Crisis

Madrid resiste: los comercios centenarios que no han sucumbido a la pandemia

Tras el cierre de establecimientos simbólicos, ellos son parte del pasado de la ciudad y de su futuro. Reivindican el comercio cercano y agradecen a los madrileños que este año no les hayan abandonado

Casa Diego, La Mallorquina, Pontejos y Farmacia León.
Casa Diego, La Mallorquina, Pontejos y Farmacia León.Luis Díaz/ Gonzalo PérezJesús G. Feria/ Alberto R. Rodán

Hay establecimientos en los que el cuerpo te pide casi entrar de puntillas porque son monumentos, sin ceremoniales oficiales previos, por los que parece que no han pasado los años y no es cuestión de dar un traspiés y cargarse algún objeto propio de anticuario. También tienen otro aliciente que al que no se puede calificar como frívolo: no hay que gastarse un pastizal por adquirir algunos de sus productos. Simplemente, que no es poco, son comercios que se han ganado su sitio en Madrid sumando siglos y décadas gracias a su buen hacer, sin campañas de «marketing» –bueno, el boca-oreja fue su mejor promoción y a coste cero– y esa nostalgia que da un pellizco en el alma. A ellos y a nosotros, que íbamos de niños, cual excursión a comprar en ellos y, de paso, recrearse la vista entre la identidad que han preservado y el ir y venir de dependientes y clientes. A sus propietarios y gestores les sucede algo similar: son miembros de terceras y cuartas generaciones de los atrevidos que pusieron tesón, profesionalidad y personalidad para que estos comercios centenarios sean un patrimonio de Madrid. A ambos: el que está detrás del mostrador y el que espera al otro lado nos da un plus de emoción. Se han elegido cuatro: La Mallorquina, Casa de Diego, la Farmacia León y el Almacén de Pontejos. Y, disculpen por el atrevimiento, su historia es la nuestra, de Madrid y de España. Y que nadie se lleve a engaño, no se han quedado obsoletos. Todos tienen su página web, para no dejar escapar a potenciales compradores. Sin embargo, recomiendan el contacto físico.

Reportaje sobre los comercios más antiguos de Madrid. Ricardo Quiroga de La Mallorquina
Reportaje sobre los comercios más antiguos de Madrid. Ricardo Quiroga de La MallorquinaGonzalo PérezLa Razón

La Mallorquina

Se fundó en 1894 y desde la calle Jacometrazo, se instaló en la Puerta del Sol. Su esquina, cuando se era adolescente y se tenía un poco de independencia siempre ha sido, un lugar para quedar. ¿Quién no conoce La Mallorquina? Es como el kilómetro cero de Madrid. Ricardo Quiroga, que forma parte de la tercera generación. «Todo lo que ha ocurrido en nuestro país pasa por la Puerta del Sol. Aparte de hechos históricos, rememora momentos más mundanos como cuando vino el equipo de la antigua Unión Soviética con Tkachenko a jugar en la capital. «Había que ver a tíos de 2.10 metros o más comiéndose las napolitanas de cinco en cinco, igual que los deportistas de sumo que eran unas moles enormes». Por La Mallorquina han pasado Benito Pérez Galdós, Juan Ramón Jiménez y Gómez de la Serna. Más allá de ilustres, Quiroga quiere mencionar «a una mujer de 95 años de Canarias que nos visitó porque venía con su madre y no quería morirse antes de ver nuestro establecimiento otra vez». En cuanto a las napolitanas, una recomendación: «Son de las mejores, pero también están las trufas, los torteles de hojaldre y el Roscón de Reyes, que empezaron a vender en 1907, el primero de la capital, y que todavía se rifan los clientes. Quiroga reclama el comercio próximo «porque sin él Madrid no es nada y nos podemos convertir en una ciudad sin personalidad».

