Opinión

Discutir en Casa Patas

“Encontramos quién justifica y jalea que se condene a una muerte social a ciertas personas por el simple hecho de disentir o por acusaciones sin demostrar”

Casa Patas
Casa PatasCasa PatasCasa Patas

Lo de la cultura de la cancelación es un temote. Están los que niegan que exista, que eso ni es censura ni es nada dicen, pese a que constantemente encontremos noticias de académicos a los que no han permitido expresarse, a los que han despedido por sus ideas, artistas que dejan de ser contratados, ciudadanos acosados en redes por discrepar… Algunos incluso comparan la expresión con aquella otra que habla de la “cultura de la violación”.

La diferencia aquí es clara: nadie celebra que se viole a nadie, todo lo contrario, pero sí encontramos quién justifica y jalea que se condene a una muerte social a ciertas personas por el simple hecho de disentir o por acusaciones sin demostrar. A la ministra de Igualdad me remito, por poner un ejemplo, cuando acusó a todo aquel que celebró la actuación de Placido Domingo de estar aplaudiendo el abuso. Con un par.

Luego están los que dicen que hablar de “cultura de la cancelación” traduciendo directamente del inglés es inexacto. Estupendo. Centremos el debate en el sintagma que lo designa y en su mayor o menor acierto o puntería y no perdamos el tiempo con fruslerías, como ir al análisis del fenómeno, sus causas y sus posibles soluciones. Así está el debate público, qué cosas.

Por eso es de celebrar que el Instituto Juan Belmonte arranque la semana que viene un ciclo de mesas redondas y ponencias presenciales en Madrid en las que se va a reflexionar sobre esta y otras cuestiones de actualidad, alejados del tertulianismo y el griterío. Y la primera de ellas versará, precisamente, sobre el temita de la cancelación. Allí estaremos, el miércoles 26 en Casa Patas, Edu Galán, Pedro Herrero, Borja Sémper y aquí la que escribe, con el gran Chapu Apaolaza a los mandos del cotarro, dispuestos a pisar todos los charcos y a discutir. Sobre todo a discutir, en su primera y gloriosa acepción. Que es lo que nos gusta aquí.