Madrid

Fe pese al coronavirus: “Le pediremos al Santo aunque no besemos sus pies”

Más de un centenar de fieles aguarda frente a la basílica de Jesús de Medinaceli pese a la amenaza del virus

Centenares de personas hacen cola a las puertas de la basílica del Cristo de Medinaceli
Centenares de personas hacen cola a las puertas de la basílica del Cristo de MedinaceliRuben mondelo .La razon .

«Haremos cola para ver al Santo aunque no podamos besar sus pies». La devoción que existe entre los madrileños por Jesús de Medinaceli traspasa los límites del coronavirus. Centenares de fieles rodeaban en el momento de escribir estas líneas el entorno de la basílica que lleva su nombre a la espera del momento del culto. Es una estampa que se repite todos los primeros viernes de marzo, un día marcado en rojo en el calendario año tras año. Pero esta vez la rutina se ha visto alterada por la amenaza del virus chino. Tanto es así que el martes el Arzobispado de Madrid emitió un comunicado en el que instaba a las parroquias a suprimir los besapiés y los besamanos para cortar la rápida propagación de la enfermedad.

Los Hermanos Capuchinos siguieron la recomendación y ayer por la mañana anunciaron la suspensión (aunque solo por esta vez) de la tradición. Para algunos supuso un auténtico jarro de agua fría. Y es que a nadie le es ajeno que gracias a los mayores continúan estas tradiciones y también constituyen el grupo de edad al que más fuerte está golpeando el Covid-19.

Algunos llevaban aguardando ante las puertas de la iglesia desde hace más de dos semanas. «Confiamos en que den marcha atrás y nos permitan besar los pies del Santo», decía una de las primeras en la cola. Mientras tanto, otros (de hecho, la mayoría) optaban por la prevención y se conformaban con poder acceder al interior de la basílica para poder hacer sus peticiones anuales a Jesús de Medinaceli. «Estamos asustados con la llegada del coronavirus, pero eso no nos impide estar aquí haciendo cola para hacer nuestras peticiones al Santo como todos los años», decía una mujer. Porque, en el fondo, el besapiés no lo es todo.

La cola estaba formada en su mayoría por mujeres, las mismas que no dudaron en coger sus sillas plegables e infinidad de capas de abrigo (el sol que ayer por la tarde lucía sobre Madrid no compensaba el frío viento que azotaba en cada esquina) para pasar horas al raso. Pese al revés de última hora y las inclemencias meteorológicas, los fieles charlaban animadamente en grupos a la espera de acceder al interior del templo. Muchos se organizaban en corrillos para hacer turnos y así rebajar la «penitencia» que supone la espera ante la basílica.

En respuesta a la pregunta de si habrían besado los pies del Santo de no haber estado prohibido, muchos bajaban la mirada y respondían con una media sonrisa. «No sé lo que hubiera hecho en ese caso, pero no puedo negar que igual habría podido más el miedo al contagio», comentaba una mujer.

Este no es el único caso de celebraciones religiosas que se pueden ver afectadas por el rápido ascenso de infectados por coronavirus. Los otros grandes perjudicados son los fieles que veneran a Jesús del Gran Poder, una de las tallas más representativas de la Semana Santa de Sevilla. Por otro lado, los responsables del Obispado de Ávila han invitado a los fieles a que sustituyan estos besapiés o besamanos a las imágenes devocionales por «una sencilla inclinación de cabeza» ante ellas.

Algunas parroquias han ido un paso más allá. La de Santo Tomás de Canterbury, en Avilés (Asturias) ha optado por suprimir hasta que la situación se aclare el rito de La Paz de sus homilías para minimizar el contacto entre los asistentes.

Los obispados han lanzado estos consejos a la espera de que se cree un protocolo común de cara al tiempo de Cuaresma, que es, sin duda, la época del año en la que se intensifican los actos en las parroquias.