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Rafa Nadal y los imposibles que ha conseguido
“Lo más difícil no es hacer realidad lo imposible, lo verdaderamente complicado es encontrar el imposible de cada uno. Y dedicar su vida a ello
(Voz en megafonía) “Número 124. Reclamaciones.”
Bien, me toca el siguiente. Nunca me gustó venir a reclamar al seguro. Y menos acercarme a la ciudad. Son todos edificios impersonales, voces altas y gente que no mira a los ojos. Llevo sentado casi media hora. En las oficinas de la compañía han puesto una pantalla en la que veo a Rafa Nadal. Hace poco comunicó que este año no se presentaría a Wimbledon y, la verdad, me sorprendió. No le conozco, pero lleva dos décadas en la cima y aún se le ve con ansias de lucha. Pero lo entiendo… La imagen de la pantalla pasa a personajes muy conocidos: Perico Delgado, Ferran Adrià, Teresa Perales, Javier Gómez Noya, Pablo Laso… y muchos más, que forman parte de un espacio creado por Telefónica, #MejorConectados, veo que se llama, un lugar donde te puedes inspirar, conectar y aprender con las historias humanas, íntimas, sobre sus luchas, sus logros, sus obstáculos y sus derrotas. Sus vidas. Pero no esas que ellos cuentan en las revistas o en las entrevistas, sino de esas que se guardan y salen a la luz años después y nos descubren al humano detrás del héroe. Me quedo mirando la pantalla completamente aislado de lo que sucede a mi alrededor, pensando que quizás conocí a uno de estos personajes únicos y no supe verlo. Y ahora me encuentro aquí…
(Voz en megafonía) “Número 125. Reclamaciones.”
Mi turno. Me pongo de pie y me acerco al pequeño despacho que me han indicado. Nunca me gustó venir a reclamar al seguro. Me pongo nervioso y en lugar de quedarme en silencio comienzo a hablar a borbotones. Mientras abro la puerta, me resuena una frase de Rafa en la historia de #MejorConectados que acabo de ver: “Sin todas las personas que han estado a mi lado, nada de esto hubiera sido posible”… Y cuando estoy por sentarme me digo justo lo contrario: “Si no lo hubiera conocido a él, seguro creería que es imposible”. ¿Quién es él? La razón por la que estoy en esta oficina.
– Buenas tardes, señor Suárez, veo en el contrato que lleva más de 20 años con nosotros. Tiene…un circo, ¿es correcto?
– Sí, así es. Un circo y por eso vengo a verlos, por eso los llamé: todos los animales se han ido. El elefante, los leones, las dos focas y el tigre, hasta los caballos…se fueron todos siguiéndolo a él. Vale, vale, empiezo desde el principio. Llevábamos una semana con el anuncio de que buscábamos una atracción nueva, algo diferente y nunca visto para el circo. Y durante esos días se presentaron los de siempre: magos, payasos, domadores y equilibristas. Hubo alguno que jugaba con fuego o caminaba sobre clavos… nada único. Hasta que llegó él. ¿Ha visto el vídeo ese de Rafa Nadal? El de #MejorConectados, que tienen en la sala de espera… Bueno, el tipo que vino se parecía a Rafa Nadal cuando tenía 5 años: desgarbado, pequeño, pero con un potencial que solo algunos pueden ver. Y yo no lo vi.
Se presentó un día con el cielo más azul que había visto en mi vida. Tenía el traje, de color casi gris, arrugado, la corbata no estaba atada y su cabello despeinado. Pero lo que de verdad destacaba eran sus zapatos: los tenía perfectamente limpios. Eso me debería haber dado la clave, pero no lo supe ver.
Pensé que llevaba toda su vida trabajando en el circo porque olía a vagón de tren, a nubes y a hierba y por eso le abrí la puerta del carromato cuando me dijo que él hacía algo que nadie más podía hacer. Ahora pienso que, si hubiera visto lo de Nadal, eso de #MejorConectados antes, quizás le hubiera dado una oportunidad… Me pregunto cuántos se quedaron en el camino por estar solos. Bueno, la cosa es que se sentó como si llevara días viajando y extendió sus pies al costado de la mesa, justo frente a mi. Ahora recuerdo que me fijé en la suela de sus zapatos. Su traje estaba gastado, su camisa ya no era blanca, pero la suela estaba casi sin usar… No sé cómo no me di cuenta.
Me dijo que estaba buscando trabajo y que tenía experiencia con animales, pero que también sabía hacer otras cosas. Hablaba con una voz muy baja, casi un gorjeo. Tenía las manos delgadas y finas, como si tocara un piano de viento y era muy alto. No, no llevaba reloj. Me contó que había viajado por todo el mundo, que iba donde el viento lo llevaba y que nunca pasaba mucho tiempo en un mismo sitio. Sonreía con facilidad y contagio. Era un tipo normal, se podría haber perdido en la multitud, era como cientos de otras personas que parecen no tener nada memorable, hasta que escuchamos su historia (y le señalé la tele, con el vídeo de #MejorConectados). Y yo no lo vi venir…
Entonces le pregunté qué sabía hacer, qué era lo que lo hacía único. Cuando me dijo que imitaba a las aves casi me caigo de la risa. Él estaba sentado con los pies juntos, muy tranquilo y sin alzar la voz me soltó esa frase: “Puedo imitar a las aves, eso es lo que sé hacer”. A mi me dio pena y estuve a punto de darle un trabajo cualquiera…se lo veía tan recién salido del nido… Me debería haber dado cuenta, lo sé.
Le dije cualquier cosa para no herirle, ni siquiera quise escucharle. Que ya no era como antes, que los críos de ahora necesitaban algo espectacular, que “se maravillaba con la vista y no con el oído”, eso le dije. Y él sonrío como disculpándome a mi… ¡A mi me quería perdonar, me entiende!
Y entonces se levantó con mucha calma, me dio la mano, que no pesaba nada, menos que una pluma, me sonrío, abrió la puerta del carromato, me sonrió otra vez desde la escalera… y salió volando. Y todos los animales lo siguieron. Si, ya lo sé, parece un cuento, pero el tipo salió volando…
El despacho quedó en silencio. A lo lejos se escuchaba al violinista de la Escuela Superior del Museo Reina Sofía, Kamran Omarli, hablar en #MejorConectados. El del seguro me miraba y yo pensaba que ahora rompería el contrato, que llamaría a seguridad y me quedaría en la calle. No sé qué pensaba la verdad. Y entonces se levantó, cerró la puerta y me dijo en voz baja: “Mire, si yo le doy el dinero del seguro, me quedo en la calle. Yo le creo, pero nadie me creerá aquí. Sé que lo que me contó es real, pero no puedo hacer nada. Lo que si voy a darle es una póliza, no de vida, pero sí para la vida. Como la que me acaba de dar usted con los imposibles de Rafa Nadal en #MejorConectados. Los imposibles, son imposibles no por leyes de la física, por falta de dinero, de talento o capacidades. Los imposibles son imposibles porque nadie, hasta ese momento, los ha convertido en posibles. Salga por esa puerta y convierta los imposibles ajenos en su realidad. Quizás nadie le crea y tenga que levantar su propio vuelo para que los demás, entonces sí, le sigan. Lo más difícil no es hacer realidad lo imposible –dijo mientras se despedía–, lo verdaderamente complicado es encontrar el imposible de cada uno. Y dedicar su vida a ello”.
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