Madrileño de Vallecas

Fofito se retira del Circo: «En el Congreso están los leones fuera y los payasos dentro»

Guarda los zapatones y la nariz, pero estará hasta el 23 de enero en el Gran Circo Holiday. Tenía 18 años cuando llego a España y se libró de ir a la guerra de Vietnam

Guarda los zapatones y la nariz de payaso. Fofito dice que se retira del Circo aunque, hasta el 23 de enero, actúa junto a su hija, Mónica Aragón, en el Gran Circo Holiday de Madrid -no confundir con el resto de circos de la Comunidad en el que actúan sus sobrinos-«Voy a tomarme unos años sabáticos porque son muchos ya los que llevo actuando, viajando, haciendo maletas, deshaciéndolas. Guardaré las botas y la camiseta larga para cuando un día necesite a Fofito, estar ahí».

Hijo de Fofó, uno de los famosos payasos de la tele, nació en Cuba. «Le ha nacido un payaso», fue lo que dijo la matrona cuando vio la luz. Su padre, nació en una casa de Vallecas, cerca de la calle que hoy le rinde homenaje. Su primer recuerdo de Madrid es de cuando nació su hermano Adolfo, «en la misma habitación que mi padre». «Es el primer recuerdo que tengo de mi infancia: el estar allí mientras nacía mi hermano y, luego, cogimos el barco en Cádiz para volver a América», porque los payasos de la tele seguían actuando allí.

Fue en 1967 cuando Fofito se vino una temporada a vivir a Madrid él solo. «Tenía 18 años. Me estaba librando de que me llevaran a la guerra de Vietnam y, en vez de irme para allá, me vine a España. Era residente americano y me tocaba cumplir el servicio militar». Tal vez, si el destino hubiera sido otro, habría coincidido con el «Equipo A», pero su batalla estaba en seguir el legado del arte de la risa.

Su padre, Fofó quiso que fuera médico, arquitecto, carpintero... Todo, menos payaso. «Decía que la vida del artista era muy dura, y es verdad: todo el mundo ve cuando estás en el escenario o frente a una cámara, pero no hasta que llegas a ser figura, y ellos lo consiguieron».

Fue con once años cuando supo que estaba predestinado para los zapatones. En Chicago, el director del antiguo Circo Price propuso que me prepararan algo cómico para que actuara los viernes, sábados y domingos. «Un día llamaron a mi padre del colegio y le preguntaron: ¿Por qué no viene Fofito? Le dije que es que los viernes no iba porque estaba trabajando».

Y ahora, ¿cuesta más que antes hacer reír a los niños? «Cuesta más hacer sonreír y reír, puesto que los niños están mucho más avanzados que cuando yo empecé. Antes jugábamos con una pelota o una muñeca y ahora están navegando, tienen tablets y están mucho más espabilados». Dice que el mejor consejo que le dio Fofó fue que «se podía hacer reír diciendo tacos pro que un payaso no debería decirlos. Que aprendiera música para poder interpretar ante otros públicos que no hablaran nuestro idioma». Y así, aprendió el lenguaje universal.

Cuando pasea por Madrid le saludan con un «¿cómo están ustedes?» o incluso con el «¡adiós, Don Pepito!» o le cantan el «había una vez, un circo...».

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida confesó en su día que su familia le llama «Pepito, a secas». Así que con el ¡Hola Don Pepito! «que se prevenga porque le puedo salir por peteneras», dice Fofito entre risas.

Fofito y Mónica Aragón junto a la estatua del payaso Fofó
Fofito y Mónica Aragón junto a la estatua del payaso FofóCristina BejaranoLa Razón

¿Y qué piensa cuando se dice eso de «el Congreso de los Diputados es un circo»? «Pues sí, lo he pensado muchas veces: están los leones fuera y los payasos dentro». «No sé si hay buenos o malos payasos, pero estos no hacen reír, hacen llorar». «Cada país tiene su ídolo. En México por ejemplo era Cantinflas, en Argentina podía ser Minguito».

