Repsol
El coche del futuro será compartido
Conseguir una movilidad más sostenible es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad. Los motivos son varios: repensar el uso que hacemos del espacio público, reducir los problemas de tráfico o mejorar la calidad del aire de las ciudades; factores que han favorecido nuevos tipos de transporte, como la movilidad compartida
Olvide la forma en la que se ha movido hasta ahora y resetee. El 20 aniversario de la Semana Europea de la Movilidad —que comenzó el día 16 y concluyó el 22 de este mes— ha demostrado que los hábitos de la sociedad están cambiando a un ritmo frenético. En esta edición, más de 400 municipios españoles organizaron actividades para promover un transporte sostenible y ciudades más seguras, limpias e inclusivas.
Estos siete días han sido una prueba más de que las prioridades de la ciudadanía no son las mismas que las de hace unas décadas. Seguimos queriendo avanzar y modernizar la sociedad, pero ahora primamos hacerlo de forma ordenada y respetuosa con el medio. No queremos que los coches congestionen la ciudad, perder más tiempo en atascos y no encontrar sitio para aparcar. Los objetivos del futuro de la movilidad están marcados y pueden resumirse en tres: conceder más espacio público al peatón, reducir el tráfico y disminuir la huella medioambiental.
En este contexto, los servicios de movilidad compartida han aparecido como una alternativa para aliviar el tráfico. Se pueden compartir bicicletas, patinetes o coches (car-sharing, en inglés) a través de apps para el móvil o de páginas web. Esto ha hecho que la movilidad compartida combine tan bien con los hábitos de los jóvenes: ellos son más digitales y tienen una mayor conciencia medioambiental.
«En muchos casos, y en función de la casuística que cada uno tenga, el vehículo ha pasado de ser un bien en propiedad a ser un servicio, porque se paga por su uso. Hace unos años, cuando cumplíamos los 18 años lo primero que queríamos era sacarnos el carné de conducir, comprarnos un coche y acceder a la movilidad. Hoy en día, la gente joven lo que quiere es sacarse el carné de conducir y comprarse un móvil para poder acceder a la movilidad, ya que, gracias a los desarrollos tecnológicos, la conectividad, etc., desde el teléfono ya puedes acceder a ésta», afirma Carlos Bermúdez, Gerente de Desarrollo de Negocio Movilidad Eléctrica de Repsol.
Es el caso de Clara Olmos, comercial de 28 años y residente en Valencia. «Yo no tengo coche porque no lo necesito; o voy en transporte público o cojo un patinete de los que hay en la calle o voy en car-sharing a trabajar. Me compensa no buscar sitio para aparcar y, además, me ahorro el mantenimiento de tener uno, el combustible y el seguro», afirma.
Más económico que tener coche
Los servicios basados en el uso compartido de un vehículo se ofrecen por horas o minutos. Las empresas los ponen a disposición de los usuarios a través de una plataforma en la que deben darse de alta y adjuntar una copia del carné de conducir.
Una de las ventajas del car-sharing es el coste. El pago corresponde al tiempo de uso o kilómetros recorridos, por lo que resulta más barato contratar este servicio que comprar y mantener un coche que pasa más del 96% del tiempo aparcado, según el último informe de la Fundación del Real Automóvil Club.
Otra, es la comodidad. Estas empresas ofrecen la posibilidad de recoger el coche en un punto y dejarlo en otro o de recogerlo y dejarlo en la misma ubicación.
Un coche compartido contra 20 privados
El fenómeno del car-sharing está ganando posiciones como alternativa para descongestionar las urbes. «El informe ‘Traffic Index de TomTom 2020′ apunta que en Madrid se pierden 69 horas al año en atascos. El coche compartido hace que, por cada vehículo de la flota de car-sharing, se consiga reducir un relevante número de vehículos del parque automovilístico de una ciudad», sostiene Bermúdez.
Un estudio publicado por Europcar Mobility Group España con motivo de la Semana Europea de la Movilidad muestra que cada coche compartido elimina de las calles 20 coches privados. Esto hace que el car-sharing permita evitar la emisión de 1,6 millones de toneladas de dióxido de carbono al año, según el último informe de Zero Empty Seats.
Pero para que sea una alternativa viable respecto a la compra de un automóvil, el servicio también debe estar operativo para moverse por la periferia y entre distintas localidades, de forma que el usuario pueda desplazarse a diferentes puntos sin tener que devolverlo en el mismo lugar en el que lo recogió. Pues bien, algunas empresas ya ofrecen esta posibilidad.
Wible, el servicio de coches compartidos de Repsol y Kia, fue el primero en dar cobertura a la periferia madrileña. Además, disponen de una flota de 500 vehículos que son híbridos enchufables, cada uno con una autonomía de unos 600 kilómetros, suficiente como para ir desde la capital hasta Lugo.
La movilidad compartida sostenible (es decir, las flotas de vehículos que tienen la etiqueta CERO emisiones, como en el caso de Wible, o etiqueta ECO) ofrece la valiosa oportunidad de reforzar el transporte público en zonas de la ciudad que no están bien comunicadas. Además, también posibilitan circular por el centro de ciudades como Madrid o Barcelona sin las limitaciones al tráfico ocasionadas por los protocolos de contaminación y con la seguridad de poder acceder a todas las zonas de bajas emisiones.
El coche compartido también fomenta el uso de otros transportes sostenibles. Un estudio de la Agencia Suiza de la Energía afirma que, en las ciudades en las que se integran soluciones de coche compartido, los kilómetros recorridos en transporte público aumentan un 35% y los desplazamientos a pie o en bicicleta un 150%.
El transporte del futuro será fruto de la combinación entre los nuevos modos que se ideen para desplazarnos y las nuevas energías que los muevan. «Creo que se alcanzará un equilibrio y que este equilibrio va a contemplar todas las alternativas energéticas para la movilidad que favorezcan la reducción de emisiones y contribuyan en la lucha contra el cambio climático. Va a haber sitio para la electricidad (sobre todo en turismos), para los gases (GNL en camiones y vehículos pesados), hidrógeno, combustibles de baja huella de carbono, etc., empleando la alternativa que mejor se adapte a las necesidades de los clientes y ámbitos de uso. Es decir, va a haber un mix energético para la movilidad porque una única alternativa no cubre todas las necesidades ni soluciona toda la problemática», explica Bermúdez.
Y concluye: «El car-sharing cubrirá un nicho concreto, pero no todos. No se va a dejar de utilizar el coche privado ni el transporte público, sino que el coche compartido convivirá con distintas alternativas de movilidad»
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