el Museo de Arquitectura de Múnich (Alemania), y un sinfín de tesis y estudios.

Desde las redes sociales, e incluso desde un sector de los arquitectos (el grupo ProCoam) se criticó la inacción de la Administración y se exigió «poner en marcha mecanismos para la protección de la arquitectura más reciente». Desde el Colegio de Arquitectos se recogió el guante y, en declaraciones a LA RAZÓN, su decano, José María Ezquiaga, pidió «trabajar más en pedagogía para sensibilizar a la sociedad de los valores de la arquitectura contemporánea». «Tenemos que concienciar de que hoy somos un poco más pobres porque hemos perdido historia y cultura», señaló Ezquiaga.

El problema está en que nada ni nadie protegía la Casa Guzmán. Su demolición ha sido legal, como lo fue la de «La Pagoda» de Miguel Fisac en 1999 y de otras «víctimas» de la desprotección que sufre toda la arquitectura contemporánea. «Pedimos a la Comunidad que actúe de forma subsidiaria en pequeños municipios como el de Algete y proteja a la arquitectura contemporánea con la nueva Ley de Patrimonio que cuenta con categorías intermedias», afirma Ezquiaga.

Análisis

¿Por qué ha sido legal la demolición?

J.M. Ezquiaga (COAM)*

Alejandro de la Sota es uno de los mejores y más brillantes exponentes de la Escuela de Madrid, autor de edificios magníficos como el Gimnasio del Colegio Maravillas o la Fábrica Clesa. La demolición de la Casa Guzmán es una noticia muy triste porque perdemos historia y cultura y porque pone de manifiesto que el aprecio de la arquitectura contemporánea no se ha incorporado a la cultura ciudadana. Esta vivienda unifamiliar no estaba catalogada, por eso su demolición ha sido legal. Desde el COAM hacemos un llamamiento a la Comunidad de Madrid para que vele por la catalogación de los edificios de valor identificados en los municipios.