Y ¿cómo es eso de tocarle las narices a un payaso? «Diferente. Hay un payaso de circo que tiene la nariz trucada y cuando los niños le dan un besito en ella se le ilumina», cuenta. La nariz de Fofito está esculpida con una plastilina especial hasta el punto de que en una ocasión se planteó recomponérsela para que fuera parte de él. «Cuando estoy un poco mocoso, no te puedes sonar la nariz con la pasta esa que llevas puesta porque está hecha de una especie de masilla que la vas amoldando». Confiesa que «no hay ninguna nariz de payaso igual» y destaca que hay un museo en Londres donde están reproducidos, en huevos cocidos, todos los maquillajes de los payasos más famosos con sus narices».

Ahora, su hija, Mónica Aragón hace el papel de «Gaby» o tal vez una especie de «señorita Rottenmeier». «Efectivamente. Además, no hay muchas mujeres payaso. No somos muchas y en mi caso hago un poquito el papel de Gaby de corregirle, llamarle la atención y ser un poco la parte educativa de la función». Pero de puertas para adentro luego es él el que me «regaña», como padre.

¿Y han sentido alguna vez que los niños pueden tener miedo de los payasos? «Mi nieto me cogió la tablet y me dijo un día: abuelo, hay payasos malos» y me enseñó el de una promoción de película de miedo. Le dije que hay payasos que hacen reír más y otros menos. Pero me dijo que no, que esos eran malos. Le dije: no hijo, no veas eso porque tienes un abuelo». Dice que, con 12 años, su nieto Marco quiere saberlo todo: el truco de cómo gira una peluca o como se pone una nariz. «De hecho, él tiene su traje completo de payaso». «Está deseando que me jubile», dice Mónica Aragón. «Toca la guitarra, canta muy bien y tiene muy buena memoria», cuenta Fofito.

Alfonso Aragón Sac, "Fofito"
Alfonso Aragón Sac, "Fofito"CROMA FOTOGRAFOSRAQUEL MANZANARES

¿Los payasos, como el Joker de Batman, son personas tristes que intentan hacer reír? «Los payasos somos seres humanos, como todo el mundo. Puedes tener un mal día, que te haya sentado algo mal, tener dolor de muelas y, aun así, dices algo y consigues hacer reír a la gente».

Sueños

A Fofito aún le quedan sueños por cumplir: «Volver a ser abuelo otra vez, terminar un libro que estoy haciendo sobre la vida de mi padre Fofó, y que, cuando salga a la luz tenga éxito. Me gustaría grabar un disco con las canciones de los payasos, pero con cantantes que nunca hayan cantado nada infantil». Confiesa que también se le daría bien ser jurado de un concurso tipo «La Voz Kids» o participar en «Tu cara me suena»: «Ahí lo pasaría fenomenal porque a él, todo lo que sea maquillarse y caracterizarse, le ha gustado», cuenta Mónica.

¿Hay crisis en el circo? La Pandemia ha afectado a todos, también al circo. Llevamos toda la vida oyendo que es el fin y aquí seguimos. Son profesiones que tienen altibajos y se ven afectados muchas veces por cómo está la sociedad en cada momento. Pero bueno, solo queda reinventarse y seguir hacia delante».

Dice que cuando un payaso se retira, «no se apaga una sonrisa», porque «hemos seguido la tradición de generación en generación. Después de mi abuelo, de mi padre”, y ahora Fofito, «las sonrisas siguen». Sus hijos serán quienes custodien ahora la nariz y los zapatones de payaso.

Mi ciudad

Entre el Bernabéu y el Rayo

Fofito guarda un recuerdo especial del Real Madrid porque «nos enseñó a jugar al fútbol estando en América». Su padre, el payaso Fofó, les mostraba a través de la televisión de Puerto Rico cuál era su equipo favorito: el de los merengues. Sin embargo, él dice que es del Rayo Vallecano: «Soy socio honorífico». En Vallecas, cerca de la casa donde nació su padre y su hermanos, calle Payaso Fofó le recuerda. También en el Parque de Atracciones, por la entrada de Batán, una estatua le recuerda en tamaño real.