Comercios centenarios de Madrid. Arturo Llerandi, propietario del establecimiento Casa De Diego, en la Puerta del Sol
Comercios centenarios de Madrid. Arturo Llerandi, propietario del establecimiento Casa De Diego, en la Puerta del SolLuis DíazLa Razón

Casa de Diego

¿Cuántas veces ha paseado por la Plaza Mayor y no ha mirado el escaparate de Casa de Diego? Muchos lo hicieron antes que usted, exactamente desde 1823. Lo dice y lo certifica Arturo Llerandi, la sexta generación de una familia que se lío la manta a la cabeza con este negocio de paraguas, abanicos, bastones, mantones de manila, velos, peinetas... «Siempre ha sido nuestra y nos hemos dedicado a lo mismo. Todos los artículos están hechos a mano de la máxima calidad». Por el local han pasado los Reyes –nacionales e internacionales– «aunque no digo los nombres por discreción», dice, aunque se le escapa alguna visita de la Infanta Pilar de alguno si que da detalles. Un ejemplo: «El abanico que lució Diana de Gales en su enlace con el Príncipe de Gales fue encargado en esta tienda». Y no se olvida de Pedro Almodóvar, que ha buscado en Casa de Diego algunos paraguas para sus películas «tenemos uno con un Oscar». La pista es clara, el que llevaba Cristina Roth en «Todo sobre mi madre» (1999), que ganó la estatuilla en la categoría de Mejor Película en habla no inglesa. Y para los mantones de manila no faltaban clientas como Olga Ramos –la gran cupletista–, Sara Montiel y Lola Flores, además de artistas internacionales y «muchos actores nacionales».

Para él, lo bonito que tienen los locales centenarios es «el trato directo con el dependiente que no solo quiere vender, también aconsejar y ofrecer lo mejor».

Reportaje Negocios más antiguos de Madrid.Farmacia León
Reportaje Negocios más antiguos de Madrid.Farmacia LeónAlberto R. RoldánLa Razón

Farmacia León

Aunque en 1625 ya se hablaba de ella fue en 1700 cuando su boticario, Pedro Serrano, recibió sepultura en la que constaba contenidos de la cueva que poseía. A él se le menciona en el prólogo de Don Juan Antonio Pellicer del año 1797 de «El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha». Pasaron muchos boticarios más hasta que, desde enero de este año, la adquirió Yolanda del Pilar Legido Atienza, que era propietaria de la farmacia Cervantes. Entre sus tesoros está una caja registradora del siglo XVIII que es una joya. «En esos tiempos todas eran boticas reales para atender a sus necesidades y luego había las comunes para su personal de servicio. Pero hay que tener en cuenta que, en esta zona de Huertas, entre 1552 y 1570 había muchos hospitales de beneficencia a los que también servían», dice Legido. La pandemia se ha notado «porque durante el confinamiento, y aún ahora, ha bajado el turismo –que se solía hacer fotos– y ha aumentado el teletrabajo, pero somos optimistas».

Reportaje a la mercería centenaria, Pontejos.
Reportaje a la mercería centenaria, Pontejos.Jesús G. FeriaLa Razón

Almacén de Pontejos

Desde 1913 no se han movido de donde están (calle del Correo, 4), primero de alquiler y luego en propiedad. Fundada por Antonio Ubillos, bisabuelo de María Rueda, echa mano de la historia «en la que ninguna mujer se casaba sin un ajuar y no se compraban en grandes superficies. Aquí venían infantas de España y modistillas para elegir las puntillas, los bordados o lo que fuese». Con sus mostradores de madera y sus metros también de madera para cortar las telas con precisión, es como trasladarse a otra época. «A veces vienen amigos y me dicen: ’'Aquí huele como usado’'. Les digo si es bueno o malo y comentan que está bien porque se nota que ha sido vivido», comenta. Rueda cree que la cercanía es fundamental «porque, aunque el cliente no sepa exactamente lo que quiere, siempre hay un compañero de almacén que lo encuentra. Y la cara de felicidad no tiene precio». Y así siguen, preservando tiendas que nunca pasan de moda, que soportan el temporal de la pandemia y que forman parte de la memoria de la ciudad.